“La escuela de las mujeres.”
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
La denuncia del machismo y con ello la defensa de la igualdad de la mujer ante el hombre, en el terreno literario es un tema antiquísimo. La propia mujer en su actuar ha ofrecido una digna resistencia. Eva es el primer gran ejemplo de rebeldía, porque gracias a su deseo por el saber nos liberó de una eternidad espantosa, aburrida y sin mérito; debido a su curiosidad el hombre descubrió el conocimiento del bien y el mal, y si bien por la influencia que tuvo Eva en Adán el hombre adquirió la finitud, esta vino acompañada de la bella e incambiable posibilidad y responsabilidad de decidir, esto implica que el hombre es un ser con voluntad, con capacidad de pensar por sí mismo, elegir, acertar, equivocarse, decir sí, no, y allí se encuentra el mérito en caso de que el actuar sea honorable, o el desmérito si resulta ser lo contrario.
En esencia, la grandeza de Eva consiste en habernos liberado de la nada pensante, del ocio improductivo, y lo paradójico ha sido que el hombre liberado acabó siendo malagradecido con nuestra primigenia “Prometea”, porque con el paso de los años en lugar de reconocer la grandeza de la mujer, el hombre, al mero estilo del dios Zeus, terminó dominándola, sometiéndola, dañándola, humillándola; sin embargo, la principal arma que ha tenido y tiene la mujer es su inteligencia, y con ella se ha opuesto al autoritario y déspota hombre, y esa misma inteligencia es la que ha utilizado la literatura para denunciar esos comportamientos bárbaros. Ejemplos literarios abundan, hoy nos acercaremos a la pieza cómica de Moliére titulada: “La escuela de las mujeres.”
La comedia en su primer acto aborda el tema de las relaciones matrimoniales. El personaje de Arnolfo y Crisaldo dialogan sobre las infidelidades de la mujer, por supuesto que no incluye una crítica contra las deslealtades del hombre, en una sociedad como la nuestra la fémina que engaña es una “prostituta”, y el hombre que es un mujeriego resulta ser todo un “Casanova”. Al inicio de la obra, Arnolfo nos presenta la visión que tiene de la mujer y lo que busca de ella:
“Arnolfo. –Caso con una tonta para no ser cornudo. Como buen cristiano creo muy discreta a vuestra mujer, pero siempre la inteligencia femenina es mal presagio y conozco lo que ha costado a ciertas personas haber elegido esposas de talento. No sería yo quien me uniese a una ingeniosa que siempre anduviera hablando en reuniones, que escribiera dulces trabajos en versos y prosa, que fuese visitada por marqueses y hombres de letras, mientras yo, como marido de la señora, estuviese en situación de un santo sin devotos. No quiero yo tantos talentos, que no necesita una mujer entender de rimas. La mía es poco esclarecida, no sabe ni siquiera lo que una rima es, y si en juego de agudezas se le pregunta: ¿Qué se mete en la alacena? Contestará: Pastel de crema. En fin, deseo una esposa de extrema ignorancia y que no sepa más que rezar, amarme, hilar y coser.”
Para lograr su objetivo de casarse con una mujer tonta, sumisa, sin voluntad, Arnolfo ha criado, educado y cuidado desde los cuatro años a Inés. Arnolfo ya decidió que va a casarse con Inés, de hecho, la joven desde niña vive apartada de la sociedad, ha tenido dos sirvientes que la cuidan, la atienden, y ella ha aprendido lo básico para la vida. Arnolfo realizó un viaje que lo ausentó de la casa donde tiene hospedada a Inés, en esta ausencia Inés encontrándose en el balcón de su alejada casa, ve pasar a Horacio, este protagonista quedó deslumbrado ante la belleza de la joven, y ella sintió una sensación inexplicable en su interior.
