Sospechosamente interesante que cada vez que se denuncian irregularidades financieras o investigaciones sobre desvíos o subejercicios en el gobierno de Cuitláhuac García, la auditora de ORFIS, Delia González Cobos, busca distractores acusando raterías del pasado para ocultar el presente.
A mediados del siglo pasado cuando se descubrían millonarios desvíos o saqueos al erario de parte de servidores públicos para lavar las raterías terminaban metiendo a la cárcel a los carteros.
Hoy en Veracruz sucede algo parecido.
Mas que observar las millonarias contrataciones de la Secretaría de Infraestructura, SIOP, en materia carretera donde no se licitaron el 98 por ciento las obras carreteras y tuvieron serios problemas al comprobar el presupuesto 2019 -hasta marzo del 2020 taparon faltantes por 9 mil millones de pesos- se acude a las irregularidades de los ayuntamientos cuya mayoría no son Morena.
Peor aun lo que se sucede en la Secretaría de Salud.
La Auditoría Superior de la Federación ha descubierto serias irregularidades financieras superiores a los mil 900 millones de pesos y no destinar incluso presupuestos de la Secretaría de Salud federal para atender el destino financiero del hoy extinto Seguro Popular.
Lo mismo sucedió con la cuenta pública 2019 en la que se registraron presuntos desvíos por 2 mil 413 millones de pesos, así como el regreso a la Federación de 3 mil 963 millones de pesos por subejercicios.
En los tres años del gobierno de Cuitláhuac García no encuentran explicaciones sobre préstamos millonarios adquiridos a la banca que alargan la deuda pública por 30 años más.
Sin embargo, ORFIS toscamente encuentra distractores como “descubrir” que en los últimos sexenios hubo irregularidades por 33 mil millones de pesos, pero no se enfoca en los subejercicios, préstamos y disposición de dinero sin comprobar del actual gobierno.
“Se han presentado 196 denuncias penales por un presunto daño patrimonial de 33 mil millones de pesos de 2007 a 2018”, sostuvo Delia ante diputados locales aludiendo a gobiernos anteriores.
Es entendible, sin embargo, la actitud de Delia González Cobos.
Si fue impuesta por Eleazar Guerrero, subsecretario de Finanzas y primo hermano de Cuitláhuac García ¿por qué habría de desentonar?
¿Por qué si cuenta con el apoyo de Cuitláhuac García por qué tendría que encuerarlo exhibiendo sus sospechosos manejos financieros?
¿Por qué habría de ser una funcionaria honesta y honorable si ha callado ante la denuncia de que ocultó ingresos personales por el monto de 80 mil pesos mensuales entre los años 2015 y 2016 cuando fungía como representante de Morena ante el OPLE, por lo cual habría recibido 960 mil pesos en total?
¿Por qué, insistimos, habría de ir contra natura si su anterior cargo fue Procuradora Fiscal en la Secretaría de Finanzas donde sólo acataba el mandato de su titular José Luis Lima Franco?
“Esta habilidad para tapar y manejar de manera soterrada -la transa pues- es una de sus habilidades…”, escribió en su momento Ricardo Ravelo y hace unos días Armando Ortiz escribe que Delia se ha puesto a hurgar en los sexenios anteriores, pero encubre al actual gobierno.
“Y para que no se le reproche su encubrimiento actual, se pone a sacar cifras impactantes sobre desfalcos, sobre irregularidades, sobre desvíos ¿Por qué los otros auditores no lo detectaron a tiempo? Por la misma razón por la que Delia González Cobos no detecta los actuales, porque la verdadera razón del ORFIS es encubrir a los actuales delincuentes”.
Y en el ajuste de cuentas por aclarar hasta el momento se desconoce por qué en 2019 la SEFIPLAN regresó 3 mil 284 millones de pesos que no ejerció el gobierno y que fueron entregados a la federación para su uso «discrecional» mismos que podrían haber servido al Estado para ayudar en la contingencia por COVID 19.
En cambio, han solicitado un promedio de 15 préstamos endeudando más a la entidad.
Hoy la deuda pública de Veracruz rebasa los 51 mil millones de pesos y siguen los préstamos no obstante que el gobierno dispone de 128 mil millones de pesos anuales de presupuesto.
En fin, hoy los números no cuadran y menos las explicaciones de Delia que ya no sabe qué hacer para quedar bien con sus patrones que la tienen advertida de que tenga el debido cuidado de no salirse del carril.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo