En 2017 el PAN tenía una excelente propuesta para las elecciones por la presidencia de la República del año siguiente y a un brillante prospecto para el 2024. La propuesta era Margarita Zavala y el prospecto Ricardo Anaya. Pero a éste le ganó la ambición y echó a Margarita del partido y como segundo acto se lanzó en busca de presidencia cuando aún estaba muy bisoño.
Si bien es cierto que con el tsunami obradorista desatado, Margarita difícilmente hubiera ganado la contienda, estimaciones posteriores dieron a conocer que con ella como candidata, el PAN habría obtenido entre 5 y 6 millones más de votos, que aunados a los 10 millones que obtuvo en esa elección, hubieran impedido que Morena y Andrés Manuel alcanzaran la mayoría en el Congreso de la Unión.
Pero Anaya echó todo por el caño y al final jugó a favor del tabasqueño.
Hoy se vuelve a repetir la historia con una sorprendente propuesta para el 2024 llamada Xóchitl Gálvez, que sacó a todos de su modorra y zarandeó la barca en la que navegaban sobre aguas tranquilas López Obrador y Claudia Sheinbaum.
Hasta hace treinta días Xóchitl andaba bien perdida buscando la candidatura a la jefatura de gobierno de la CDMX, pero después del portazo que recibió de Andrés Manuel que no la dejó entrar a Palacio Nacional, se manifestó como la principal aspirante de la sociedad civil a la presidencia de la República.
Su irrupción fue tal que borró del mapa mediático a las corcholatas de Morena. Y al menos por tres días le arrebató la agenda al presidente López Obrador que no la había soltado desde el 1 de diciembre del 2018 y si tantito me apuras lector, desde años antes.
Perder la agenda descoyuntó al tabasqueño que no supo cómo reaccionar y lo único que se le ocurrió fue descalificar a Xóchitl, pero lo hizo con tal sevicia, que se convirtió en su mejor propagandista porque la proyectó hacia arriba.
Hoy Xóchitl Gálvez es algo muy parecido a un rock star. Pero…
Ganarse la simpatía popular, estar en el candelero mediático y ser la aspirante mejor posicionada en las encuestas, ha sido lo más fácil para esta mujer luchona y acostumbrada a las adversidades, que está orgullosa de su cuna humilde y su origen otomí.
Pero así como subió así la van a querer bajar.
Ahora viene lo más difícil: que el PAN, PRI y PRD la postulen como su candidata, además debe enfrentar internamente a un sujeto perdedor, terco, arcaico y obsoleto llamado Santiago Creel. Eso sin contar con que deberá aguantar los embates de la maquinaria de Morena con López Obrador a la cabeza.
En el PAN no la quieren porque no es militante y porque el candidato de la dirigencia es Santiago Creel. En el PRI de Alito Moreno tampoco la ven con buenos ojos. El campechano también apuesta por Creel, por encima de los aspirantes de su partido, con tal de evitar en un futuro posibles acusaciones penales. Y en el PRD están cruzados de brazos.
Santiago Creel es un fósil político que ha perdido sin excepción todas las elecciones en las que ha participado, pero es más terco y testarudo que una mula.
Un ejemplo de su testarudez lo dio cuando compitió en las internas del PAN en 2006 contra Felipe Calderón. En la primera ronda el michoacano le ganó de calle y en la segunda también. Y cuando todo mundo pensó que aceptaría su derrota por 2-0, insistió en jugar una tercera vuelta donde lo volvieron a barrer.
Santiago Creel es en seis palabras: soso, desabrido, huero y de hueva. Es un obtuso conservador que jamás ha hecho click con la ciudadanía porque desconoce sus problemas. Pero es el favorito de los jerarcas de la alianza opositora. Y también de López Obrador que sabe que con Creel como candidato, Morena no tendrá problemas para quedarse nuevamente con la presidencia.
Al tabasqueño le aterra que Xóchitl debata con su candidata Claudia Sheinbaum porque sabe que la hidalguense la hará talco. De ahí que le hayan vuelto los insomnios y se apreste a defender con todo a su muchacha.
Xóchitl por su parte debe prepararse porque le van a apedrear el rancho de muy fea manera.
La van a calumniar, denostar, exhibir y humillar; se van a meter en su vida personal y familiar y si no le encuentran nada la van a difamar.
Pero tiene un punto muy valioso a su favor: la fuerza de una sociedad civil que desde el día del portazo le ha multiplicado su apoyo y que ahora pesa más que los partidos políticos.
Esa sociedad deberá evitar que los líderes de la alianza opositora se contagien del síndrome de Ricardo Anaya y quieran poner como candidato presidencial a un perdedor nato como Santiago Creel. Pero eso ya se verá.
Los próximos diez meses serán desgastantes para todos, en especial para Xóchitl Gálvez. Pero si capotea el vendaval que se le vendrá encima y contesta una a una las difamaciones que le vomitará López Obrador desde sus mañaneras, el sueño sobre la continuidad de la 4T podría descarrilarse en el 2024 lo que sería para el tabasqueño la peor de las tragedias.
¿Será? Veremos. Pero aguas con la güera.