Inés es una joven inocente, desconoce los temas de noviazgos, amoríos; no obstante, las sensaciones que le provocaba Horacio son únicas, inigualables y, en momentos indescriptibles. Los jóvenes convivirán por varios días y se enamorarán profundamente. Arnolfo regresó de su viaje y se enteró de la convivencia de su futura esposa con el joven. Lo interesante radica en que Arnolfo se entera de este amorío porque resulta que es amigo de Horacio, y el joven sin saber de la relación Arnolfo-Inés le confiesa su amor por ella, y va más allá. Le dice que un hombre abusivo, autoritario, gañán, bárbaro, tiene prácticamente secuestrada a Inés, pero que él luchará por liberarla…Arnoldo queda sorprendido y al inicio decide no confesarse ante Horacio que él es el hombre que pretende casarse con Inés, y busca librarse de Horacio prohibiéndole a la joven que lo vuelva a ver, e incluso la obliga a que no tan solo le niegue su amistad, además, le pide que cuando Horacio llegue a su balcón le aviente de pedradas e Inés así lo hace.
Al poco tiempo, Arnoldo se reencuentra con Horacio y este le platica que fue recibido a pedradas en la casa del déspota pretendiente de Inés; empero, se encuentra motivado y decidido a luchar por ella, porque la bella Inés le ha demostrado que lo ama. Arnolfo le pregunta que por qué está tan seguro que lo ama. Horacio le confiesa a su “amigo” que en una de las piedras que lo golpeó, Inés le envió un papel donde le explicaba el motivo de la agresiva actitud, pero que ella lo amaba…Arnolfo regresó furioso y habló con Inés, ella le confesó que ama a Horacio, por supuesto que él no lo aceptó y le dijo que inmediatamente se casarían:
“Arnolfo: -El matrimonio, Inés, no es un juego, y el rango de mujer casada obliga a austeros deberes, de manera que deseo que no os elevéis a él para pasarlo bien y con licencia. Vuestro sexo está obligado a dependencia y el poder pertenece todo al sexo barbudo. Dos mitades componen la sociedad, y no hay igualdad entre ellas, pues una es mitad suprema y subalterna la otra, y una ha de estar sometida en todo a la que manda. La mujer debe obediencia al marido. Cuando él seriamente la mira es deber de ella inclinar los ojos. Así como la novicia que ingresa en el convento debe saber de memoria sus oficios, así ha de saberlos también la mujer que entra en el matrimonio. Tengo en el bolsillo un importante escrito que os enseñará las obligaciones de la esposa. Desconozco quien es su autor, pero bien se ve que es un alma pía, quiero que leas esto y que sea vuestro único solaz. Inés. – (Leyendo) “Las máximas del matrimonio, o los deberes de la mujer casada, con sus ejercicios cotidianos: Primera máxima: …Segunda máxima. –No debe adornarse la casada sino tanto como desee su marido, solo a él corresponde el cuidado de su belleza y nada importa que los demás juzguen fea a la casada. Tercera máxima…Cuarta máxima…Séptima máxima. –no le serán menester escritorio, tinta, papel ni plumas, ya que, dentro de las buenas costumbres, cuando se escribe en la casa lo escribe el marido…Octava máxima…”
Si la grandiosa Eva se rebeló contra el autoritario y poderoso dios, y al mismo tiempo avivó al atarantado de Adán para que desobedeciera la orden de no comer la fruta que enseñaba el conocimiento del bien y el mal, cuánto más no se rebelará la inocente pero voluntariosa Inés contra el tirano Arnolfo. La primera forma de oponerse fue intentando hacerlo entrar en razón, ella le dijo que debía aceptar que no lo amaba, que él no la hacía sentir nada, que no le provocaba la mínima sensación, la mínima emoción, que no le interesaban sus riquezas… Arnolfo intentó persuadirla, cosa que por supuesto no logró. Luego entonces, fiel al estilo del eterno machismo autoritario, Arnolfo utilizará la fuerza, el poder, el engaño, la mentira…y, aun así, Inés está dispuesta a morir si es necesario; pero al mero estilo de Eva, luchará por su libertad, por la libertad de elegir, decidir, pensar, disentir…Esta es la escuela de las mujeres, la historia de las mujeres, la educación de las mujeres, la grandeza de las mujeres.
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