“El sueño del Celta”. Primera parte.
Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.
Al momento en que leí la noticia de la muerte de Mario Vargas Llosa sentí diversas sensaciones, desde luego que tristeza, nostalgia, recordé las lecturas que he realizado sobre sus novelas, ensayos, obras de teatro, cuentos, relatos, artículos periodísticos, y al mismo tiempo al pensar ya no en el escritor, sino simplemente en el hombre, la sensación de tristeza cambió por una de aceptación. Vargas Llosa vivió muchos años, la mayor parte de su vida la dedicó a su principal pasión, ser un escritor, lo que incluyó ser un ferviente lector y hasta donde uno puede percibir, podría afirmarse que gozó de una vida plena, con altas y bajas, pero plena. Así que la manera de despedir al extraordinario escritor será en la forma en que lo conocí, leyendo sus magníficas obras. Por lo antes expuesto, en el presente mes abordaré dos novelas, mismas que desarrollaré en los cuatro artículos que escribiré e iniciamos con la titulada: “El sueño del Celta.”
Uno de los géneros que más cultivó Vargas Llosa fue la novela histórica. “El sueño del Celta” es una obra publicada en el 2010, por cierto, año en que ganó el Premio Nobel de Literatura. Si bien en esta larga y atrapante historia el protagonista central es el emblemático personaje Roger Casement, considero que la obra ingresa dentro de la novela histórica porque alrededor de Roger, el lector conocerá un sinfín de hechos históricos que sucedieron a finales del siglo XIX y en las primeras décadas años del siglo XX. Roger Casement fue un diplomático irlandés, recordado y reconocido por ser un férreo defensor del nacionalismo irlandés, además, adquirió fama por defender a los habitantes del Congo y de la Amazonía. Roger denunció los abusos inhumanos que cometía el colonialismo europeo en su afán de dominar y explotar a esos pueblos que supuestamente iban a civilizar. Lo explico de manera más detallada.
El mundo europeo, particularmente Inglaterra, Francia, Alemania, España, y aunque no es europeo, aquí también debemos ingresar a Estados Unidos, se han creído los dueños del mundo y los más civilizados y avanzados, entonces, en nombre de su “alta civilización” se creyeron con el derecho y hasta con el deber, de llegar a los pueblos considerados atrasados, subdesarrollados, y con su llegada “civilizarlos”. Con esta premisa arribó el imperialismo de Bélgica al Congo, un país africano, que si bien es verdad vivía en la barbarie, en el canibalismo, también es verdad que el reino de Bélgica comandado por Leopoldo II, no llegó para ayudarlos, sino para explotarlos de manera vil e inhumana. Vargas Llosa narra que este colonialismo entró al Congo de la siguiente manera:
“Cuando, en febrero de 1885, en la Conferencia de Berlín a la que no asistió un solo congolés, las catorce potencias participantes, encabezadas por Gran Bretaña, Estados Unidos, Francia y Alemania dieron graciosamente a Leopoldo II, …los dos millones y medio de kilómetros cuadrados del Congo y sus veinte millones de habitantes para que abriera ese territorio al comercio, aboliera la esclavitud y civilizara y cristianizara a los paganos. Roger Casement, con sus veintiún años recién cumplidos y su año de vida africana lo festejó.”
Roger en ese momento creyó ingenuamente que el acuerdo ayudaría a ese país africano, que el imperialismo sería una solución ante tanta desigualdad y el cristianismo aboliría males antiquísimos como el canibalismo, la adoración a los demonios, la hechicería, por ejemplo; en el Congo si nacían niños-as gemelos, tenían la costumbre de asesinarlos porque para ellos esos recién nacidos no debían vivir. En otros casos, cuando moría el amo de una casa o tribu, se acostumbraba a asesinar a algunos esclavos para que el amo no se fuera sólo de este mundo. Este tipo de prácticas Roger las conocía porque de muy joven había vivido una breve temporada en el Congo, y ahora que los civilizados blancos europeos iban a ir a civilizar a los morenos e idolatras congoleños, este acto le representaba una esperanza.
