“La ingratitud es el crimen más grande que pueden los hombres
atreverse a cometer.” – Simón Bolivar.
Y lo que nunca quiso hacer antes, lo pretende venir hacer ahora el tal Alejandro Moreno Cárdenas en Veracruz, cuando su visita se pudiera calificar como el preludio del fin para el otrora poderoso Partido Revolucionario Institucional (PRI).
La entidad, la cuarta más importante en su padrón electoral, es para el campechano, el escenario perfecto para intentar lograr vender los últimos espejitos de una venta de feria de pueblo.
En una especie de llévese uno, no mejor dos, no le damos tres, el merolico sin rumbo, estuvo acompañado de toda clase de políticos priistas del pasado glorioso, y del incierto PRI, que desde la caída de Javier Duarte, nunca más pudo levantarse en el Estado.
Vino hablar de todo y de nada, a hacer una especie de apología de un partido que más que un cadáver parece una osamenta, en la que los últimos carroñeros estarían dispuestos a darle su última succionada, para ver si le terminan de extraer el poco tuétano que les queda.
La migración o mejor dicho la huida de muchos, comenzó desde hace ya algunos años, pues comprendieron que para ellos no había más cabida en él, el pastel era cada vez más pequeño y las famosas rebanadas no alcanzaban para todos.
Así el PRI del desprestigiado “Alito” comenzó el reparto exclusivo a los amigos y leales condicionales que estaban dispuestos a vender a sus madres con tal de salir inscritos en las de diputaciones plurinominales para cuando menos garantizar su entrada como la posible primera minoría, pero ni llevando a rezar al niño estos lograran ganar nada.
No entienden, que no entendieron, que la sociedad se hartó de sus falsas promesas, que el contenido de su discurso está más hueco que tronco de árbol podrido, la población en Veracruz vio traicionada años de militancia, pues jamás y nunca fortalecieron sus estructuras seccionales.
Al contrario, las prostituyeron al grado de hacerlas incontrolables, y muchos de aquellos que se decían líderes naturales se convirtieron en mercachifles, vendedores de falsas promesas en el acarreo de votos.
Así algunos afirmaban tener 400 mil votos en municipios como Xalapa, claro disponibles al mejor postor, nada más falaz que esas versiones, que evidenciaban al ver que ni en sus casillas ganan.
De ese modo, Alito Moreno congregó a la vieja guardia, con una militancia millennials que no sabe que fue el PRI poderoso en toda la extensión de la palabra y los convido de un ágape amargo y rancio que les habrá de dejar la peor de las indigestiones.
Aquellos que piensen que el priismo veracruzano habrá de caer nuevamente redonditos a sus pies, pues déjeme decirle que se equivocan, pues ni los militantes, y mucho menos la sociedad, les cree nada.
Por cierto, si el Partido Acción Nacional (PAN) pretende terminar con lo poco de credibilidad que alguna vez tuvo, sería mejor que desde ahorita anuncie su coalición con el PRI.
Porque por donde lo vea, el PRI ya no suma, al contrario, sólo resta y esta podría ser la última resta de su historia.
Al tiempo.
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“X” antes Twitter: @LuisBaqueiro_mx