Opinión Finanzas/ Por: Lino Perea Flores/LAS CALIFICADORAS DE RIESGOS CREDITICIOS (II)

32 lino

 

 

Lunes 15 de agosto de 2016

Comentamos anteriormente que las agencias calificadoras de riesgos crediticios se han posicionado en los mercados financieros como un conjunto de empresas, que valoran la solvencia de que un futuro acreditado pueda cumplir cabalmente con los compromisos financieros contraídos; es decir, que midan los riesgos de no alcanzar a pagar en tiempo y forma, de acuerdo a las cláusulas contratadas con cualquier ente  prestador del servicio financiero. De esta forma, se sopesan las condiciones económicas que prevalecen en un entorno de riesgo y que se deben tomar en cuenta para aceptar o rechazar alguna solicitud de crédito; en otras valoraciones, lo que se trata es de medir los riesgos de que alguna entidad o empresa incurra en el incumplimiento de sus obligaciones a futuro.

En otro nivel de valoración, las empresas calificadoras de riesgos tratan de medir los factores que den como resultado, el incumplimiento de los compromisos que puedan contraerse por determinados países en el mundo. Esto que se denomina como riesgo país, se refiere a la capacidad de que un país, que se mide a través de un índice, pueda llegar a representar un riesgo para las inversiones locales o extranjeras; de esta manera, los inversionistas extranjeros toman en cuenta a las calificadoras de riesgo porque buscan maximizar sus ganancias, por lo que sopesan la probabilidad de perder o ganar al realizar sus transacciones en el exterior con otros países. Entre las principales calificadoras de riesgo en el mundo se encuentran Standard and Poor’s, Fitch Rating y Moody’s Investments.

En el caso de las Pymes, actualmente se observa que existe un incremento en la morosidad de los créditos contratados, en el sistema financiero regulado y no regulado, lo que ha conllevado a la adopción de nuevas políticas prudenciales, con el propósito de abatir los altos índices de morosidad presentes, antes y después de haber utilizado los créditos, que en muchos casos fueron producidos por el incumplimiento en el pago oportuno a proveedores y contratistas de los gobiernos en turno. En este sentido, las agencias calificadoras de riesgos, cada vez más recurrieron a estudiar tanto el entorno como el uso y destino de los créditos, porque dan una idea de como deben regular en el futuro las prácticas de los acreditados, que en otros casos se debieron a un mal uso de los recursos crediticios aprobados.

Para poder calificar los riesgos de las actividades empresariales antes de los préstamos, existen una serie de indicadores como el nivel de endeudamiento del cliente, la evaluación de la capacidad de pago para activos fijos, correlacionar el activo circulante con ciertos niveles de capital de trabajo, historial crediticio de endeudamiento, etc. Para el caso de créditos ya desembolsados, existen medidas prudenciales como el seguimiento trimestral de la cartera otorgada, observancia del comportamiento patrimonial del acreditado, análisis de la cartera de sobreendeudamiento, etc.

En la consideración de una hecatombe financiera de un país o una serie de países o de gobiernos locales o subnacionales, debidos a los sobreendeudamientos, los problemas estriban en que no es posible anticiparse a los acontecimientos debido principalmente al cúmulo de negocios financieros, que como una cargada de búfalos se tornan de pronto difíciles de parar, aún adoptando toda suerte de medidas prudenciales, ya que el afán de negocio predomina sobre las medidas cautelares, porque son las mismas entidades financieras las que promueven y se encargan de facilitar los sobreendeudamientos públicos.

Llevado este expediete al extremo, sobreviene el colapso financiero, que como las fichas de dominó que cuando se paran una tras de otra, en el momento que una se cae, las demás seguirán y colapsarán el sistema entero.Referencias hay muchas, como la crisis financiera de 2008 y 2010 a la cabeza, aunque se pueden contemplar otros casos, como los gobierno nacionales y subnacionales de diversos países.

En la ocasión anterior anotábamos un ejemplo en México, digno de toda consideración que es: “…el caso de la deuda soberana de ciertos países y de algunas entidades federativas como la del estado de Veracruz, que a diferencia de los demás estados de México, las calificadoras internacionales le empiezan a bajar su capacidad de pago, como la de Moody’s que le bajó la calificación de Ba3/A3.mx a B1/Baa3.mx, colocándola en reserva de mayores decrementos. En el caso de Veracruz, a 12 créditos respaldados con participaciones federales, se le han reducido sus calificaciones, su posición financiera y los niveles de calificación de su deuda bancaria…”.

Así observamos que este fenómeno se trasmite inexorablente de un ente financiero a otro y de pronto una bola de nieve cuesta abajo, se puede convertir en una avalancha. En el caso de México, se requiere de un gran cuidado en la conducción de la economía,  ya que todo apunta a un retraimiento de la actividad económica, si tomamos en cuenta que se mantuvo un sobreendeudamiento público nacional y subnacional en los primeros años de este sexenio, que fué exacerbado por una gran corrupción que incrementó paulatinamente los límites racionales del gasto público y que afortunadamente pero sin éxito, se ha comenzado a contener de diversas formas.

Sin embargo, la volatilidad del peso mexicano continúa, la balanza de pagos es deficitaria y decreciente, el aumento de los precios a las gasolinas y la electricidad se reflejarán en mayores niveles de inflación, con mayores tasas de interés, etc. Moraleja, hay que reembobinar el curso económico de México y volver a intentarlo, pero ahora sí por el camino de la inversión, la educación, el conocimiento y el empleo.

 

Comentarios: linopereaf@yahoo.com (*)Maestro en Ciencias y Doctor en Economía por la London School of Economics and Political Science, de la Universidad de Brunel y la Universidad de Londres, Inglaterra.