La historia va avanzando en dos tiempos. En los capítulos impares nos encontramos en el año 1916 en una prisión en Inglaterra donde Roger está detenido y espera el indulto del gobierno inglés o la pena de muerte. En los capítulos pares el autor narra la historia de lo sucedo tanto en El Congo como en la Amazonía y en Irlanda, claro está que Roger en toda la historia es el protagonista central, mas, aquí el lector conoce los abusos cometidos contra estos pueblos de África, América y en algunos casos de Europa. Ahora bien, antes de continuar vale la pena preguntarnos: ¿qué llevó al imperialismo europeo a ingresar a esos pueblos inhóspitos? La respuesta es clara desde un inicio, su ambición, su codicia, el deseo de quitarles todo, explotarlos a más no poder. El lector debe saber que la explotación en el Congo fue sobre el caucho, ese material con el que se puede hacer todo tipo de llantas, guantes, cables, tuberías, etc., el caucho se convirtió en el oro negro y ese fue el verdadero motivo de ir a “civilizar” al Congo. Los habitantes de esta región sufrieron la explotación más salvaje e inmisericorde, y en honor a la verdad, fue gracias a Roger Casement, quien, siendo un diplomático importante del imperio británico, lo enviaron en 1903 para que investigara los abusos que se denunciaban en los medios periodísticos críticos. Lo que descubrió Roger fue aterrador:
“Todo era simple y claro en el punto de partida. A cada aldea se le habían fijado unas obligaciones precisas: entregar unas cuotas semanales o quincenales de alimentos, -mandioca, aves de corral, carne de antílope, cerdos salvajes, cabras o patos –para alimentar a la guarnición de la Force Publique y a los peones que abrían caminos, plantaban los postes de telégrafo y construían embarcaderos y depósitos. Además, la aldea debía de entregar determinada cantidad de caucho recolectado en canastas tejidas con lianas vegetales por los mismos indígenas. Los castigos por incumplir estas obligaciones variaban. Por entregar menos de las cantidades establecidas de alimentos o de caucho, la pena eran los chicotazos, nunca menos de veinte y a veces hasta cincuenta o cien. Muchos de los castigados se desgarraban y morían. Los indígenas que huían –muy pocos –sacrificaban a su familia porque, en ese caso, sus mujeres quedaban como rehenes en las maison d´otages, que la Force Publique tenía en todas sus guarniciones. Allí, las mujeres de prófugos eran azotadas, condenadas al suplicio del hambre y de la sed, y a veces sometidas a torturas tan retorcidas cómo hacerles tragar su propio excremento o el de sus guardianes.”
Lo antes transcrito es una breve descripción de lo que padecieron los africanos al momento en que les llegó la supuesta civilización europea. Créanme que hay escenas desgarradoras. Les cortaban los brazos, les mataban a sus hijos, realmente estremecedor. Roger Casement vio todo y cuando llegó a Inglaterra presentó su informe tal cual, lo que provocó que el gobierno de Bélgica lo tratara como farsante, difamador, enemigo público. A Roger no le importó, él estaba dispuesto y puesto a denunciar al colonialismo tratándolo como una bestia salvaje que llegó no a civilizar, al contrario, llegó a devorar y asesinar inocentes. Algo más y esto es clave en la historia de Vargas Llosa y en la vida del personaje. Roger en África descubrió algo que nunca había querido reconocer, que su amada Irlanda, la tierra donde nació y creció, si bien no padecía esos terribles males, no dejaba de ser un país colonizado, y, a partir de aquí, el antiguo respeto que profesó por la corona inglesa se convirtió en odio, esto lo llevará a luchar por independizar a la bella Irlanda. Todo indica que por eso está en la cárcel, ya sabremos más adelante en qué termina la historia del gran Roger Casement…
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