Aperitivo: “Yo creo que la humanidad, que es la potencia más divina que tenemos, es quebrantable. Un samurái tiene sus puntos débiles. La honestidad no es decir: ‘Yo soy tan fuerte que lo puedo todo, soy tan fuerte que resisto todo, soy tan fuerte que no me rompo’. No. Nuestra humanidad es quebrantable en muchos puntos. Y la fortaleza está en las partes que uno reconoce como debilidades.” (Miguel Bosé).
Cuando se está fuera del ruedo, es muy fácil dar opiniones y consejos: “Haz esto; haz aquello; a la izquierda, a la derecha, hacia adelante…” Incluso, llegamos al extremo de pendejear a quien o quienes sufren dentro del conflicto límite… ¡Ah, pero soporta tú un segundo lo que padecen los desventurados! ¡Ahí los quisiera ver! La vida da vueltas y pos sí, nos toca algún día. Pero ni así recapacitamos y ayudamos al prójimo. Que el mundo dé vueltas, se venga abajo; vale madres mientras no alcance la desgracia a mi familia, a mis seres queridos, mucho menos a mí. ¿Cuál sufrir? ¡Uf! Paremos nuestro carro aquí. Esta vez haré lo posible por ser breve. Igual creo que se dan cuenta hacia a donde vamos y –vuelta la mula al trigo- nos vale puritita… No a todos, claro, por fortuna o por la gracia de Dios o por lo que gusten.
Hace varios años, en entrevista, Michael Bess le planteó a Michel Foucault: “Hace un momento usted me contaba que es moralista…” A lo que el filósofo francés expresó: “En cierto sentido lo soy, en la medida en que creo que uno de los propósitos, uno de los sentidos de la existencia humana –la fuente de su libertad– es no aceptar nunca nada como definitivo, intocable, obvio o inmóvil. No se debería aceptar que ningún aspecto de la realidad se convierta en ley definitiva y anti humana para nosotros”. Luego agregó: “…los tres elementos de mi moral. Estos son (1) la negación a aceptar como evidente las cosas que se nos proponen; (2) la necesidad de analizar y conocer, dado que no podemos llevar a cabo nada sin la reflexión y el entendimiento –de ahí el principio de curiosidad; y (3) el principio de innovación: buscar en nuestras reflexiones aquellas cosas que nunca han sido pensadas o imaginadas. En resumen: negación, curiosidad, innovación.”
Espero entendamos. Pero desde ya algún tiempecito, como que no se nos da la reflexión… ¿Por eso estamos como estamos?
Los días y los temas
Hace unos días murió el poeta David Huerta. Recordé que en el 2019 dijo que “México es una comunidad tan desgarrada que ya casi no es comunidad”. Les comparto un fragmento de su poema “Ayotzinapa”:
“Señoras y señores
Este es el país de los aullidos
Este es el país de los niños en llamas
Este es el país de las mujeres martirizadas
Este es el país que ayer apenas existía
Y ahora no se sabe dónde quedó
Estamos perdidos entre bocanadas
De azufre maldito
Y fogatas arrasadoras
Estamos con los ojos abiertos
Y los ojos los tenemos llenos
De cristales punzantes
Estamos tratando de dar
Nuestras manos de vivos
A los muertos y a los desaparecidos
Pero se alejan y nos abandonan
Con un gesto de infinita lejanía”
Ahí se la dejo.
De cinismo y anexas
Bueno, David Huerta tuvo un sentido del humor fino y una manera de ver la vida que ya la quisiéramos mucho. Nos dejó creaciones estupendas. Aquí un bocadillo del poema “En donde estés”.
“En donde estés oye la desgarrada boca
del tiempo. No dudes, avanza
contra la montaña de espejos. (Luego
podrás dudar. En donde estés
aprende a dudar
para servir a la vida.) En donde estés
mira los rostros del dolor
y abraza las espigas, desaprende
el agobio, observa el rostro
de tus hermanos
y el tuyo. En donde estés
recuerda y olvida. En donde estés
come con un estoicismo místico.
En donde estés acércate con deseo
y aléjate con repugnancia,
como quería el Lince.
En donde estés piensa en cada cosa
como si ella misma pensara. En donde estés
aprópiate del mundo
y olvídate de las finalidades. En donde estés
inventa finalidades y juega con ellas
hasta el hartazgo trágico y cómico.
En donde estés ejerce tu política.”
Ahí se ven.