¡Francisco Berlín corre el maquillaje de un gobierno fallido!
Pudiera decirse que el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, da pena ajena, pero no.
Es demasiada la mofa, imparable la burla, insostenible que los veracruzanos seamos hazmerreír de la república por culpa de un ocurrente que escupe imbecilidades.
Inaceptable que quien nos representa avergüence a todo un pueblo día tras día, declaración tras declaración.
De si grave que a lo largo de casi 26 meses de gobierno haya sido colocado por las empresas demoscópicas más importantes del país, como uno de los peores gobernadores de la república como para encima tenerlo como el tonto útil del Peje, representando a más de ocho millones de veracruzanos.
Difícil, de verdad difícil, sentirse representado por Cuitláhuac.
Los veracruzanos no jugamos a la política, la ejercemos. Nos gusta el chiste y el albur, sin embargo para el ejercicio del poder, somos serios. Somos formales. Nos gusta representar a nuestro pueblo con dignidad, sin cantinflear y, por supuesto que nos gusta el rollo y el abuso de la retórica, pero cuando se trata cumplir, cumplimos.
Más si son intereses supremos como lo es la salud de nuestras familias, el respeto al empleo, el cumplimiento de la obra pública, el compromiso educativo, así como garantizar la seguridad pública.
No nos gusta, de hecho nunca nos gustó, del México postrevolucionario para acá, esa descarada y ominosa supeditación al centro, al mandato presidencial.
Veracruz hace mucho había dejado de ser una oficina más de Palacio Nacional.
Como estado libre y soberano siempre se guardó institucional prudencia y sana distancia, no como ahora en donde invocar al Peje, es como arrodillarse ante Dios y escuchar a su discípulo, el gobernador, es como quedar sometidos al imperio de los tontos.
Bien decía Fernando Gutiérrez Barrios que mal andamos cuando el poder lo detentan los soberbios “más aun los soberbios ineptos”.
Y bien dice el sabio de la política y reconocido internacionalmente como padre del Derecho Electoral, Francisco Berlín Valenzuela, en una carta abierta al gobernador Cuitláhuac García Jiménez –una misiva que su arrogancia le impedirá leerla- que ha llegado el momento de la autocrítica.
“Ha llegado el momento de hacer un acto de reflexiones profundas, con una autocrítica sería y sincera, evaluando lo hecho hasta ahora en el ejercicio de su cargo, el apoyo que le han brindado sus colaboradores, algunos de los cuáles no han sabido responder a su confianza, tal vez, por su falta de preparación para el desempeño de los cargos que ocupan, carencia de creatividad y ausencia de espíritu de servicio, lo que hace recordar la frase colocada en el frontispicio de la Universidad de Salamanca “Lo que la naturaleza no da, Salamanca no (lo) otorga”.
Y agrega el reconocido veracruzano:
Usted, por azares de la vida, de repente se vio envuelto en las actividades políticas, favorecidos por circunstancias que lo han colocado en el honroso cargo de Gobernador de Veracruz. Han pasado casi 26 meses y el pueblo que gobierna, no parece sentirse satisfecho con las ideas políticas que lo animan, ni con las acciones realizadas, razones que explican las fuertes críticas y adversos comentarios a su actuación pública”.
“Lo anterior se lo comento, porque en muchas partes de nuestro Estado y fuera de sus límites, me apena escuchar tantas críticas y censuras sobre su persona, bromas de mal gusto aludiendo a la forma en que está ejerciendo el poder en Veracruz, desaprovechando la valiosa oportunidad que la vida le ha otorgado, para aprovechar el cargo a fin de contribuir a mejorar las condiciones existenciales de la población que generosamente lo llevó al poder mediante su voto”.
Y remata:
“A lo largo de su gobierno, usted ha dado la impresión de desconocer el valor de los veracruzanos poseedores de valiosas experiencias administrativas, encerrándose en una burbuja de cristal esmerilado, rodeado por cortesanos que no dejan que nadie se le acerque, provocándole un distanciamiento social con sus gobernados, que ha dañado su imagen como servidor público de alta investidura”.
“Urge que salga de esa burbuja, que abra las puertas de sus oficinas y que atraiga a los ciudadanos para establecer un diálogo directo con ellos, pues me consta que muchos se alejaron de usted, al ver que sus puertas estaban siempre herméticamente cerradas”.
Es lo que dice el multireconocido Berlín Valenzuela, afirmaciones que se suceden en la hora de Veracruzm en donde ha llegado el momento de reflexionar sobre quién y cómo nos están gobernando.
Es tiempo de la ciudadanía en donde no caben los mercachifles de la política.
Y es que Veracruz es algo más allá que un desgarbado sin talento ni sensibilidad particularmente en una tierra que históricamente ha dado prohombres de la política, la ciencia, la cultura y las bellas artes.
Son tiempos de cambio.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo