Kairós
Abismo
Francisco Montfort Guillén
El momento histórico es insólito. En México llego al poder un grupo político cuya finalidad ha sido la destrucción. Y esta destrucción, sin más, provoca alegría en sus seguidores. Canceló la construcción de un aeropuerto internacional único en México. Y le aplaudieron. Desapareció instituciones clave de la administración para corregir de manera profesional los errores inevitables de la gestión pública. Y se lo aplaudieron. Destruyó la selva del sureste del país. Y le aplaudieron. Destruyó manglares en el mismo sureste para construir una refinería costosa e improductiva. Y también lo festinaron sus seguidores.
Parece inverosímil que un gobierno destruya cualidades de la gestión pública de un país, destroce también parte de sus recursos naturales auto festinando sus decisiones, gaste sin freno en el rescate de una empresa petrolera, el mayor centro de corrupción en la gestión pública, sin resultados positivos, e insista en gastar improductivamente los recursos gubernamentales. Y estas y otras acciones negativas son recibidas con regocijo por una parte considerable de la sociedad.
Tal vez estas acciones que derrumban atributos y capital natural no afecten directamente a toda la sociedad mexicana y de ahí su indiferencia cargada de estupidez. Sin embargo, otras acciones sí afectan propiamente a todo el país y esas decisiones sí las sienten y las vamos a padecer todos los mexicanos.
Es el caso de la destrucción del sistema de salud, uno de los factores clave para llegar a desaparecer la desigualdad social que tanto afecta el rendimiento nacional en todos los órdenes de la vida social. Y no se trata solamente de minar las capacidades para obtener la igualdad. Son muchas las familias que viven con dolor dramas debido las carencias de servicios médicos básicos y en otros casos los tratamientos de especialidad.
Otro factor que impulsa la igualdad y que ha sido destrozado por los gobiernos de Morena es el sistema educativo. Esta acción, tan festinada por los grupos de poder mafiosos del magisterio y los grupos radicales e ideologizados de Morena repercutirá muy negativamente en todas las aspiraciones de ascenso que tengan las familias mexicanas. Sin educación de calidad, sobre todo entre preescolar y preparatoria, cancela en automático las posibilidades de empleos bien remunerados en cualquier sector económico.
Y para un movimiento político que se dice de izquierda cancelar, destrozar, impedir el goce de todos los derechos humanos para atemperar con fuerza las desigualdades que hieren al país es el peor de los delitos que comete la banda de nuevos dirigentes del país. Porque han cancelado también la igualdad política o el acceso a la misma en los aspectos de respetar la voz de los marginados, de las clases baja, media, media alta y superior que no comulgan con Morena así también como la participación y el ejercicio del poder al cancelar el pluralismo político.
Y el aspecto más criticable para un movimiento que se jacta de tener una moral superior (fruto del complejo de carecer de toda moral) es que ha profundizado la herida de la dignidad despreciada que viven quienes se ven sometidos a vivir de las limosnas oficiales que regala el gobierno a diferentes grupos etarios. Creando nuevamente el usufructo de privilegios de los cuales no disfrutan otros grupos.
Ahora se ha criticado con razón suficiente el estilo de vida de los nuevos ricos, los “Moreno’s Beverly Hill” que disfrutan de un hecho que por elemental formación y discurso de izquierda deberían tomar en cuenta los nuevos gobernantes. Se trata de usufructuar los privilegios que determinan las desigualdades en México.
Privilegium o ley que concierne a un particular, como lo define Petit Robert. Se trata de una ventaja particular dedicado a una sola persona o grupo de personas, esto por fuera de la ley común que rige para todos. Los militantes de Morena se han acordado privilegios, derechos que solo ellos gozan como consecuencia de pertenecer a la auto llamada Cuarta Transformación.
Son las prerrogativas que ellos mismos se han concedido, y que exhiben con descaro, lo que más lastima a una sociedad empobrecida por este régimen, a la que también le han cancelado el derecho a la justicia. ¿Cómo puede ser promovida en México la igualdad si la sociedad carece de un sistema de justicia profesional e imparcial?
Ahora, con la próxima reforma electoral, promovida por el capricho de López Obrador y la obsecuencia servil de Claudia Sheinbaum, entraremos a la formalización de un sistema no solo autocrático, sino a la caída en el peor de los mundos posibles.
Con el golpe de Estado que promovió el actual gobierno, provocó un abismo del cual nos costará mucho trabajo salir. Morena ha creado las condiciones para que la sociedad se retire a su vida privada, cuide de su escaso patrimonio y se dedique de lleno a la sobrevivencia.
Desde ese espacio privado, que vive indiferente al aplastamiento de las voces disidentes y de los razonamientos críticos; de la destrucción de las instituciones de corrección de la función pública y de las organizaciones políticas que daban voz al pluralismo político, no se puede dialogar y razonar con nadie, como lo demuestra la Comisión Presidencial para la Reforma Democrática.
En donde antes era ´posible encontrar el espacio público del diálogo entre voces distintas, diferentes, encontradas, contradictorias pero respetuosas del otro, del ser humano distinto que con otras visiones pensaba también en el bien común, hoy reina la Única Voz de la autocracia.
Morena ha destrozado también el espacio político y social en donde germinaban las ideas, las críticas, las soluciones para el bien colectivo: en donde germinaba la democracia moderna mexicana. Morena ha vuelto a crear las condiciones para separar el mundo de los poderosos, del mundo en donde viven los ciudadanos de carne y hueso con sus preocupaciones cotidianas.
Eso refleja el modus vivendi de los dirigentes de Morena que últimamente han puesto de relieve, entre escándalos, los medios de comunicación. El problema no radica en que los dirigentes de Morena muestren su cultura de nuevos ricos. Es que muestran que viven en un mundo separado de la ciudadanía común.
Como si no bastara comprobar los complejos de López Obrador, que demonizó una residencia presidencial moderna y cómoda, pero austera (Los Pinos), para ir a vivir en el palacio más lujoso que existe en el país y privatizara la plancha del Zócalo para su estacionamiento privado.
Esa decisión marcó simbólicamente la ruptura del espacio común de la austeridad republicana de la democracia, en donde todos los ciudadanos son iguales. Morena habita el espacio simbólico de los conquistadores, que llegaron a llenarse los bolsillos con dineros públicos, y para los cuales no existe el cumplimiento del derecho que rige a los ciudadanos comunes y corrientes. Por eso saben que sus privilegios tienen gravados en la frente la frase: “no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”.
Morena rompió las mediaciones políticas con los opositores legales y legítimos despreciándolos con sus discursos, mientras se regodea con los privilegios auto concedidos que inician las desigualdades en nuestro país. Sus privilegios aspiran a crearse una fortuna milmillonaria para sentarse ahora en los bancos de los empresarios más ricos de México y disfrutar, desde otra perspectiva, el capitalismo de cuates, de amigos o de compadres que han profundizado desde 2018.
Este es el gran abismo generado por Morena: el espacio sin fondo en donde se hundieron la democracia, la modernidad y el desarrollo manejado por un Estado disfuncional, deficiente, inefectivo, patrimonialista, seductor y demagógico. Morena ocupa como dueño absoluto la tierra conquistada: el espacio real y simbólico en donde debería germinar la democracia.
Desde ese abismo, las destrucciones institucionales y de riquezas naturales y presupuestarias palidecen. Desde el abismo autocrático, inmoral y corruptor no germinará la nobleza del espíritu que acompaña la siempre frágil democracia. Esa, finalmente, es nuestra peor tragedia.
