- Dos comunicadores fallecidos en un mismo día
- Veracruz la entidad con el mayor número de difuntos
- No ha sido valorado su importante labor en la sociedad
Por Miguel Angel Cristiani Gonzalez
Este jueves 19 de agosto, el estado de Veracruz registró una nueva marca a nivel nacional, lamentablemente se trata de la muerte de dos periodistas que fallecieron, uno por las balas de la delincuencia y otro por la pandemia del COVID 19.
Con estos hechos, se ratifica que la entidad veracruzana es la que tiene el mayor número de comunicadores asesinados o fallecidos en fechas recientes.
En lo que va del actual sexenio, cuatro periodistas han sido asesinados en Veracruz: Celestino Ruiz, en 2019; María Elena Ferral y Julio Valdivia, en 2020, y Jacinto Romero, en agosto del 2021.
El periodista de Veracruz, Jacinto Romero Flores, de la radiodifusora Ori estéreo, fue asesinado este jueves, a balazos, en el municipio de Ixtaczoquitlán, en el poblado Potrerillo Pueblo.
Romero Flores trabajaba en distintos medios de comunicación en la región centro del estado, brindaba servicios sociales a la comunidad, pero también ejercía el periodismo crítico.
Luego de que se conoció su asesinato, las autoridades -como lo hacen siempre- aseguran que ya se está investigando el caso y que se tienen buenas pistas para dar con los responsables y que “se hará justicia”.
El otro periodista es Gustavo Ortiz Espinoza, falleció la madrugada del jueves, a las cuatro de la mañana, cuando era trasladado de su domicilio -en donde libraba la batalla contra el Coronavirus- hacia el hospital para una mejor atención médica.
Gustavo Ortiz estudió en Universidad del Golfo de México Campus San Andrés Tuxtla, luego de egresar en 1966, empezó a realizar trabajos de locución en la estación de radio La Primerísima en el 92.7 de FM.
Conocimos a Gustavo Ortiz cuando trabajaba como Jefe de Prensa en el Ayuntamiento de San Andrés Tuxtla, en la pasada administración de Manuel Rosendo Pelayo, en donde pudo demostrar sus capacidades y acumular experiencias en el manejo informativo.
Más adelante creó un periódico impreso Conexiones y su página en las redes sociales de Internet.
Por su trato amable y siempre dispuesto a servir se ganó el reconocimiento de sus compañeros periodistas en la región de los Tuxtlas.
Tavo Ortiz tenía la facilidad para hacer amigos, no solo dentro del gremio periodístico, sino también a nivel general con todas las personas.
Las muertes de Jacinto Romero y Gustavo Ortiz, aunque por diferentes causas, vienen a ratificar el hecho de que los periodistas en activo, se encuentran en la indefensión, ante la violencia y ahora también ante la pandemia del Covid.
En todo el estado, los periodistas veracruzanos siguen cumpliendo con sus deberes de informar a la sociedad de los acontecimientos que se van registrando día con día.
Tienen que salir a las calles todos los días, para cubrir eventos, entrevistas y ruedas de prensa, no tan solo de funcionarios públicos, sino también de organizaciones de la sociedad civil, en las que ponen en riesgo sus vidas.
No se sabe ya, cuantos han sido los reporteros y periodistas que han muertos en la entidad por la pandemia.
Lamentablemente las autoridades de todos los niveles, federal, estatal y hasta municipal, no han podido o no han querido reconocerles el servicio que brindan a la comunidad de mantenerla informada.
Porque ese es otro aspecto de la realidad que tienen que enfrentar los comunicadores, a la violencia y la pandemia, haya que agregar el de la crisis económica, que ha obligado a cerrar medios de comunicación y consecuentemente despedir a personal.
Ojalá y los políticos en el poder de la Cuatro T, valoraran en trabajo de los periodistas y así como lo hacen con programas de apoyo social para determinados sectores -pensión a los adultos mayores, becas de capacitación para jóvenes, a productores de caña o pescadores- también a los periodistas se les debería de brindar un apoyo económico, que les permita continuar con sus labores informativas.
En la mayoría de los casos en que han sido asesinados o han fallecido periodistas, sus familiares quedan en la orfandad de recursos, porque dependían del trabajo del comunicador.
Si se pudieron gastar más de 500 millones de pesos, en una encuesta inútil, que a final de cuentas no sirvió para nada, muy bien se pudieron destinar esos recursos a crear un fondo de apoyo para los periodistas, no tan solo veracruzanos, sino incluso a nivel nacional, porque la crisis se vive en todas las entidades.
Pero, en fin, ahí queda como tarea, para quienes pueden y deben de tomar cartas en el asunto.