El pasado sábado 30 de agosto de 2025, terminando las vísperas de la semana XXI del tiempo ordinario, pasó a la Casa del Padre Fernando Fortino Pérez Vignola, tras luchar contra un fatal cáncer durante ocho meses. En ese tiempo, nunca se quejó; al contrario, siempre estuvo agradecido por la historia que Dios le había regalado.
El domingo, en el Día del Señor, fue velado en una de las salas de la funeraria Bosques del Recuerdo, donde familiares, amigos, hermanos de la fe, militantes de Acción Nacional y empresarios se dieron cita para la celebración de los laudes y, por la noche, las vísperas con cantos del Camino Neocatecumenal, experiencia religiosa que vivió plenamente por más de 40 años, en la parroquia de la Catedral, desde diciembre de 1982. Estuvo acompañado de su esposa, Elda Mora Schacht, con quien compartió 46 años de vida matrimonial y con quien formó una familia con seis hijos: Fernando, Elda+, Carlos, Francisco, Persy y Alejandro, todos ellos formados en la fe de sus padres y ya profesionales en distintos ámbitos del conocimiento. Y, con la bendición de la familia, hasta hoy cuenta con 15 nietos.
La familia se fundó en el puerto de Veracruz, con un porteño y una madre xalapeña. El apellido Vignola se encuentra en los archivos históricos municipales de Xalapa, de origen italiano.
Los hermanos Pedro, Fernando y Carolina cursaron la educación básica en el puerto de Veracruz. En 1970 emigraron a Xalapa, ciudad de sus abuelos maternos, donde continuaron sus estudios universitarios y establecieron sus residencias. Fernando inició su carrera en arquitectura, destacando también en su ámbito profesional. Los hermanos Pérez Vignola tuvieron como padre a un ejemplar obrero, quien los educó en valores y principios de honestidad, valores que han llevado hasta el día de hoy.
Hombre de fe, servicio y profunda vocación, dedicó su vida a múltiples causas con entrega y pasión. Fue arquitecto egresado de la Universidad Veracruzana (1971-1975), profesión que ejerció con creatividad y rigor.
Conocí a Fernando Fortino Pérez Vignola a finales de 1982. Ese diciembre, inició junto a su esposa su participación en las comunidades del Camino Neocatecumenal, en el Beaterio de la Catedral de Xalapa. Era un joven de 30 años, con dos pequeños hijos. Su fe fue el pilar de su vida; siempre fue un hombre de inteligencia que le permitió ser radical en su fe. Se convirtió en catequista itinerante junto a su esposa en varias zonas de la diócesis, llevando la palabra y el amor de Cristo con humildad y fervor. En esa etapa, confiaba plenamente en Dios, pues solo tenía el hoy, la familia y la voluntad de vivir plenamente en su servicio. La evangelización en Colima y su participación en jornadas mundiales de la juventud, encabezadas por San Juan Pablo II, son también recuerdos que atesoro.
En otra etapa, fue militante político en el Partido Acción Nacional, con raíces cristianas. Gracias a los excelentes consejos del cardenal Sergio Obeso Rivera, quien exhortó a un grupo de jóvenes sobre la importancia de participar en la vida política, sirvió a sus ideales como candidato a Diputado Federal por Xalapa en 1985. Tuve la oportunidad de participar en esa primera campaña, junto a los hermanos Vázquez Cuevas, quienes, aunque aún no tenían edad para votar, apoyaron con entusiasmo; el gobierno como castigo lo cesaron de su fuente de trabajo. También fue candidato al Senado de la República y a la Alcaldía de Xalapa en 2010. Es importante destacar la influencia del primer diputado local de Acción, Rubén Efraín González López, hermano de mi comunidad, La Quinta del Calvario. Fernando Pérez Vignola vivió plenamente los principios doctrinales de Acción Nacional, en la búsqueda de la verdad y en el servicio a los demás. Nunca cayó en la tentación de olvidar estos principios para hacerse millonario, como algunos falsos panistas que hoy disfrutan de abundancia.
Fue esposo amoroso, padre dedicado, amigo leal y abuelo ejemplar. Su legado de integridad, fe y servicio permanecerá siempre en nuestros corazones. La última vez que conviví con Fernando como un hombre pleno fue durante la cena conmemorativa del 50 aniversario de la llegada del Camino Neocatecumenal a la provincia eclesiástica de México, en diciembre de 1974, en tiempos del segundo arzobispo de Xalapa, don Emilio Abascal y Salmerón. Sus últimos ocho meses los dedicó a luchar contra el cáncer, siendo muy bien cuidado por su primogénito, Fernando Pérez Mora, médico egresado de la Universidad Veracruzana. A pesar de su enfermedad, Fernando nos mantuvo informados sobre su estado de salud. Lo saludé por última vez el lunes 17 de marzo en las exequias de su hermano en Cristo, el buen Bonifacio, quien partió rápidamente hacia el Padre.
“Bienaventurados los que mueren en el Señor” (Apocalipsis 14,13). Su familia, hermanos de la comunidad neocatecumenal y amigos lamentamos profundamente su partida hacia la Casa del Padre. Nos dimos cita en los funerales de Bosques del Recuerdo, donde fueron velados sus restos, en la misma sala que acogió también a los restos del fundador del Camino, Alberto Zamora Salicrup. Allí celebramos los laudes y las vísperas con los hermanos de su comunidad. La sociedad xalapeña se volcó a despedirlo; estuvieron presentes toda la familia, hermanos en la fe, empresarios como Manuel Fernández Ávila, su hijo Federico Salomón, presidente y secretario del PAN Veracruz, Cristina Pérez Silva, Agustín Basilio de la Vega, el decano de los arquitectos José Chazarro, la cantante Rosy Gutiérrez y cientos de hermanos de las comunidades del Camino en la zona de Xalapa.
En la Catedral de Xalapa, el lunes 1 de septiembre, se realizó una solemne eucaristía, en la que sus hermanos de la comunidad cantaron el Credo para dar testimonio de que vivió plenamente los virtudes cristianas.