El 10 de octubre de 2016 estallé en este espacio. Estaba escandalizado por la forma impropia en el vestir con la que se conducía el entonces gobernador Javier Duarte de Ochoa.
Consideraba yo que no se conducía con la propiedad de la investidura a la que lo obligaba su carácter de gobernador del estado; que le faltaba al respeto y que la rebajaba a la de cualquier gobernante bananero.
Le dediqué dos columnas con los encabezados: “La fotografía” (10 de febrero de 2012) y “La forma de vestir” (10 de octubre de 2016). La primera motivó que tomara represalias en mi contra.
A la distancia, ocho años después, viendo el comportamiento impropio con el que se ha conducido durante su mandato el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, creo que me ahogaba en un vaso de agua.
Aquella reunión con la embajadora del Reino Unido
El 8 de febrero de 2012, a un año de que había asumido la gubernatura, Duarte se reunió con la embajadora británica Judith Macgregor. La recibió en la oficina que tenía el gobierno del estado en el World Trade Center de Boca del Río.
Viendo las fotografías oficiales de aquel encuentro me puse a pensar si es que además de viejo me estaba volviendo conservador, si estaba yo mal y si exageraba, o, me pregunté, qué me pasaba, pues por comodidad me gustaba, me encantaba la informalidad en el vestir (hasta la fecha).
Recordé que durante muchos años había trabajado en el Gobierno y que para mí era un sufrimiento disfrazarme con traje y corbata, usar zapatos formales. Escribí entonces: “A veces despierto asustado cuando sueño que para mi entierro me ponen traje y corbata y todas esas cosas que muchas familias acostumbran para que, aunque ya cadáver, se vea uno ‘presentable’ (así dicen)”.
Viendo, pues, aquellas fotografías de Duarte y la embajadora, me puse a pensar si ya no veía la vida como un joven, si es que las reglas de etiqueta, el protocolo, las prácticas, los usos y costumbres oficiales, también habían evolucionado, si ya se habían roto o si se podían romper sin que se cometiera alguna falta; si era la moda y si se aceptaba con toda naturalidad; si todo había cambiado, no me había dado cuenta y me había quedado en el pasado.
Viendo las fotografías me puse a pensar en lo que significaba representar a una potencia mundial, a una de las siete mayores economías del globo terráqueo, a una nación prototipo de la puntualidad, de la etiqueta, que había sido el imperio que dominó al mundo entre los siglos XVI e inicios del XX, que para entonces estaba celebrando los 200 años del nacimiento de Charles Dickens, que tiene una realeza, que es cuna del máximo dramaturgo de todos los tiempos, William Shakespeare, que creó al prototipo del hombre de acción del mundo civilizado, valiente, héroe, seductor y extremadamente elegante como James Bond, que en las películas se pelea con los más trogloditas enemigos del mundo occidental y nunca se despeina.
En las fotografías, que quedaron para la historia, se veía, se ve, a la embajadora vestida con la propiedad de su investidura y del gobierno que representaba, y por eso pensé que Duarte debió haberse vestido diferente para la ocasión, formal, aunque nada más hubiera sido para la foto (esa mañana tenía otros actos en el WTC), pues aparecía con zapatos informales de hebilla metálica en el empeine, pantalón oscuro, camisa blanca abierta del cuello y sin corbata, chamarra negra, que yo le hubiera sugerido la gala de la diplomacia. Representaba, dije entonces, a un pueblo, a un gobierno y los ilustres visitantes debían llevarse la mejor impresión personal de sus anfitriones, máxime si eran autoridades.
Apunté: “No es ético pero hoy día los asesores y los equipos de imagen, con la facilidad que otorgan los programas informáticos, truquean o trucan –así también dicen los informáticos– las imágenes para que sus productos, incluyendo los humanos, tengan el mejor ‘empaque’, la mejor ‘envoltura’, la mejor presentación y ‘vendan’ o proyecten el efecto que se pretende, para lo cual, en el caso de las personas, ‘maquillan’, quitan arrugas, papada, ojeras, cicatrices, lunares, manchas, o las ponen, según el caso, pero también ‘editan’, esto es, hasta pueden poner otro cuerpo a un rostro, es decir, ¿por qué no, si es que no estoy mal, se le ‘cambiaron’, por ejemplo, los zapatos al gober, o en la pantalla se le ‘cerró’ la camisa y se le puso una corbata?”.
Concluí que viendo la fotografía, me preguntaba si sería motivo de un análisis serio, de una discusión en el aula de las facultades de periodismo o de comunicación o de estrategias comunicacionales o áreas afines, de una disección, detalle a detalle, entre maestro y alumnos, entre profesionales de imagen y de medios (mañana continúo con el tema).
Los reyes de España exponen cobardía de AMLO y Cuitláhuac
Los reyes de España, Felipe VI y Letizia, dieron ayer una lección de responsabilidad con el pueblo español, dejaron al desnudo la cobardía de Andrés Manuel López Obrador y exhibieron la menudencia que resultó como gobernador Cuitláhuac García Jiménez.
Acompañados por el presidente Pedro Sánchez, quien terminó huyendo, los monarcas visitaron las zonas golpeadas por la catástrofe a causa de las inundaciones en Valencia y realizaron y terminaron un recorrido en medio de insultos, golpes y arrojo de barro que alcanzó al monarca en la cara, así como a la reina. “¡Asesinos!”, les gritaron.
Aunque constantemente zarandeado, Felipe VI dialogó por más de una hora con la gente. Por la tarde, en una reunión de trabajo dijo que “hay que entender el enfado y la frustración de muchas personas por lo mal que lo han pasado”, y que “además de atender la emergencia”, es preciso “dar esperanza” a la gente.
En cambio, el 14 de noviembre de 2023, un cobarde Andrés Manuel López Obrador trató de justificarse por no ir a atender personalmente a los damnificados por el huracán Otis en Acapulco. “Soy el presidente de México, tengo que cuidar la investidura presidencial, no soy Andrés Manuel, soy el presidente y no puedo permitir que nadie me ningunee, prestarme, caer en una provocación”.
En Veracruz, en seis años, salvo el pasado lunes cuando lo hizo obligado por la llegada de una enviada presidencial a Minatitlán y Tlacotalpan, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez tampoco nunca dio la cara a los damnificados por inundaciones y prefirió dedicarse a ensayar pasos de baile en el patio central del palacio de gobierno para participar en el desfile de catrinas y catrines que tuvo lugar en Xalapa.
Como he venido comentando, fotografías que él mismo ha difundido lo muestran a buen resguardo, haciendo “evaluaciones” desde la comodidad de la Sala de Banderas del palacio de gobierno, bien atendido por asistentes para que no le falten café, leche, pan, frutas, jugos de frutas exóticas, botellas de agua, mientras miles de veracruzanos sufren todo tipo de carencias, entre ellos alimentos, debido a las inundaciones.
En otro acto de cobardía, tampoco le dio la cara a los veracruzanos y menos les llevó palabras de aliento y esperanza. Para fortuna de los veracruzanos, ya se va en 26 días más.
¿Será esta una semana horribilis?
Dos temas me preocupan, cómo no, que dominarán esta semana: la posibilidad de que el país caiga en una crisis constitucional por la reforma judicial, y la elección presidencial, este martes, en Estados Unidos.
En el primer caso, mañana, también martes, la Suprema Corte de Justicia discutirá las acciones de inconstitucionalidad que impugnan la reforma.
En su proyecto de sentencia, el ministro Juan Luis González Alcántara propone que la Corte avale aspectos de la reforma judicial, como la elección de Ministros, la extinción de los fideicomisos y la creación del Tribunal de Disciplina Judicial, pero plantea anular la elección de Jueces y Magistrados.
En declaraciones al diario Reforma, el ministro expresa que: “El proyecto anticipa que estamos ya en una crisis constitucional por el número de resoluciones dictadas en juicios de amparo, respecto de la reforma judicial, que no han sido acatadas. Hay una crisis constitucional cuando desde la tribuna legislativa se exhorta a la población y al resto de las autoridades a desacatar una resolución judicial”.
En el segundo caso, Jorge Schiavon, especialista de la Universidad Iberoamericana, dijo a El País: “Gane quien gane Donald Trump o Kamala Harris), va a haber un endurecimiento de la política de Estados Unidos hacia México”. Sobre todo el regreso de Trump tiene encendidas las alarmas. “Viene recargado, en modo de guerra”, dijo Steve Bannon, antiguo colaborador del energúmeno candidato.
Narcotráfico, migración y comercio, los temas principales respecto a México no cambian, sin importar que se trate de Trump o Harris, coinciden los especialistas, de acuerdo a la edición México del diario español. Una de las consecuencias inmediatas que ya estamos viviendo es la caída de nuestro peso frente al dólar.
Sí, la semana puede ser horribilis para la vida del país y de los mexicanos.