Lo bueno de este año es que se está acabando; lo malo es que aún le quedan unos días y lo peor es que en esos días habrá más contagios y muertes por el coronavirus. Esto no significa que en el 2021 seremos inmunes a la pandemia, por el contrario, la OMS vaticina un ramalazo más fuerte. Pero será un año en que tendremos como distractor las elecciones intermedias.
Viendo partir al 2020 dan ganas de llorar pero no de nostalgia, sino de impotencia por los estropicios que deja. Entre otros, siete millones de desempleados, un millón 350 mil 79 contagiados de Covid (ya no caben en los hospitales) y 120 mil 311 defunciones. Y como si no tuviéramos suficientes con los que había, nos deja 10 millones más de pobres.
Con 35 mil 956 asesinatos hasta noviembre, el 2020 le está diciendo al año anterior ‘quítate que ahí te voy’ y se convertirá en el más violento. Incluso si no se cometiera ningún asesinato en diciembre lo que por desgracia no ocurrió.
Estos dos años han sido los más bárbaros cuando nos prometieron que una vez transcurridos, la inseguridad y la violencia se irían con ellos.
Mientras en Francia son un escándalo nacional 140 feminicidios y el gobierno galo persigue hasta encontrar a los autores materiales, en el gobierno de López Obrador se han cometido 7 mil 329 feminicidios y el 97% siguen impunes.
Y los ingresos lector, esos que nos permiten llevar el sustento diario al hogar son cada vez más exiguos. De acuerdo con el Coneval este año 70 millones de mexicanos, es decir, dos terceras partes de la población, no tuvieron ingresos suficientes para adquirir productos de la canasta básica.
A lo anterior hay que agregar la salida de capitales porque López Obrador les hizo la vida de cuadritos. Sólo en octubre se fueron 7 mil 200 millones de dólares. Y en los 730 días de este gobierno han volado a otros países 22 mil millones de dólares.
Para este año nos prometieron un crecimiento del 4%. Más que el 3.5 de Felipe Calderón y el 3.6 de Peña Nieto en el mismo periodo de tiempo. ¿Y qué pasó? Que la economía decreció en -9%.
Diez meses después del primer muerto por Covid, ni se ha aplanado la curva, ni se domó el virus y mucho menos se ve la luz al final del túnel. México ocupa el último lugar de 53 países en el trato a la enfermedad. Y tiene el record en muertes y contagios del personal médico. Los médicos, enfermeras, etc, muertos suman 2 mil 179 y el personal contagiado 150 mil, lo que habla del pésimo equipo con que están enfrentando la pandemia.
López Obrador y López-Gatell han ido a contrapelo de lo que dice la OMS. Primero desecharon las pruebas rápidas, después el uso del cubrebocas y ambos actos criminales provocaron el número de contagiados y muertos que hoy padecemos.
En síntesis y sin apasionamientos, los dos años de la 4T han sido los peores en cien años. Pero en especial este 2020 donde López Obrador abusó de la mentira y el mal gobierno. Ni la influenza española de 1918 dejó tantos muertos, ni las devaluaciones de Echeverría y López Portillo dejaron tantos pobres.
Por mucho que haya despilfarrado y robado el gobierno de Peña Nieto (que no es justificante), dejó en caja un Fondo de Estabilización de 280 mil millones de pesos que simplemente se esfumaron. Esto es un abuso de poder porque ignoramos dónde se fue ese dinero, además de un crimen porque, que se sepa, ni un peso de ese Fondo fue para los enfermos de coronavirus y los niños con cáncer.
¿Qué de bueno ha tenido este gobierno? Sus programas asistenciales con recursos del erario. Recursos que no tardan en esfumarse por lo que López Obrador ya le echó el ojo a las reservas del Banco de México. Nomás 194 mil millones de dólares.
El 2020 también nos deja un presidente que ya perdió el piso y está convencido que es el camino, la verdad y la vida. Y nos lo deja por tres años y once meses más. Esto claro, si no se le ocurre “alargar” su periodo otros añitos.
Eso sí, hay que reconocer que está transformando al país. Lo está dejando sin dinero, sin empleos, sin educación de calidad, sin infraestructura en salud, sin medicamentos, sin obra pública, sin apoyos al campo, a la cultura, a las artes, sin derecho a disentir, sin democracia y en la pobreza.
Si eso no es transformar, no sé qué sea.
En fin, sea por Dios
Lo único que le debemos a este año los que le estamos viendo la esquina al 31 de diciembre, es que estamos vivos (o sobreviviendo) y eso hay que agradecerlo.
Feliz Año Nuevo para ti y tu familia lector. Deseo que con todas sus vicisitudes el 2021 venga más amable, humano, alegre, con salud y trabajo. Porque este 2020… ¡futa madre!
Nota. Este columnista se toma unos días. Desde el Café volverá a publicarse el 4 de enero.