Rafael Hernández Villalpando tiene un lugar en la historia de Xalapa ya que fue el primer candidato de oposición en llegar a la presidencia municipal. Pero nadie lo recuerda por eso, sino porque lo desaforaron por bígamo, hecho que también lo hizo pasar a la historia pues ningún otro alcalde del país ha sido chispado por ese motivo.
Su trabajo al frente del municipio fue muy equis, pero dio de qué hablar cuando reclamó vía la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la municipalización del Servicio de Tránsito y Transporte, lo que lo distanció con el mandatario estatal Miguel Alemán. Distanciamiento que culminó en rompimiento cuando ordenó que camiones de limpia pública tiraran sus desechos en la entrada principal del Palacio de Gobierno.
Esto enfureció al gobernador que buscó y encontró una demanda por bigamia que fue aderezada con acusaciones de abuso de autoridad, peculado y ejercicio indebido de la función pública, suficientes para que el Congreso local lo desaforara.
A fines de octubre del 2000, Hernández Villalpando dejó el cargo y huyó. Por cuatro años y meses nada se supo de él hasta que en 2005 se presentó en un café de Xalapa, dio la nota por un día y se volvió a perder en el anonimato.
Fue hasta el 2018 cuando reapareció como candidato de Morena a la diputación federal por el distrito de Xalapa Urbano y ganó sin mucho esfuerzo por dos razones: por el efecto AMLO y porque los candidatos de oposición principalmente del PRI y PAN estaban algo más que devaluados.
Como miembro de la LXIV Legislatura don Rafa se ha distinguido porque no ha subido una sola vez a la tribuna y es el legislador más faltista. Cosa de la que no pueden presumir la mayoría de sus compañeros.
“Villalpando es el ejemplo más acabado de la dejadez, valemadrismo, inactividad e inoperancia política de Morena en el Congreso, pero es amigo personal de Andrés Manuel y gracias a eso será otra vez candidato a la diputación”, me dijo hace un par de meses un miembro activo de Morena al que no le creí. Pensé que tras su paupérrima actuación el diputado se iría a su casa.
Y pácatelas. El inactivo, inoperante, faltista, desdeñoso, flojo y anquilosado legislador xalapeño fue el “preferido” de las encuestas y resultó candidato.
En 2018 Villalpando se fue de Xalapa y no se volvió a parar por su distrito. Pero tres años después regresa a pedir a sus habitantes que vuelvan a votar por él porque “Lo que para otros es el inicio de campaña, para este gran movimiento es el trabajo diario: el diálogo con la gente, el trabajo conjunto… Sigamos defendiendo la esperanza, sigamos juntos defendiendo a Xalapa”, escribió en sus redes donde tiene poco más de mil seguidores.
Interesantes palabras sobre todo viniendo de un hombre que no ha trabajado, no ha dialogado con la gente y menos ha defendido a Xalapa.
“Rafael no está buscando votos, está buscando tarugos”, me dijo un habitante del barrio de Xallitic donde arrancó su campaña. Y no le falta razón. No trae bajo el brazo ningún proyecto para mejorar las condiciones de vida en su distrito. De hecho no trae ganas ni de hacer campaña. Trae eso sí, una soberbia de este vuelo.
Ese sincerarse al manifestar que una vez que gane los xalapeños no lo volverán a ver porque sus tareas legislativas están en la Ciudad de México, también pasará a la historia por su cinismo.
Sin embargo ahí anda, diría que compitiendo pero no, se anda placeando porque piensa que eso será más que suficiente para retener la curul.
Y al verlo tan endiosado y pagado de sí mismo uno se pregunta si legisladores como él se merecen Xalapa, Veracruz y el país.