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’25/12/2024’
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Con este viernes termina el último fin de semana de junio. Transcurrió ya año y medio en que Morena está en el gobierno.

A partir del próximo miércoles empezarán a correr, efectivos, los últimos once meses antes de las próximas elecciones.

El domingo 6 de junio los veracruzanos irán a las urnas a elegir 20 diputados federales, 30 diputados locales y 212 presidentes municipales.

En el caso de los legisladores, según el porcentaje de votación que alcance cada partido, aumentará su número con los llamados plurinominales.

En esta ocasión, el partido a derrotar es Morena, en el poder. Ya pasaron por el Palacio de Gobierno el PRI y luego el PAN.

Los viejos políticos saben bien y sostienen que lo difícil no es llegar al poder sino mantenerse en él. Los tricolores lo lograron por más de 70 años.

Con Morena, ahora, se vivirá una elección inédita: acaso la más austera de cuántas haya habido.

El gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, con la diputación que lidera Juan Javier Gómez Cazarín, lograron una verdadera hazaña en tan corto tiempo: una reforma constitucional que redujo en 50 por ciento las prerrogativas, el financiamiento, a los partidos políticos.

Una hazaña si se toma en cuenta que a nivel federal su partido intentó lo mismo y fracasó.

El 27 de septiembre de 2018, el coordinador parlamentario de Morena en la Cámara de Senadores, Ricardo Monreal Ávila, presentó una iniciativa de ley para reducir en 50 por ciento el financiamiento público que reciben los partidos.

No prosperó porque dos partidos parásitos, el PT y el PVEM, rompieron de facto una alianza electoral con el presidente Andrés Manuel López Obrador y a la hora de la votación, el 12 de diciembre de 2019, le retiraron su apoyo votando en contra. Al PRI-PAN-PRD-MC juntos no les alcanzaban los votos.

Por eso el 12 de mayo cuando se aprobó la reforma local, Monreal no lo creía, estaba sorprendido y no le quedó más que hacerle un reconocimiento a Gómez Cazarín y preguntarle cómo le había hecho.

El lunes pasado, día 22, Juan Javier completó la tarea ya con el aval de la mayoría de los cabildos del Estado, y el 23 Cuitláhuac promulgó la nueva ley.

Eso, pues, marca el antes y el después del proceso electoral ya próximo a arrancar el último trimestre del año.

Morena, pues, es el partido que más tiene que perder y al igual que la oposición ya se prepara para la gran contienda.

Por ejemplo, ya comenzaron a hacer ajuste de personal en las diversas dependencias del gobierno. Dan por pagados compromisos con quienes los ayudaron a ganar en 2018 pero no son morenos “puros”. Les dan las gracias.

En su lugar están contratando a sus activistas, a sus allegados, a quienes piensan poner a operar, algo muy parecido a lo que hizo Miguel Ángel Yunes Linares cuando empezó a preparar la campaña de su hijo.

Van a empezar a promocionar mediáticamente sus logros como gobierno en algunos medios, con miras a mejorar su imagen ante el electorado, un recurso que el anterior gobernador desdeñó.

En forma muy anticipada pero también empiezan a renunciar a cargos quienes pretenden ser candidatos y se disponen a ir a trabajar sus distritos o sus municipios.

Eric Cisneros, con el pretexto de su cargo, recorre el Estado, bien acompañando al gobernador, bien por su cuenta. Adentro lo tienen por un buen operador electoral y quien conoce bien y maneja la estructura Morena.

El proceso electoral federal iniciará en septiembre, y el local, en noviembre, pero todo indica que están pidiendo a sus futuros candidatos que caminen sus territorios, algo que le gusta mucho al gobernador.

El PAN demoró en el gobierno apenas dos años. En realidad, su paso por el Palacio de Gobierno fue efímero. Cometieron un error: pretender heredar el poder al hijo del gobernador. Con, por ejemplo, Julen Rementería, tal vez hubieran retenido la gubernatura.

A Morena le va a pesar esta vez la figura del presidente, su imagen a la baja, lo que lo ha llevado a perder popularidad. El gobierno de Veracruz y sus candidatos tendrán que saber aprovechar sus positivos, pero deslindarse muy bien de sus negativos.

Otro hecho inédito es que, a menos que se fracturen de última hora, los dos partidos históricamente antagónicos, el PRI y el PAN, irán juntos, además con el PRD, que de coalición o de alianza pueden pasar a BOA si se articulan además con el empresariado y con los grupos religiosos.

Una vez que han estado en el poder el PRI, el PAN y ahora Morena, el 6 de junio se sabrá a quién prefieren los mexicanos y los veracruzanos, o si de plano a ninguno y optan por nuevas opciones, los nuevos partidos, o por candidatos independientes.

En el PRI

En el caso del PRI, se preparan, a mi juicio, iniciando por el principio.

Van a renovar las 212 dirigencias municipales y, pese a que perdió mucha presencia, no deja de sorprender que hay quienes todavía se mantienen fieles a su militancia o a su simpatía por el tricolor.

Al renovar sus dirigencias están fortaleciendo su estructura de base. Pienso que los que compiten para ser presidente o secretaria general lo hacen porque creen en su partido y no por el afán de saber que los esperan grandes cantidades de dinero, como en el pasado.

Aquí se tiene que reconocer que el dirigente estatal Marlon Ramírez Marín ha sabido motivar a sus bases y la mejor prueba es que se han inscrito para participar en este proceso de renovación.

Lo que tienen que hacer, además, es sacudirse a tanta gente que les hace daño y por quienes los rechaza el electorado, los rescoldos del fidelismo, del duartismo, de tantos que son sinónimo de corrupción y que hundieron lo que fue un gran partido.

En el Estado el priismo todavía mantiene un voto duro significativo que puede decidir muchos resultados electorales en varios distritos y municipios.

Si hacen bien las cosas, si renuevan sus dirigencias en forma limpia y democrática pueden recuperar terreno.

 

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