Veracruz perdió el segundo lugar en feminicidios. Al corte de septiembre el registro del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, arroja que la cifra de muertes de odio llegó a 69.
Deberán esforzarse más los promotores de la violencia contra las mujeres. Que no les espante a los Carteles la pandemia que de momento va ganando en muertes. Que el confinamiento de las mujeres no les impida penetrar a sus hogares y que se mantengan alerta cuando las niñas y adolescentes salgan al quicio de sus hogares para entrar en acción.
Al cabo no hay autoridad.
Tampoco una estrategia de prevención, menos una “Alerta Amber” que permita en lo inmediato la localización y recuperación de nuestras menores y jóvenes o amas de casa en riesgo de sufrir grave daño por motivo de no localización o cualquier circunstancia donde se presuma la comisión de un delito.
En realidad al gobierno de Cuitláhuac García, le vale madre lo que pase con nuestras mujeres.
Entre poco y nada le interesa entrar a la puja por superar los primeros lugares en índices delictivos cuando el propio mandatario desde que tomó posesión no sale del hoyo al mostrarse mes con mes, de acuerdo a las más importantes encuestadores nacionales, entre los tres peores de la república.
Así pues, ¡Que importa el repudio popular!
Al demonio que se queje la ciudadanía y sus féminas, lo que importa en este momento –a la luz de que ya pronto se les va a acabar el “negocio” tras el voto de castigo que ya se avizora en las urnas- es cumplir al pie de la letra con el saqueo y desorden; arrasar con las arcas; entregar a los cuates las mejores plazas, y agarrarse, literalmente, a las mejores empleadas para compartirles sus fiestas y arranques eróticos como lo hace el acomplejado Manuel Huerta Ladrón de Guevara.
Al carajo las cifras muestran la brutal realidad que vive Veracruz en materia de seguridad pública.
Hechas públicos los números por el columnista Alberto Romero, da cuenta que durante agosto se denunciaron ante la Fiscalía General del Estado 6 mil 627 delitos totales; entre ellos, 130 homicidios dolosos; 570 lesiones dolosas; 9 feminicidios; 11 secuestros; y mil 750 robos, entre los que se cuenta 535 robos de autos y 453 robos a negocios.
Septiembre es pues, en lo que va del año, el segundo mes con más asesinatos dolosos en la entidad; de igual manera, el tercer mes con más feminicidios.
Ayer el propio Secretario de Seguridad Ciudadana, Alfonso Durazo encueró ante un complaciente presidente de la república, la brutal realidad que se vive en el país y en lo particular en Veracruz.
En los datos del acumulado anual, hay 51 mil 242 delitos totales; 878 homicidios dolosos; 4 mil 347 lesiones dolosas; 69 feminicidios; 94 secuestros; y 14 mil 732 robos.
Si se comparan esas cifras con las de los meses anteriores, julio y agosto, encontramos un crecimiento en el índice delictivo veracruzano: el homicidio doloso pasó de 104 a 130 casos; las lesiones dolosas, de 527 a 570; el feminicidio, de 7 a 9; y el secuestro, de 9 a 11.
Sólo el robo mostró una muy ligera reducción en el número de casos, al pasar de mil 772 a mil 750 que registra Veracruz en materia de combate al delito.
Y si bien hay 147 asesinatos menos que el año pasado, situación que tanto presume Cuitláhuac García, los millares de crímenes y violencia generalizada en 2020, a pesar de la pandemia, ensombrecen a Veracruz.
Tener menos entre lo más no es motivo de orgullo, salvo para el crimen organizado que, habrá que insistir, deberá seguirse esforzando por matar veracruzanos, al cabo que tanto es tantito lo que les falta para estar en primer lugar.
Tiempo a tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo