*Matanzas de Veracruz que no han sido aclaradas
*Falacia del No mentir, no robar y no traicionar
APENAS EN la entrega anterior indicábamos que el Presidente Andrés Manuel López Obrador no ha emitido una sola postura en torno a la masacre ocurrida en Camargo, Tamaulipas donde murieron incinerados 19 migrantes, y que el contagio de CoVid19 le permitió evitar hacerlo aun cuando se trata de la segunda barbarie más notable en su Gobierno, lo que coloca por los suelos su política de seguridad que, a decir verdad no ha dado resultados ya que los feminicidios van al alza colocando a Veracruz en un vergonzoso segundo lugar en la comisión de esos ilícitos, además de los secuestros que no cesan, levantones, desapariciones al alza, asaltos, extorsiones y asesinatos dolosos, y ahora se sabe que una de las camionetas que se usó en la más reciente matanza había sido incautada en Diciembre del año pasado por elementos del Instituto Nacional de Migración y, sospechosamente ya andaba circulando nuevamente, lo que evidencia algún acto de influyentismo o, en el peor de los casos, de complicidad entre integrantes del INM y delincuentes, pues de otra manera no se explica que apareciera incinerada en una brecha. El hecho que se torna espinoso no ha sido abordado por las autoridades, y menos por el Presidente López Obrador que, aislado como se encuentra, no ha dicho ni pio de estos temas que aterran a la sociedad, considerando el grado de violencia cada vez más elevado al interior de los gobernados.
EN EFECTO, de acuerdo a las evidencias presentadas por el periódico Reforma, la camioneta con placas de Nuevo León encontrada junto a los 19 cuerpos calcinados en una brecha de Camargo, Tamaulipas, había sido asegurada en diciembre por el Instituto Nacional de Migración (INM). Y es que casi una semana después de que la Fiscalía de Nuevo León se sumara a las investigaciones, una fuente conocedora de la indagatoria ubicó la camioneta y dijo desconocer por qué volvió a la circulación si fue detenida en un operativo. El sábado, cita el influyente medio de comunicación, la Fiscalía de Tamaulipas identificó a cuatro de los 19 calcinados, dos eran guatemaltecos y dos mexicanos, fortaleciendo la versión de que fue una matanza de migrantes, pero el domingo la fuente detalló que la camioneta Toyota Sequoia, con placas RKY-418-A, fue asegurada el 5 de diciembre por el INM, en Escobedo, luego de que la Policía municipal descubrió una casa donde se refugiaban 66 migrantes. El operativo fue encabezado por César Augusto López Vega, agente migratorio, quien coordinó el traslado de esas personas a las instalaciones del INM en el Estado. Los 19 cadáveres, como bien se sabe, fueron hallados el 22 de Enero en una camioneta incendiada marca Chevrolet Silverado y con 113 impactos de bala. La Sequoia también estaba incinerada, pero sin cuerpos y sin impactos de bala, lo que ameritaría una explicación de las autoridades del Instituto Nacional de Migración y acaso de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana e, incluso, de la Fiscalía General de la República cuyos titulares han guardado sepulcral silencio en ausencia de AMLO.
EN VERACRUZ han ocurrido infinidad de masacres no aclaradas, como la de Minatitlán ocurrida la noche del 19 de Abril de 2019, en donde fueron asesinadas 14 personas mientras festejaban el cumpleaños de una mujer de 52 años, cuando preguntaron por “La Beky”, la administradora de un bar y comenzaron a disparar. El secretario de Seguridad Pública estatal, Hugo Gutiérrez aseguró que se tenían identificados a algunos de los participantes en la agresión, quienes empezaron a ser buscados. Los investigadores creen que el tiroteo fue el resultado de una guerra por el territorio entre cárteles que operan en Veracruz debido a que “La Becky” estaba pagando protección a uno de esos grupos, pero de los responsables nada se sabe aun cuando capturaron ciertos chivos expiatorios. También se encuentra la de Coatzacoalcos el 27 de Agosto del 2019, producto de un ataque armado y con bombas incendiarias en un centro nocturno llamado “White Horse” o Caballo Blanco. Tras los hechos se reportó el fallecimiento de 30 personas (10 mujeres) y 11 heridos. El ataque fue perpetrado por integrantes de un cartel que bloqueó las salidas del centro nocturno, provocando la muerte por asfixia a los noctámbulos. De estos hechos tampoco hay detenidos.
PERO LA aparición el antepasado fin de semana de 19 personas calcinadas en el Estado de Tamaulipas volvió a dejar clara la extrema violencia y vulnerabilidad que se vive en esa región fronteriza, y lo peor es que a más de 15 días aún se desconocen las identidades de la mayoría de los asesinados. La hipótesis recordó a muchos la masacre en 2010 contra 72 migrantes en San Fernando, también en Tamaulipas. Incluso Naciones Unidas comparó ambos sucesos y subrayó que los familiares de aquellas víctimas siguen “en búsqueda de verdad, justicia y reparación”. La zona donde ocurrieron los hechos es conocida por su turismo de caza que atrae incluso a estadounidenses, pese a que Tamaulipas es el único Estado mexicano fronterizo al que Washington pide no viajar a sus ciudadanos debido a los niveles de “crímenes y secuestros”. También ahí se encuentra la Cuenca de Burgos, el yacimiento más importante de gas natural no asociado de México, e instalaciones de Pemex. Es, además, una zona de contrabando de todo tipo de productos ilegales, principalmente cocaína, pero también armas, gasolina y, por supuesto, personas.
COMO FUERA, ese crimen no puede quedar impune como otros tantos, incluso, los sucedidos en Veracruz, pero el Gobierno de Cuitláhuac García Jiménez seguramente no cuenta todo a las autoridades Federales, aun cuando este lunes estuvo en el Estado el secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Leonel Cota Montaño, al que de seguro nada le dijeron –en la mesa de coordinación para la paz- de la más reciente masacre ocurrida en Minatitlán, donde una pareja fue asesinada al interior de su domicilio junto con su menor hijo de dos años, y posteriormente la vivienda fue incendiada, según arroja la necropsia, aun cuando inicialmente policías ministeriales intentaron correr la versión de que el padre de familia había matado a su conyugue e hijo para, enseguida prender fuego a su casa y suicidarse. Pero los estudios forenses arrojan que ambos fueron ahorcados con cables para luego encender la casa. En fin, cosas raras ocurren en esta Cuarta Transformación que, dicho sea de paso, parecieran hacer lo contrario al afamado decálogo de no mentir, no robar y no traicionar. Así de simple. OPINA carjesus30@hotmail.com