El pasado 5 de abril se realizó uno de tantos festivales que tienen lugar en la Ciudad de México: el AXE Ceremonia, un evento donde las personas se reunían por una pasión compartida, la música. Sin embargo, en esta ocasión dos personas perdieron la vida por la indebida colocación de una estructura en una grúa que terminó colapsando sobre dos personas: Berenice Giles y Miguel Hernández.
Menciono sus nombres porque se suman a la larga lista de personas del ámbito periodístico que fallecen en el ejercicio de su labor, porque sus familiares merecen que se haga justicia y caigan los responsables de la irresponsabilidad que terminó con los sueños de los jóvenes fotógrafos que se encontraban cubriendo un evento sin siquiera contar con condiciones dignas laboralmente hablando.
Lo sucedido es solo la punta de un iceberg donde todos somos partícipes de que la irresponsabilidad de paso a la impunidad y estos actos sigan teniendo lugar sin los cuidados adecuados y explotando áreas verdes para el beneficio de empresas que no cumplen con los procesos debidos de seguridad y atención. El 5 de abril dos fotógrafos perdieron la vida, no obstante, el festival siguió como si nada pasara, el show debía continuar.
El parque bicentenario es un espacio que desde la administración de Enrique Peña Nieto se ha aprovechado para una gran variedad de eventos, fue concesionado durante su gestión a Operadora de Proyectos de Entretenimiento NLP, SA de CV, cuyo dueño de acuerdo a “Mexicanos contra la corrupción y la impunidad” también está vinculado a la empresa de seguridad privada CAMSA, misma que ya estuvo ligada a otra tragedia, pues era la encargada de vigilar la estación de migración de Ciudad Juárez donde alrededor de 40 personas perdieron la vida por un incendio en 2023.
Una vez ocurrida la tragedia todo mundo se lavó las manos, los comunicados del festival decían que los fotógrafos recibieron atención médica para ser trasladados con vida al hospital, versión que posteriormente fue desmentida. Aunque la concesión le correspondía a la Operadora NLP, esta a su vez cedió la organización del evento a Grupo ECO. Lo anterior nos deja con la misma pregunta ¿Quién es responsable de lo sucedido? Y tal como ocurre en el resto de situaciones de México aún no tenemos respuesta.
¿Fue el gobierno por la falta se supervisión de protección civil durante el evento? Pues aunque se habían realizado procesos de revisión donde no figuraba la estructura que se desplomó, no hubo personas al pendiente en el momento y la labor gubernamental no termina sólo con simples recomendaciones. ¿La responsabilidad la tienen las empresas que por lucrar con este tipo de festivales se olvidan de los procesos de seguridad? ¿O incluso recae en nosotros como usuarios que terminamos olvidando que también como consumidores tenemos un gran impacto, pues sin demanda la oferta de estos eventos no se incrementaría y tampoco serían exagerados los costos por acudir a los mismos?
Nuevamente, el lamentable suceso nos deja ver mucho más, la impunidad con la que grandes empresas pueden operar, cambiar de rubro o nombre y seguir con grandes vínculos que favorezcan su desarrollo. La precarización laboral y la desigualdad social que llevan a personas a aceptar condiciones infrahumanas de trabajo con tal de ser partícipes de eventos de esta magnitud.
Tristemente también es un reflejo de la apatía, la superficialidad y el desinterés social en el que podemos sumirnos, donde se prioriza un concierto masivo y no las vidas humanas. ¿por qué no se paró el evento ante la tragedia? ¿cómo es que las y los asistentes siguieron cantando y bailando pese a las pérdidas humanas? Nuevamente nos encontramos ante una situación donde pareciera que el entretenimiento pesa más que nuestra propia humanidad.