“Cuando la situación es adversa y la esperanza es poca, las determinaciones drásticas son las más seguras.” – Tito Livio.
Claro y evidente se muestra el presidente Andrés Manuel López Obrador al expresar su punto de vista –totalmente opuesto- a la visión del presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, Ricardo Monreal.
La reciente entrevista del zacatecano al Diario Reforma, en donde expresó: “No estoy de acuerdo con radicalizar; ni la extrema derecha ni la extrema izquierda. Me acerco más al perfil socialdemócrata de los países nórdicos; simpatizo más con la socialdemocracia que con los radicalismos”, caló fuerte.
Ante ello, la respuesta colérica disfrazada de alegórica reflexión mostró una vez más la actitud por demás dictatorial del presidente, al afirmar “que no adelantar la sucesión presidencial sería del Porfiriato”.
Y es que, en el México de la 4T, en ese que mandata el gran tlatoani López Obrador, hacer lo que su santa voluntad mandata, es hacer las cosas bien, aun cuando en su respuesta implícita este el grave error.
Si analizamos lo señalado por el presidente, queda claro que su populismo exacerbado lo lleva a cometer graves desatinos y declaraciones sin sentido, que evidencian la improvisación y la falta de mesura en temas de gobernanza.
“No es un error, porque no adelantarla es del porfiriato, así era antes, los tapados, las decisiones de élite, no, el pueblo va a decidir. Se tiene la idea de que el pueblo no sabe. Que la política es asunto de los políticos, pues no. El pueblo sabe más que nosotros”.
En ninguna nación que se jacte de progresista o democrática, las decisiones más relevantes e importantes son consultadas al pueblo sabio, el juego de ejercer el poder con base en la democracia, es evidentemente un asunto de control de fuerzas políticas, más no, un asunto de consulta regular, pues el pueblo se mueve por emociones y empatías, más no por acciones razonadas y bien evaluadas –prospectivas y escenarios futuros-.
Y perdón por lo que señaló, pero el pueblo sabio en México no está ni por mucho preparado para determinar lo que es conveniente o no para una nación de 128 millones de ciudadanos.
Por increíble que parezca las decisiones de un gobierno debe ser un asunto de análisis serio, en donde el conocimiento y la experiencia determine qué es lo mejor en cada una de las decisiones. Por mucho, no podemos dejar en manos del pueblo sabio determinaciones tan importantes como si invertir en salud o en seguridad y a que darle prioridad.
Aun cuando Ricardo Monreal afirme “nunca me confronté al presidente ni me alejaré de mis ideales por un mejor país”, su circunstancia es muy clara –así lo afirmó en la entrevista a Reforma-: soy fundador de Morena, soy militante de Morena y soy un hombre independiente de criterio y de opinión. Tengo diferencias con quienes abusan del poder, con quienes se entronizan y cometen los mismos excesos que cuestionamos. Actúo con congruencia.
Así con base en esa misma congruencia es que podemos afirmar que el rompimiento con el presidente Andrés Manuel López Obrador es irreconciliable, navegaron por conveniencia en donde encuentren puntos de coincidencia, pero en lo verdaderamente sustantivo, ya sabemos para donde juega uno y otro.
El round por venir será de pronóstico reservado, ¡Haga sus apuestas!
Al tiempo.
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