ACONTRACORRIENTE
Manuel del Ángel Rocha
El 6 de abril del 2011 durante una marcha a favor de la paz, el poeta Javier Sicilia retomaría aquella insurrecta y sediciosa frase, que ya había pronunciado antes, “estamos hasta la madre”, como consecuencia de la pérdida de su hijo, una “victima colateral”, de la guerra Calderonista en contra del narco, que se decretaba en todo el territorio nacional. Sicilia repudiaba la insensatez de la estrategia de Felipe Calderón, que creía que con más armas y más soldados en la calle, acabaría con la violencia sembrada por los primates del narcotráfico. El 28 de abril del 2011 en Acontracorriente, titulaba que “solo la complicidad genera tanta violencia”, a raíz de la muerte primero de 72 inmigrantes centroamericanos en 2010, y 183 personas encontradas en fosas clandestinas en San Fernando, Tamaulipas, donde los 36 policías estaban al servicio de los zetas. Afirmaba, que la estupidez y degradación de las bandas criminales, sin el menor respeto por la vida humana, sacrifica a mansalva al prójimo, con toda la saña que un enfermo pueda depositar contra su enemigo. Literal, como si se tratara de una guerra de exterminio. “Sicarios sin escrúpulos, que en su enajenada disputa por la distribución de la droga y el territorio, no respetan vidas inocentes que nada tienen que ver con sus podridos intereses”. Esta violencia forma parte ya de la convivencia social y cultural en México, lo trascendido en el Ejido Patrocinio del municipio de San Pedro, en Coahuila, es una clara muestra de ello. Cerca de 3400 restos óseos, ropa desgarrada, quemada, ceniza, diésel, pedazos de cuerpos, cráneos, osamenta, son literalmente como lo dijo Michel Chamberlain, del centro de Derechos Humanos Fray Juan de Larios, “campos de exterminio”.
Cuanta fetidez mezclada para que esos niveles de violencia no hayan disminuido, sino por el contrario, el incremento es inocultable, y en Veracruz, solo en agosto sumaron 290 muertos violentamente. Enrique Peña Nieto, no ha dado respuesta a ningún llamado de apoyo de Yunes Linares, que ha solicitado reiteradamente se envíen mas refuerzos a Veracruz, ante el crecimiento desproporcionado de la agresión a la población, y ante su evidente estado de indefensión. Cual es la complicidad de fondo que existe entre el gobierno federal y el estatal, para que aquél no actúe a favor de los veracruzanos.
El gobierno de Veracruz, con todo y su altísimo presupuesto para seguridad, no ha confrontado al crimen organizado, al parecer, lo ha hecho crecer. Esta violencia que hoy nos lacera, es una actividad organizada por grupos conformados, capacitados y sostenidos para obtener ganancias materiales, sin el mínimo escrúpulo para respetar la vida de su víctima. Y aquí hay responsables con nombre y apellido. Acudimos no solo a la catástrofe financiera, social, política, sino también moral, de un gobierno sin ética pública.
Los asesinatos de personas inermes, ahora cuatro estudiantes secuestrados el 29 de septiembre en Boca del Rio, tres hombres y una mujer, Génesis Deyanira Urrutia Ramírez, estudiantes sacrificados posteriormente, muestran la desproporción de los dementes homicidas. Es un hecho doloroso, de llanto perenne que vulnera la indiferencia social, no sólo por tratarse de jóvenes, que en Veracruz son condenados a una muerte segura, sino por la saña con que actúan. La masificación de la violencia en la zona, da cuenta de la familiaridad con la que se mueven los matones, que andan como por su casa. De no ser así, ¿entonces las 90 fosas clandestinas, con hasta ahora 51 cuerpos en Lomas de Santa Fe en la parte norte del puerto?. Como llegaron hasta ahí esos cuerpos, en medio de una ciudad activa, despierta las 24 horas, y con una supuesta policía estatal vigilante “ultra capacitada”. O los más de 100 cuerpos amontonados y sin identificarlos el panteón de Palo Verde en Xalapa. Donde estaba el gobernador Javier Duarte y su secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita. Que ha hecho la Fiscalía General y su responsable Luis Ángel Bravo para detener los imparables crímenes. Quien es el responsable por este estúpido estado de violencia y degradación que vive Veracruz.
Esa indiferencia del poder Ejecutivo, y la colusión del gobierno estatal y algunos municipales con el crimen organizado, que en su participación u omisión, son responsables de ésta crítica emergencia de seguridad que vive Veracruz. Habrá que rascarle a ese monumento de la impunidad, que se incubó en el sistema de complicidades que pervive desde que Carlos Salinas de Gortari, primero, y después Felipe Calderón, usurparon la presidencia de la República a través del fraude electoral. Las complicidades fueron haciendo que el narcotráfico tomara carta de naturalización, y desde aquellos años la impunidad camina de la mano de la corrupción, teniendo como hilo conductor los pactos secretos para dividirse el país, donde al narcotráfico le corresponden tomar porciones del territorio, y la vida de miles de personas, muchas inocentes, y a los políticos y gobernantes, las grandes bolsas, repletas de dinero manchado de sangre. Por ello, y sin citar al poeta Javier Sicilia, estamos hasta la madre de estos gobiernos.