Cuitláhuac, como decían las abuelas, resultó un bueno para nada.
Ahora le ha dado por aparecer en las redes sociales todo el santo día logrando que se acentúen las burlas en su contra.
Característica natural, no que mal escriba que lo hace, sino que hable con faltas de ortografía; que use ese modito de pronunciamiento jarocho sin serlo; que defienda a su partido con argumentos fútiles y que su mejor escuela -en abierto remedo al Peje- sean las mentiras.
Muy su bronca que le gusten los tacos de tripa gorda; que se empeñe en chapear en lugar de gobernar o bailar salsa o danza autóctona, o hacerla de pintor de brocha gorda, pero ¿hacerlo cuando el estado se está cayendo a pedazos?
También muy su problema que ande tras la corcholata Claudia Sheimbaum, recorriendo el país en aviones del gobierno del estado y enviando fotografías donde se ve en primera fila en los informes de sus pares en toda la república como si fueran logros de gobierno.
Y muy de él y su mal gusto ocuparse en perder el tiempo adornando su Palacio y las plazas pública so pretexto del Día de Muertos; ordenar banquetes y disponer que todos sus colaboradores se pintarrajeen la cara en remedo a las calaveras y catrinas para luego enviarlos a desfilar desatando la mofa ciudadana.
Pero bueno, todo admisible en un ambiente de paz y armonía social.
Pero asegurar que la delincuencia ya bajó, que se ha cumplido con el programa de vacunación o que no hay corrupción en Sefiplan y que la Secretaría de Obras Pública cumple con honestidad, es verdaderamente inadmisible.
No se pueden andar con tantos festejos públicos y dilapidación de los dineros que no son de ellos – a menos que se lo roben- ante necesidades apremiantes por atender.
Ya vemos los edificios públicos colmados de adornos mortuorios con cargo al erario; disfraces y maquillajes para la burocracia a fin de estar acorde a los festejos y viandas y ofrendas públicas para recordar a los que ya se fueron, con cargo al erario.
Y en paralelo ver pleno al gobernante bailando por las calles buscando congraciarse con la ciudadanía sin reparar en la molestia ciudadana por los estragos de la pandemia, la escalada feminicida y las raterías de su gobierno que ya nos tienen hasta la madre.
Como que todo en Palacio funciona al revés.
El en lo suyo “inaugurando” tramos carreteros para la foto; cortando listones inaugurales de escuelas remozadas inexistentes y asumiendo que en materia de turismo somos una potencia cuando en Veracruz no se paran las moscas.
Y ese insistir en no se ha contratado nueva deuda escondiendo los casi 8 mil millones de préstamos externos en tres años -para las siguientes semanas entrarán mil 800 millones para pagar aguinaldos -hace tres años fueron 2 mil 500 millones, en 2019, 2 mil 400 y el año pasado mil 800 -, o persistir en que no hay subejercicio cuando está comprobado que en el primer año fueron 3 mil 800 millones los que se devolvieron y para este se calculan 4 mil 900 millones los que retornarán a las arcas federales de la hacienda pública.
Cuitláhuac es, a no dudar, un reyecito, que presume gobierna a gente como él, sin preparación básica, rehén de engañabobos y vencedor de fifis y yunistas.
En la parte oscura de su personalidad sabe que no le queda de otra que seguir insistiendo en que Morena es la salvación de Veracruz, que él es un santo porque así lo determinó el Peje y que gracias a que está “bendito” todos los seguidores de Morena-Veracruz se la deben y que el “Gutierritos” de moda no tiene vela en el entierro jarocho.
Es el espejo en el que gusta mirarse todas las mañanas.
Esa es la tragedia que vive Veracruz a unos días del tercer informe de gobierno de Cuitláhuac García.
Mientras… ¡Que siga el baile!
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo