“Lo único que nos faltaba: arrasar con el desierto”. (Fernando Césarman).
No nos hagamos de la vista gorda, la tala ilegal de árboles es un grave problema en México y el mundo. La deforestación va en aumento, lo que constituye una de las principales causas del cambio climático. Depredadores que somos… ¿por naturaleza? Supongo que así continuaremos hasta lograr un planeta desértico.
Sin ir lejos, en Veracruz, ahí está el Cofre de Perote. No olvidemos la tala de árboles en las ciudades para construir vialidades –con estudios y permisos de las autoridades… ¿competentes?- donde transitarán más vehículos y así “evitar más contaminación”. Ciudades de cemento.
Si tan preocupados estamos por nuestro planeta, ¿por qué no nos bajamos de los autos y caminamos? Incluso, ¿por qué no andamos en bicicleta? ¡Qué! Ni soñando… Es cierto que es una necesidad el uso de vehículos; es, desde luego, una comodidad; pero también es un lujo; el glamour y la soberbia primero. ¿Yo a pata? No estamos en un pueblo bicicletero, ¿no?
Así, pa’ qué discutir. Pero mañana no andemos chillando y que nuestros hijos sufran de un mundo inhabitable. Pongamos un granito de arena, dicen, pero pocos se quitan el abrigo para dárselo al prójimo.
Amemos los árboles como amamos a los otros y a nosotros mismos. Ajá. Mientras les dejo “Árbol adentro”, de Octavio Paz.
“Creció en mi frente un árbol.
Creció hacia dentro.
Sus raíces son venas,
nervios sus ramas,
sus confusos follajes pensamientos.
Tus miradas lo encienden
y sus frutos de sombras
son naranjas de sangre,
son granadas de lumbre.
Amanece
en la noche del cuerpo.
Allá adentro, en mi frente,
el árbol habla.
Acércate, ¿lo oyes?”
Los días y los temas
“Lo que embellece al desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua.” (Antoine de Saint-Exupéry).
La periodista Viri Ríos, en su artículo “México Seco”, señala que nuestro país se está secando. No creo que alguien diga lo contrario; sí, agua hay todavía, pero…
Viri Ríos afirma: “Si México enfrenta un problema de falta de acceso al agua es porque las reglas del juego están mal hechas y han favorecido la falta de coordinación y presupuesto y la concentración del agua en manos de un puñado.”
¿Un puñado de qué?
De cinismo y anexas
Cierto, mi estimado Leonardo Rosenberg, perder la cola ¿para qué? ¿Para bajar del árbol y meternos en una oficina? ¡Al diablo con la evolución!
Hasta la próxima.