Desde su conformación como sociedad, este mundo ha sido desigual. En todas las épocas han existido ricos, pudientes, pobres y miserables, y hasta ahorita no sé de un líder que haya combatido con éxito la pobreza y la miseria. Mucho menos que las haya erradicado.
Quizá viendo que no podría en la tierra contra tamaños flagelos, un carpintero de Nazaret prometió riqueza y abundancia, pero en paraíso celestial.
En palabras llanas, mientras exista el mundo existirán los indigentes, menesterosos y hambrientos y eso no tiene remedio.
Esto es algo que no ha entendido (y a estas alturas del partido ya no entenderá) Andrés Manuel López Obrador, que chorero y mentiroso como es, prometió que combatirá la desigualdad y la pobreza e incluso habló de erradicarlas. Pero –hay que repetirlo- su pésima política económica ha creado 2.5 millones de pobres y 3 millones de miserables en tres años y tres meses.
Otro argumento sustantivo de su discurso fue erradicar la violencia, lo que en el pasado dijo hasta el hartazgo pero que ni por asomo ha cumplido.
Da hasta pena escuchar a la titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez, reiterar cada mes que la incidencia delictiva va a la baja. La señora muestra gráficas, ofrece datos y habla bien entusiasmada, pero los crímenes y sobre todo los criminales dicen otra cosa.
Este lunes aseguró que los asesinatos dolosos bajaron un 14.4% en comparación a enero del 2021. Pero el Secretariado de Seguridad Pública dijo que con 184 muertos menos que en enero anterior, la disminución fue del 6%.
El Sistema de Seguridad Pública también dio a conocer que durante los primeros 38 meses de este gobierno, el número de asesinatos dolosos fue de 111 mil 13 personas, un 24.5% más que los 89 mil 144 registrados en los últimos 38 meses de Peña Nieto.
Pero nada de eso acalambra al presidente, como tampoco lo mueve el presunto y brutal descalfo cometido en los tres niveles de gobierno.
La Auditoría Superior de la Federación dio a conocer que tras realizar 866 auditorías a la Cuenta Pública 2020 del gobierno federal, estados y municipios, se encontraron anomalías por 49 mil 765 millones 790 mil 200 pesos. De éstas, 10 mil millones de pesos corresponden a programas y obras insignia de la 4T como Sembrando Vida, Jóvenes Construyendo el Futuro, el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas y el aeropuerto de Santa Lucía.
Pero tamaña cantidad apenas mereció una lánguida respuesta del presidente: “Se van a ir aclarando todas las irregularidades. Así es siempre, se audita todo y se empieza a aclarar.
Todavía eso es preliminar, desde luego lo usan nuestros adversarios los conservadores corruptos, porque piensan que es lo mismo pero no, ya no opera así… Ahora ya no, no somos iguales, en este gobierno no hay ladrones, que quede claro”.
El problema es que sí hay ladrones y son un resto.
Para no variar nuevamente se fue contra Carlos Loret, su distractor favorito. “Por eso recuerdo que le estoy pidiendo a Loret de Mola si nos permite publicar la información que tenemos, que nos hicieron llegar ciudadanos, para que se conozca cuánto gana y quién le paga. O que sea por voluntad propia para transparentar la vida pública”.
Si a los mexicanos le interesara saber lo que gana Loret, lo estarían exigiendo a gritos. Pero tras enterarse del desfalco a la Cuenta Pública del 2020, imagino que lo que les interesará saber es cuánto se echan a la bolsa por debajo del agua los machuchones de la 4T.
También desearán saber dónde están las 100 universidades Benito Juárez y cuántos alumnos tienen; por qué está costando 4 mil millones de dólares más la refinería de Dos Bocas, cuántos kilómetros de carreteras se han construido en los últimos tres años y qué hizo la Secretaría de Salud con 3 mil millones de pesos correspondientes a esa Cuenta Pública.
Eso entre otras cosas porque van sus impuestos de por medio.
Pero el presidente sigue en otra dimensión mientras se multiplican la pobreza y la desigualdad que dijo que combatiría, crece la violencia que erradicaría y la corrupción que “ya se acabó”, corroe a la casta divina de Morena y a varios miembros de su familia.
Y algo muy importante, esa corrupción también emparenta a Andrés Manuel con los de antes, porque aunque le purgue aceptarlo, sí son iguales.