“Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón.” – Jorge Luis Borges.
Dice el refrán popular –y a claro esto antes de que los defensores de las mil y un causas perdidas se pongan a señalar algún tipo de maltrato, que es un dicho de un refrán popular, no de la autoría de un servidor- “no es indio, el que no se venga”.
Y es que el más reciente bombazo mediático lanzado desde el púlpito presidencial de la Cuarta Transformación, aparenta el rompimiento de un pacto entre el presidente Andrés Manuel López Obrador y el ex presidente Enrique Peña Nieto.
Llama fuertemente la atención que, en la presentación de la versión oficial, el responsable de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Pablo Gómez Álvarez fuera quien presentará los datos y explicará que se ha abierto una carpeta de investigación misma que se ha remitido a la Fiscalía General de la República (FGR) por presuntas operaciones financieras irregulares del ex mandatario mexicano, ahora avecindado en España.
Sumo cuidado tuvo el presidente López Obrador al hablar del tema y referirse a la persona de su antecesor, como lo ha sido a lo largo de su sexenio, cosa que no practica con tal pulcritud con los otros expresidentes de México, al menos no con Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox Quezada o su favorito Felipe Calderón Hinojosa.
La realidad es que, bajo el escenario especulativo creado por la propia presidencia en su show de parafernalia, los mexicanos, conocedores del quehacer político, esperan la respuesta oficial y la respuesta desproporcionada que habrá de venir en contra del actual régimen transformador.
Así que aun cuando la respuesta oficial del ex presidente Peña Nieto llegó ya vía redes sociales, vía Twitter en donde señaló: “En relación con la denuncia presentada en mi contra por la Unidad de Inteligencia Financiera, estoy cierto que ante las autoridades competentes se me permitirá aclarar cualquier cuestionamiento sobre mi patrimonio y demostrar la legalidad del mismo, dentro de los procedimientos legales”, escribió.
“Expreso mi confianza en las Instituciones de procuración y administración de Justicia”, agregó.
La realidad es que la misma lleva un mensaje cifrado, un mensaje que como conocedores del actuar priista y sus políticos, vendrá acompañada de un golpe de guadaña, de esos que cercenan más de dos o tres cabezas, que posiblemente exhibirán nuevamente al pueblo de México, la proclividad del presidente López Obrador por torcer a la legalidad cuando a conveniencia lo amerita.
Así posiblemente aparezca por ahí un nuevo vídeo escándalo, demostrando que esos que se han erigidos como los grandes e impolutos moralistas de la transformación también son presas de los pecados capitales.
La posibilidad de que nos vengamos a enterar de cómo se lograba financiar la campaña a la presidencia el hoy otrora partido hegemónico, o a las gubernaturas que en su momento ganó Morena, aun bajo el régimen del ex presidente Peña Nieto puedan ser la prueba que termine de aplicar el hoy imputado en una especie de venganza al mero estilo mexicano.
Mucha tinta se escribió respecto a la detención del entonces gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, quien se afirma grababa en la comodidad de la entonces Casa Veracruz, a todos los actores políticos y sociales a los que apoyó en su apuesta por salvar el pellejo sabedor de sus grandes faltas.
Dentro de esas muchas versiones, recordarán ustedes los señalamientos que hiciera el mismo ex senador y ex candidato a la gubernatura por el PRI, Héctor Yunes Landa, quien señaló directamente al hoy gobernador Cuitláhuac García Jiménez de entrar a la famosa Casa Veracruz, en una camioneta que entraba y salía con tremenda carga.
¿Será que alguna de esas presuntas evidencias salga a relucir?
Ya veremos; por lo pronto en Veracruz, algunos no dormirán muy tranquilos que digamos.
Al tiempo.
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