* Hasta el gobierno federal reconoce la alta violencia política en el estado
* PRI, reclaman la ineficacia del gobierno de Veracruz ante la violencia política
Marco Antonio Aguirre Rodríguez
El gobernador Cuitláhuac García Jiménez se ofende cuando le hablan de la violencia política que existe en Veracruz y la reduce a sus declaraciones, nada más.
Nada dice de los candidatos muertos, amenazados, de las acusaciones de que algunos tienen que pagarle cuotas de protección a los grupos delincuenciales para poder hacer campaña, de los que han sido amenazados para que dejen la candidatura y permitir que llegue al poder quien está en contubernio con la delincuencia.
Su boca no habla de como va a reducir la violencia política, como va a proteger la vida de los que andan en campaña, como va a detener a los candidatos realmente ligados con la delincuencia.
Dice que hay candidatos impresentables, pero no reconoce que esos candidatos con antecedentes delictivos no han sido procesados.
Cree que sólo con dejar de hablar del tema ya con eso cumple con el que no haya violencia política en Veracruz.
Interesante ésta declaración, porque muestra su subconsciente, que le dice que él es la fuente de violencia política.
¿O será tan siniestro que es capaz de decir esto para que no se le pidan cuentas de la real violencia, con muertos, atentados, heridos, amenazados, extorsionados y demás?.
Puede ser que hacerle al “distraido” sea una táctica para no reconocer que es su responsabilidad, suya de él, como gobernador garantizar la seguridad en el estado y por tanto evitar la violencia de todo tipo, incluyendo la política.
La agencia analista de riesgos Etellekt hace un recuento de la violencia política en México y resalta el caso de Veracruz, con el mayor número de políticos asesinados durante este proceso, con un total de 15 (11 opositores y cuatro oficialista).
Al gobierno de Cuitláhuac García, a la fiscal Verónica Hernández Giadanas cabe hacerles estas preguntas: ¿Cómo van las investigaciones?, ¿siquiera tienen sospechosos de quién los asesinó?.
También hay 45 víctimas de agresiones en el conteo de la misma empresa, ¿quién los agredió?, ¿porqué?. El gobierno del estado debería de poder responder a esto, como muestra de que realmente se hace algo para detener la violencia política en la entidad.
¿Y qué pasa con los casos donde los candidatos fueron amenazados para que abandonaran la contienda?.
Esto debería de tener una atención especial, porque significa que quien los amenaza es un delincuente que quiere el poder político.
Y Cuitláhuac García nada hace.
Más bien, se hace el ofendido y mira para otro lado, para no prestar atención a la situación tan grave que vive Veracruz y que él no puede remediar… O no quiere remediar.
¿Acaso Cuitláhuac García tiene complacencia con los grupos delincuenciales que ejercen la violencia política en Veracruz, la violencia de todo tipo?.
Cuitláhuac García debería de actuar, porque son muchos los que piensan que son las mismas fuerzas oficiales de Morena las que instigan para que la violencia política incremente y que los candidatos de su partido y de sus aliados sean los beneficiados.
La teoría del sospechosismo, esa que puso tan de moda el mismo Andrés Manuel cuando no era presidente, hoy se aplica aquí.
Fue el 8 de septiembre de 2004, cuando el entonces secretario de Gobierno de Vicente Fox, Santiago Creel Miranda, pidiera acabar con la cultura del sospechosismo, porque Andrés Manuel López Obrador sospechaba de todo.
Hoy sigue sospechando de todos, pero hace lo que se le pega la gana.
Ese sospechosismo es el que rodea a Cuitláhuac García y su sin actuar.
¿Acaso está esperando Cuitláhuac que vengan desde la misma federación a atender el problema, como lo han hecho con la violencia en general?.
Por que es el ejército, la Marina y la Guardia Nacional los que han actuado contra los criminales. Seguridad Pública y la Fiscalía sólo han sido elementos de acompañamiento, porque en Seguridad Pública cada día demuestran más que están para reprimir y en la Fiscalía los hechos evidencian que para resolver un caso deben inventar culpables, incluso torturando a quienes en esa dependencia quieren inculpar. Y Verónica lo sabe y muy probablemente hasta lo aplaude.
Es tan grave el problema de la violencia política en el estado, que el 9 de abril de 2021, la misma Rosa Icela Rodríguez Velázquez, Secretaria de Protección y Seguridad Ciudadana dijo que Veracruz se encuentra en la lista de entidades donde se ha presentado mayor violencia política relacionada con el proceso electoral actual.
No le dio el primer lugar que ya tenía, tal vez para no quemar más a Cuitláhuac y su sinactuar, pero puso de ejemplo el caso del asesinato de las Merlin, allá, en el sur del estado, supuestamente por un robo.
¿Realmente fue el robo el movil del doble homicidio?, ¿en verdad no hubo nada político atrás de eso?.
Marlon Ramírez Marín, presidente del Comité Estatal del PRI, acusa que desde que asumió la dirigencia, ha solicitado en reiteradas ocasiones al Gobierno del Estado, de a conocer la estrategia de seguridad en la entidad ante la violencia y los altos índices de inseguridad que se vive a lo largo y ancho del territorio veracruzano, sin embargo, las autoridades correspondientes han hecho oídos sordos a esta exigencia de la ciudadanía.
De hecho su percepción es la misma que la de muchos veracruzanos, del sin actuar de Cuitláhuac García: “No hay el menor atisbo de intención de encontrar un mecanismo o protocolo que nos permita a nosotros poder mandar a los electores y ciudadanos, una señal de tranquilidad y de paz”.
“Veracruz no está pasando por un buen momento, no tiene un buen gobierno y no tiene un buen futuro”, sintetiza.
Y en eso tiene toda la razón.
Los candidatos, los dirigentes de partido, pueden ser aspirantes a místicos o incluso místicos de la política, pero finalmente también son ciudadanos a quienes se les deben garantizar sus derechos humanos, entre ellos el de la vida.
Y el gobierno de Cuitláhuac García no está cumpliendo con ello.
Los místicos están expuestos a la violencia.
Los terrenales también.
Y Cuitláhuac sólo mira para otro lado para no ver lo que no quiere ver.
¿Sospechosismo la complicidad?