“Debemos obrar, no para ir contra el destino, sino para ir delante de él.” – C. Friedrich Hebbel.
Tuvieron que salir las y los gobernadores de Morena encabezados por la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheibaum a respaldar al presidente Andrés Manuel López Obrador quien acumula dos semanas sin poder levantarse de los señalamientos de corrupción en su régimen.
En poco más de una cuartilla las y los gobernadores justifican el papel del mandatario mexicano, quien no encuentra el modo, de poder retomar la agenda nacional y marcar la pauta, mediante su mecanismo de propaganda “La Mañanera”.
El golpe certero que el periodista Carlos Loret de Mola infligiera al discurso falaz de combate a la corrupción derrumbó el aparente rostro impoluto de un régimen que soportó todo en repetir hasta la saciedad que sería diferente.
Los señalamientos de casas, propiedades de los integrantes de la 4T, los casos de Irma Erendida Sandoval, Manuel Bartlet, los hermanos del mismo presidente, su prima, y todos los casos que han sido revelados, han puesto en jaque la continuidad del régimen.
Pero en verdad preocupa eso al presidente y a la continuidad de su proyecto, cuando a través de sus Programas del Bienestar literalmente tiene agarrado de los tenates a los mexicanos a los que les entrega carretadas de dinero bajo la figura de combatir la pobreza, cuando en la realidad, es un programa político-clientelar.
¿Qué familia en México, va a votar en contra de lo que el presidente diga o proponga, cuando les entrega mensualmente beneficios que en otros gobiernos no recibieron?
Es absurdo siquiera imaginar que los ataques mediáticos realizados a través de extraordinarios trabajos de investigación periodística en donde se revela la verdad del personaje y su familia, lo vayan a vulnerar.
Serán si casos que quedarán ahí para el señalamiento, el análisis y para contarle quizá como algunas de las debilidades y hierros de su administración, pero de eso a que el presidente recapacite, cambie, o actúe de manera diferente, eso ni pensarlo.
Por lo pronto, mientras el vendaval provocado por sus ataques directos a la prensa, en la persona de Carlos Loret se sigan difundiendo, el presidente López trabaja en la construcción del que habrá de ser su mayor logró, el que lo colocará en los muros con letras de oro.
Su intención de anticipar la elección presidencial mucho antes de lo tradicionalmente conveniente tiene un objetivo, placear a quién le habrá de suceder.
Y en ese pase de prestidigitador, el presidente garantizará su paso a la historia.
Así como Lázaro Cárdenas es recordado por expropiar la industria petrolera, o Adolfo Ruiz Cortines lo es por otorgar el voto femenino, o López Mateos por expropiar la industria eléctrica nacional, Andrés Manuel, prepara su gran jugada.
Suceder la presidencia a una mujer será el gran aporte del presidente López Obrador, por encima de Trenes Mayas, o Aeropuertos en Santa Lucia, o Refinerías en Dos Bocas.
Dejar a una mujer en la presidencia lo colocará como el gran demócrata que afirma ser, por eso su juego y pleito constante con la autoridad electoral –INE- con la que no coincide, porque en el fondo él no es demócrata, él es quien se formó en el más anquilosado de los regímenes, en ese que tenía por tradición tener un tapado, y erigirse en el gran elector.
López Obrador es y será siempre un gran simulador, rey del engaño, que emplea como principal capital político, sabe que dejarle la presidencia a una mujer le garantiza por mucho su pase a la historia.
Todos ven y miran a Claudia Sheibaum como la candidata natural para la posible hazaña Lopezobradorista, pero no quitemos los ojos de otras posibles candidatas, al menos dos tienen afectos ganados al presidente.
En una de esas hasta una zacatecana-veracruzana se encamina a lograr la hazaña, pues si logra salvar las aduanas de sacar la Reforma Eléctrica e inaugurar y poner en operación una refinería, tendrá lo necesario para llegar a ser la primera presidenta de México, a pesar de que ahora la pretenden implicar en las casas del hijo del presidente.
Al tiempo.
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