En unos días, sesenta y tantos, serán electas las nuevas autoridades municipales de Xalapa. Lo deseable y más importante es que haya una abundante y diversa participación ciudadana. Es un ciclo de cada cuatro años, antes fue de tres, que se cumple rigurosamente y abre todas las posibilidades de acción pública. Desde el año 97 se han dado varias alternancias en el Ayuntamiento, con mayoría edilicia de distintos partidos políticos. Ha habido de todo en la calidad y capacidad entre quienes ocuparon los lugares del Cabildo, así como, en lo individual, de los y las que lo han presidido. Hemos tenido buenos, regulares y malos, utilizando una sencilla clasificación. Hace algún tiempo siempre arrasaba el partido oficial, después tuvimos mayor competencia y, últimamente, se reinstaló otra versión de una fuerza política hegemónica. Habiendo tenido a todos los partidos mayores en el gobierno municipal podríamos hacer un análisis e identificación de sus aportes renovadores. Sostengo que, en lo general, los partidos no hacen gran diferencia; al menos no en cuestiones sustanciales. Son consistentes en cambios de colores y rostros. Sin un sistema democrático de partidos, con visión municipal, lo que sobresale es el tipo de personas que son postulados para los cargos edilicios.
Para ser parte de las campañas electorales hay que incorporarse como aspirantes al Ayuntamiento, de otra manera es casi imposible tener voz y hacer los planteamientos correspondientes. Por severas restricciones a la vía independiente la única posibilidad radica en los partidos, de los qué hay muchos en existencia. Los hay viejos y nuevos, grandes y chicos, testimoniales y activos. Entre esa nube de candidaturas habrá que hacer un gran esfuerzo para identificar perfiles y propuestas. De todos surgirá un Cabildo plural que, ojalá, sea equilibrado y, por tanto, tenga la fuerza para asumir, defender y aplicar la autonomía municipal. Sin autonomía el Ayuntamiento es de segunda y deja en la indefensión a la ciudadanía.
En los tiempos del otrora poderoso PRI las elecciones eran brutalmente desiguales. Competían la propaganda contra las obras y los programas sociales. El manejo del dinero por el partido oficial hacia una de las grandes diferencias. Como partido grande, partido oficial, en el PRI convivían todo tipo de personajes: de carrera y recomendados, comprometidos y oportunistas, honorables y corruptos, capaces e ineptos, demócratas y prepotentes. Observo lo mismo en Morena, tanto en su práctica política, de enorme semejanza con el PRI, como en sus perfiles. Es obvio que cuentan con integrantes honorables. Uno de sus deslices más desafortunados es el de elevar a una especie de santos a hombres y mujeres que siempre serán imperfectos.
La tendencia mayoritaria para el partido morena tiene enfrente a una hipotética coalición y a otras fuerzas con regular presencia. Si se piensa en ser mayoría es lógico que se busque hacer bloque opositor. Lo justifica el pragmatismo reinante en los partidos. La suma hace grande a cualquier opción. Pero si no se unen la responsabilidad es suya. Es absurdo, chantaje frágil, pretender que la ciudadanía y actores políticos se sumen incondicionalmente, invocando una especie de deber patriótico. Es cómodo para candidatos y partidos pedir adhesiones sin dar nada a cambio, en espacios e ideas. Hace recordar los tiempos de la guerra mundial y del Echeverrismo, cuando se planteaba la disyuntiva extrema de estar con alguien o con el fascismo. En un sentido similar lo exponen ahora: con el coco de morena o con la Santa coalición. Tendrían que dar razones convincentes para que se les apoyara. Estoy hablando del nivel municipal.
La realidad está más allá de fatalismos y de decisiones fáciles. Seguramente dos o tres candidaturas tendrán la mayoría de votos. Pero no todos. Hay quienes prefieran sufragar por otras opciones. Y eso es sano para enriquecer nuestra vida pública y al Cabildo. Deben surgir muchas veces libres y comprometidas. Nuestra XALAPA no puede seguir siendo gobernada con esquemas ineficaces, sin autonomía, sin identidad y sin transparencia. Para construir un mejor municipio se requiere un gobierno fuerte.
Recadito: la tarea es levantar una tercera vía municipal.