“Las mocedades de Ortega y Gasset. (Primera parte)”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
Don Fernando Salmerón fue un filósofo de la vieja guardia, es decir, un hombre que vivió inmerso en el mundo de los libros, la cátedra, la investigación y escribió una amplia obra filosófica. Nació en Córdoba, Veracruz el 30 de octubre de 1925. Su trayectoria en el mundo académico fue destacadísima, no obstante, a Don Fernando se le sigue recordando por su valiosa obra la cual ha sido publicada por el Colegio Nacional en VIII tomos. Por lo antes señalado, el presente mes de septiembre será dedicado a conmemorar el centenario del natalicio del ilustre filósofo cordobés, y lo haremos leyendo, analizando y escribiendo sobre el tomo I de la obra arriba mencionada, el cual se titula: “Las mocedades de Ortega y Gasset.”
Esta obra la escribió Don Fernando como tesis de maestría y fue dirigida por el gran filósofo de origen español José Gaos. De hecho, cuando la tesis se publica en 1959 como libro por el Colegio de México, el autor lo dedica al COLMEX y a su maestro José Gaos. Se sabe que José Gaos fue uno de los discípulos más cercanos a José Ortega y Gasset. Esta influencia se reflejó en el filósofo Salmerón. La influencia se nota no sólo en la elección del tema, ya que en aquellos años Ortega era un filósofo ineludible que todos los estudiosos estaban obligados a leer. Sino en la forma tan profunda, erudita y especializada en que Salmerón desarrolla los temas. Algo más, Ortega y Gasset había muerto en 1955, el libro del filósofo Salmerón fue publicado en 1959. Por este contexto la obra adquirió un valor especial, porque reiterando lo arriba afirmado, en el mundo hispanoparlante, Ortega fue una figura de culto. Para Fernando Salmerón, Ortega y Gasset fue el filósofo más relevante y al mismo tiempo problemático.
Ingresando al universo de la obra, el lector interesado debe saber que el estudio como su nombre lo indica, sólo abarca la etapa de juventud del filósofo español. Lo que implica conocer la vida de Ortega de 1898 a 1913-14. Ahora bien, Ortega siempre enseñó que un hombre de letras, un artista, un filósofo, etc., sus producciones y su actuar está condicionado por las circunstancias que lo rodean. ¿Cuáles era las circunstancias que rodearon a Ortega y que lo obligaron a pensar de determinada manera? Ortega nació en una España en decadencia, en una España que vivía de un pasado glorioso, pero que era sólo eso, pasado. En realidad, España ya no era un imperio, ahora se enfrentaba a un proceso de restauración, mismo que fue encabezado por Alfonso XII. A la muerte del rey, continúo la regencia dirigida por María Cristina en lo que crecía su hijo Alfonso XIII. Alfonso XIII gobernó por un periodo de 21 años, mas, al final un golpe de Estado instauró en el poder a la dictadura de Miguel Primo de Rivera. Después estará un breve tiempo gobernando Dámaso Berenguer y en 1931 se impone el régimen de la Segunda República Española, misma que sucumbirá en la guerra civil española y llegará Francisco Franco al poder. La anterior cronología nos muestra de manera clara porque cuando Ortega nació en 1883 y, sobre todo, cuando empezó a escribir artículos periodísticos, a dictar conferencias, por cierto, siendo muy joven, sus posicionamientos eran muy críticos. Si algo distinguió a Ortega fue su valentía y a muy corta edad discutía con escritores consagrados como Unamuno, Pío Baroja, Menéndez Pelayo, asimismo, cuestionaba la ignorancia de los políticos, la falta de formación profesional, la carencia de ideas e ideales que ayudaran al resurgimiento de España. En este acucioso estudio, Don Fernando Salmerón nos cuenta lo siguiente:
“En el apéndice de este trabajo hemos hecho alusión a las consecuencias que tuvo, para la vida política española, una conferencia del Ateneo: “los problemas nacionales y la juventud”. Y de la impresión que causó en el auditorio quedan noticias en un periódico de la época: en El liberal del 16 de octubre de 1909 aparece una reseña de la conferencia, firmada por Cristóbal de Castro, en que se dice: la fuerte ingenuidad con que Ortega refería sus congojosos estados de alma; el piadoso desdén con que apartó de su camino a una generación estéril; generación de descuidados y de imprevisores; los cálidos y sobrios apóstrofes con que marcó en la frente a este gobierno de analfabetos, de cuyos ministros nadie sabe que hayan pensado nada; la noble y melancólica sinceridad con que sostuvo que nuestra juventud es en gran parte o vanidosa o inconsciente, y el templado vigor que puso al hablar de una guerra acometida sin consultar al pueblo, despertaron, no ya el aplauso, sino el entusiasmo en ocasiones, de un auditorio intelectual.”
Uno de los posicionamientos que más atrapan son los realizados contra la Universidad. Ortega sostiene que la educación y la cultura son las vías para sacar del letargo a la sociedad española. Sin embargo, la Universidad también ha caído en ese proceso de degradación. Este es un problema de nuestro tiempo, lo narro pensando en nosotros. Vivimos en una era donde los jóvenes no tan sólo no estudian, literalmente van a la escuela sin el mínimo interés por aprender. Si de repente un profesor les exige que trabajen, los jóvenes se quejan del profesor y éste es corrido de su empleo sin misericordia alguna. No en pocos casos pueden calumniar al profesor y entonces el cese laboral es más grave. Además, el bajo nivel tiene una responsabilidad compartida. Varios de los pocos profesores que poseen una formación seria, optan por sobrellevar los males de nuestro tiempo y lo hacen alejándose, distanciándose. Ya no hay un compromiso moral de resistir. Otros, que son la mayoría, ejercen el profesorado como un empleo, no como una vocación. Esto nos lleva a que no preparan clases. No leen. No cuestionan a los alumnos. Si el régimen les pide los apruebe, el profesor para evitarse posibles conflictos los califica con diez. No le importa si el alumno escribe: “haceptar”, hojala”, haveces”, no sabe diferenciar vez de ves, no puede escribir una cuartilla porque su lenguaje e ideas están absolutamente limitados. Luego entonces, los males que estamos viviendo y en algunos casos padeciendo, son originados por responsabilidades compartidas principalmente por tres instituciones: la familia, el gobierno y el sistema educativo.
En aquel contexto, Fernando Salmerón nos comparte que Ortega y Gasset señalaba: “Uno de los fenómenos característicos de la vida española es la abundancia de improperios en el lenguaje diario. (Ortega en uno de sus escritos crea a un personaje: Juan Español, a quien describe con estas palabras): no posee grande entendimiento, administra una moral reducidísima, no se conmueve ante una obra de arte, es incapaz de heroísmo y va viviendo hacia la muerte como una piedra hacia el centro de la tierra.”
Nuestros personajes que representan a una amplia mayoría, son muy parecidos al Juan Español de Ortega. No hay el mínimo interés por el saber. Se vive el día a día en la farsa, en la representación, en la nada, en la abulia. Actualmente las personas más famosas a las que se les dedica horas y horas son aquellas que cometen infracciones públicas y dicen todo tipo de improperios. Si pensamos en la política, lo que vemos es un resultado espantoso, asqueroso. Hace unos días una ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que acaba de tomar protesta, su primer gran acto fue una ceremonia de purificación. Aclarando que, el acto de la ceremonia es respetable, pero en la figura de un ministro-a quien representa el equilibrio de la República, el Estado de Derecho, el Estado Laico, la aplicación de la Ley, etc. Ese acto no es más que la puntual descripción de una sociedad en decadencia, del reinado de la demagogia, la estupidez, la sinrazón. Estos son los males de nuestro tiempo y al mero estilo de Ortega hay que denunciarlos. Continuaremos.
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