¡Reanudamos!
Largos y penosos para los más, han sido estos días de pandemia que ha cambiado nuestra vida de una vez y para siempre.
Para México el ver caer a un ídolo con pies de barro ha sido acaso el acontecimiento más importante desde el asesinato de Luis Donaldo Colosio.
El no estar preparado para un acontecimiento de tal magnitud, el acudir a caprichos y remiendos de sanación con fetiches como el ¡Detente!; el querer resolver males virales con abrazos y besos y ese pelear y volver a pelear hasta con su sombra, terminaron por destruir a la esperanza de México.
Solo, de hinojos en una silla monumental, Andrés Manuel López Obrador, observa por estos días como se derrumba su castillo de naipes.
El legendario Peje difícilmente será recordado como el émulo del cura Hidalgo; difícilmente alguien querrá compararlo con Benito Juárez o don Francisco I. Madero, y ni en sueños de opio podría colocarse a la par de don Lázaro Cárdenas.
Bastaron 16 meses para observar como la república amenaza con romperse para crear otros países, no otros méxicos, sino otros países independientes ante la amenaza de la ruptura del pacto federal plateada por entidades de occidente y el norte del país.
Solo 16 meses fueron suficientes para observar que en más de 200 años no se había vista un México tan desunido a grado tal que desde el extranjero líderes de opinión han convocado a representantes de la iniciativa privada, a gobernadores y a partidos políticos a oponerse al desastre gestado por López Obrador.
Suficientes y sobrados 16 meses para observar como del 92 por ciento de la simpatía y arrastre con que arrancó su gestión el apoyo ciudadano cayó en picada del 76% al 52%, luego el 49% para llegar en las última horas al 42% de respaldo ciudadano.
Es decir, casi 70 millones de mexicanos lo reprueban.
Solo 16 meses fueron bastaron para que su gestión se fuera al caño. Con él su partido, Morena, que de acuerdo a la encuesta de “El Financiero”, se mueve en un pálido 18 por ciento, al bajar dramáticamente en la preferencia ciudadana en 16 meses, 28 puntos.
Ello de tal suerte que si hoy fueran las elecciones a nivel nacional poco más de 4 millones de electores votarían por los morenos.
Se podría afirmar que incluso hoy mismo tiene más posibilidades el más chafa de los partidos, como Movimiento Ciudadano, que Morena, ya no digamos el PAN o el PRI que con el capital que tienen y aun siendo perdedores, arrasan.
Importante hacer notar que la ciudadanía no abandonó Morena para irse a los brazos del PRI, del PAN, MC o el Verde o cualquier otro de la “chiquillada”.
No, simplemente se fueron por el desencanto para pasar a formar parte de las filas del abstencionismo. Es la resultante del hartazgo y de las mentiras, la rifa del avión, así como los besos forzados a los infantes y tanta ocurrencia del día a día.
“Es el peor presidente que ha tenido el país debido a sus políticas retrógradas y su delirio de grandeza”, escribe en una carta abierta antes de suicidarse el connotado escritor michoacano Héctor Ceballos Garibay, quien fue atacado por el coronavirus.
Y si en México las cosas están que arden, en Veracruz con un mandatario, Cuitláhuac García Jiménez, con problemas de lenguaje y ausencia de capacidad para liderar a ocho millones de gobernador, la crisis se recrudece.
Las mentiras en el ejercicio del poder tienen un umbral, una frontera que exhibe al más demagogo. La cifra de tres muertos por coronavirus de cara a una injustificable neumonía atípica desde hace tres semanas, dejó de ser creíble.
El remitirse a dar clases de matemáticas por su televisora RTV en nada alivia a los centenares de enfermos que acuden a los hospitales a verificar tan mortal mal.
De nada sirven las 211 camas habilitadas para enfrentar la pandemia cuando se requieren 20 mil totalmente equipadas y los 32 millones de litros de alcohol para gel antibacterial que el gobernador presume para atender el mal, no serán suficientes para lavar su conciencia.
En unos días más cuando la “Fase 3” arroje una mortandad no vista en Veracruz el “gel” no lavarán la huella genocida que deje en sus manos.
¿A qué hora va a convocar a las fuerzas políticas y a los sectores públicos y privados a una reunión urgente para hacer frente a la pandemia?, se pregunta el diputado Gonzalo Guízar Valladares.
Con él la sociedad civil que empezó a organizarse por cuenta propia previendo que el segundo paso, será el asalto masivo a centros comerciales y tiendas de conveniencia… ¡Por hambre!
Eso no tarda en llegar, igual que las revueltas y atracos a casas habitación de parte de una ciudadanía con enojo y hambre.
Cuitláhuac no termina de espabilarse.
Prefiere pagar los miles de millones de pesos que debe en impuestos al SAT, la Universidad Veracruzana que preparar programas de apoyo financiero y alimentario para la población.
Prefiere seguir peleando con un don nadie que es el alcalde de Veracruz, Fernando, hijo de Miguel Angel Yunes, que atajar el acoso a médicos y enfermeras, la falta de medicinas y el mugrero de los hospitales civiles que no tienen ni gasas, menos los millones de litros de alcohol que presume.
Es inédito lo que pasa en México e insólito lo que vivimos en Veracruz.
La pandemia nos ha traído a la muerte a millares de mexicanos incluida la muerte política de López Obrador y Cuitláhuac.
¡Réquiem!
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo