Una sociedad crece bien cuando las personas plantan árboles, cuya sombra saben que nunca disfrutarán.
Proverbio griego
El lunes 20 de julio SEDATU haría la medición de las 2 mil hectáreas de nuestros bosques de Coatepec, que pretende regalar a un grupo de invasores, y logramos detenerlo entre todos, gracias a la suma de los esfuerzos, gestiones y firmas que se han reunido en contra.
Se ha impedido el inicio de una medición absurda e irregular que se sustenta en documentación falsificada, pero no se han cancelado las intenciones, ni de la autoridad ni de los invasores. Los invasores siguen ahí, avanzan ocupando terreno, continúan talando los bosques, siguen agrediendo a los propietarios, amenazan, se sienten respaldados por la autoridad que entrará a medir el terreno que ellos quieran. El problema escala, los riesgos crecen.
Pareciera que desde las instituciones no alcanza a valorarse el daño que una acción así puede llegar a tener. Se desconocen los motivos de insistir en dar continuidad a un procedimiento a todas luces viciado, nulo de pleno derecho.
Al borde de un conflicto social de magnitudes difíciles de calcular, la SEDATU insiste en “continuar con el procedimiento” a una solicitud de tierras que se sustenta en la falsificación de documentos oficiales pero fundamentalmente en la ignorancia u omisión de las normativas ambientales. Está suficientemente estudiado y documentado que esa zona es altamente valiosa, frágil y que debe ser protegida sin ambages. Ahí no puede ni debe generarse un nuevo asentamiento, ni rural ni urbano. La zona no debe cambiar de uso del suelo y su destino es la conservación de los bosques y las fábricas de agua.
Si la autoridad valida una dotación de terrenos, no puede ser aplicada en esa zona. Deberá cancelarse este procedimiento e iniciar otro con la búsqueda de terrenos con vocación agropecuaria y para el asentamiento humano, usos vedados para la zona de bosques de Coatepec y de todos los municipios veracruzanos donde exista esta valiosa vegetación.
Resulta indignante y por lo menos sospechosa, la necedad administrativa de dar cabida y continuidad al trámite, sobre terrenos de preservación ecológica, afectando propiedad privada y propiedad municipal, siendo omiso de las violaciones a la normativa ambiental que les aplica, afectando con ello a la región en su conjunto.
Ahora mismo, el rechazo crece, la inconformidad no se queda solo en los coatepecanos, se amplía regionalmente y mucho más allá. La conciencia ambiental nos une en un reclamo frente a la impudicia de querer socavar territorios, espacios que deben estar por encima de las ambiciones e intereses particulares.
Mientras los propietarios legales y legítimos realizan las protestas y dan sus luchas, los ciudadanos de otros sectores sociales, coatepecanos o no, impulsamos y reivindicamos el derecho a reclamar la defensa de los bosques. Ojalá el ayuntamiento coatepecano retome su papel de primer interesado y de primer afectado, adquiriendo una presencia institucional proactiva, colectiva, de unidad del cabildo que enfrente con seriedad y responsabilidad la puesta en riesgo del patrimonio y riqueza municipal.
La discusión que se ha abierto en el municipio de Coatepec respecto de la invasión de 2 mil hectáreas, marca una nueva ruta de participación ciudadana y de discusión de las decisiones administrativas que han favorecido la arbitrariedad y la impunidad. La pregunta es que caminos seguirá. Encontrará la cerrazón o se entenderá que el presente que se agrieta o el futuro que se cancela debe atenderse con la sensibilidad necesaria para trascender y forjar lo que ahora mismo define a las nuevas relaciones sociales, políticas y ambientales.
LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
La realidad nos cachetea con 99 feminicidios en el país en junio del 2020. ¿Cuántas más se necesitan para reconocerlo?