A estas alturas es razonablemente posible estar informados sobre las características y alcances del Coronavirus. Hemos vivido una experiencia desde la práctica individual y social y disponemos de abundante información. Del miedo absoluto y la oscura incertidumbre pasamos al miedo crónico pero manejable y certezas relativas a las previsiones concretas ante la pandemia. La responsabilidad social es mayor a las muestras de desapego e indisciplina vistas en la sociedad. Se impuso como hábito el uso del cubrebocas, la sana distancia y la aplicación de gel junto al lavado de manos. Es cansado todo eso; hay manifestaciones de hartazgo que se deben atender desde la ciudadanía y las instituciones. El personal médico de todos los niveles ha sido vital en la contención y cura de los contagios a pesar de las insuficiencias materiales del primer momento. No se les adula pero sí se les reconoce y más se debe hacer en sus condiciones de trabajo y apoyos salariales.
En el caso de VERACRUZ, se pueden considerar como positivas las acciones normativas de los Ayuntamientos en las regulaciones de parques y comercios pero hasta ahí. Con algunas excepciones es poco o imperceptible el apoyo económico y material urgente para las familias que cayeron al desempleo y a los pequeños negocios. Del Gobierno estatal realmente es poco lo que se puede decir como rector de las políticas y programas de atención a la pandemia. No hay pruebas en número significativo, ni siquiera para su propio personal de salud, por lo tanto no existe un registro confiable de contagios y, tampoco, se atienden como es debido. Lo que no se mide no se conoce y menos se resuelve. No existen medidas de seguimiento a los casos comprobados de contagio, lo cual implica que no se aíslen los casos sospechosos y mucho menos se interrumpan las cadenas del virus. Sin eso, lo único que quedan son exhortos y la contabilidad poco confiable que se difunde cotidianamente. No han estado a la altura de una emergencia mundial, inesperada pero conocida con suficiente anticipación a que se presentaran los primeros casos en nuestro Estado. Si la sociedad se relaja en cuanto a mediadas de disciplina y hábitos mucho tiene que ver con necesidades económicas y hasta emocionales; el problema es que el Gobierno haga lo mismo por desorganización o falta de aptitud.
Todos los días las autoridades de Salud publican en Veracruz, una actualización de casos de contagios y fallecimientos. Es información pública que permite conocer la evolución del Coronavirus en nuestro Estado. Es de llamar la atención que se pongan cantidades sumamente pequeñas como si el virus nos eludiera o realmente se estuviera haciendo algo extraordinario para contenerlo. Son varios días o meses en que se registran oficialmente entre 30 o 40 casos de contagio que le han permitido a VERACRUZ descender en el listado nacional y dar la apariencia de tener bajo control al Covid-19. Es dudoso en extremo que así sea porque no se está haciendo nada especial al respecto. En una población de casi ocho millones de habitantes y con la movilidad social en pleno es francamente inverosímil que solamente se produzcan ese número de casos. Es sumamente grave que se maquillen los números reales de contagio; lo es desde la dimensión ética pero también en sentido sanitario pues andan por ahí los contagiados propagando el virus. Hay algunos municipios a los que les señalan un ciento de casos en meses.
Esta pandemia ha resultado una prueba para todos nosotros, como ciudadanía y como autoridades. Nos ha puesto ante peligros reales y ante el drama de la muerte. Nos ha golpeado anímica y económicamente; somos más pobres y vamos comprendiendo poco a poco cómo lidiar con este contexto. La herida está abierta y es profunda. No es fácil decir cuando se cerrará y cómo saldremos adelante. En general los Gobiernos han quedado muy por debajo de la problemática traída por la pandemia, con honrosas excepciones municipales. El colmo y la exhibición mayor de actitudes in escrupulosas ha estado en políticos y políticas que han pretendido medrar con estas desgracias.
Recadito: algunos políticos, viejos y nuevos, son parecidos al Coronavirus.