Ni en los mejores tiempos del PRI un Secretario de Gobierno logró aglutinar en torno a su persona a tantos presidentes municipales como lo hizo ayer el titular de esa dependencia, Eric Patrocinio Cisneros Burgos, al que 76 alcaldes “acompañaron” a la Glosa del Segundo Informe de Gobierno de Cuitláhuac García.
Y no vayas a creer lector que los munícipes llegaron al Congreso local amenazados o coaccionados. No hombre, qué va. Lo hicieron por el gusto de apoyar a un funcionario probo, digno y sin mácula, que antepone el diálogo y la concertación a las bravatas de pandillero de barriada. Un funcionario ejemplar que se ha esmerado porque Veracruz camine por la senda de la legalidad y sobre todo de la seguridad.
Si bien es cierto que en menos de siete días mataron a una alcaldesa, tirotearon la casa de un presidente municipal e hirieron a balazos a un fiscal en Minatitlán, son hechos aislados que en nada empañan la buena marcha de la política interna veracruzana.
“Bajo el liderazgo del gobernador Cuitláhuac García Jiménez, se ha consolidado una administración pública honesta, austera y al servicio de la población. En dos años, Veracruz ha fortalecido un Estado de Derecho pleno y vigente, renovando la confianza ciudadana”, dijo Eric y no hubo un guapo que lo contradijera.
Pero al margen de lo anterior ¿qué dijo en su informe? Habló mucho y dijo poco. Y entre lo poco que dijo nada hay que empate con la realidad que vive Veracruz.
Su soberbia y prepotencia lo han llevado a enfrentarse con los alcaldes del PRD y esto puede provocar en un futuro cercano, una crisis política de proporciones mayúsculas.
Las amenazas que profirió a la alcaldesa perredista de Jamapa, Florisel Ríos Delfín antes de que la asesinaran (Si tu esposo no se entrega no le voy a regresar las armas a tu Policía… te vamos a quitar a la Policía), son quizá la muestra más palpable de que a este individuo lo que menos le interesa es el diálogo, sino tratar a los alcaldes como si fueran sus sirvientes.
A excepción de las personas de su equipo de trabajo que estaban a su lado, casi nadie se interesó por su discurso hueco, sin sustancia ni contenido. Y es que fue un amasijo de palabras con lugares comunes, cifras que a nadie importan y cargado de mentiras.
Una de ellas fue cuando aseguró que gracias a las más de 240 mesas de Coordinación para la Construcción de la Paz, se ha instaurado en Veracruz un marco operativo eficiente de abatimiento de la impunidad.
¿Cómo puede decir semejante falacia y quedarse tan tranquilo?
Un caso de impunidad lo es el asesinato de la alcaldesa de Jamapa y otro el ataque a balazos a la casa del alcalde de Acayucan, el también perredista Cuitláhuac Condado Escamilla. Por mucho que no haya tenido que ver en esos ataques, los índices de los veracruzanos lo apuntan a él.
Nadie le cree tampoco que los 76 alcaldes que se apersonaron en el Congreso a pesar de la pandemia lo hayan hecho por el aprecio, cariño y gratitud que le tienen, cuando es el funcionario más rechazado y odiado de Veracruz.
Pero vamos a suponer que en efecto hayan ido voluntariamente ¿qué con eso? ¿Cuál fue el mensaje?
Por mucho que asegure que en Veracruz la violencia y la impunidad van para abajo, la realidad dice otra cosa. La impunidad vive en la entidad cuando los delincuentes se pasean por sus calles, cuando los feminicidas siguen en libertad y cuando el asaltante de señoras en el mercado repite su fechoría una y otra vez.
Cada balacera, cada homicidio con violencia, cada feminicidio, cada secuestro, cada extorsión, cada ataque a un ciudadano como tu y yo lector, cada agresión a un alcalde, síndico o regidor son responsabilidad del Secretario de Gobierno. Y con más razón si quedan impunes.
Pero el señor anda en otros rollos que no son de su incumbencia.
Al entrometerse en los poderes Legislativo, Judicial y hasta en el poder Ejecutivo cuando actúa al margen de la autoridad del gobernador, Eric Cisneros ha cometido faltas graves a la ley. Y al seguir en su puesto se mantiene impune.
Sin rodeos lector, Eric Cisneros es parte sustantiva de la impunidad en Veracruz y él lo sabe. Aunque le falten tamaños para aceptarlo e irse de la Secretaría de Gobierno.
También lo sabe el gobernador Cuitláhuac García, al que le falta autoridad para echarlo.
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