A tres años de distancia los veracruzanos nos seguimos preguntando por qué López Obrador odia tanto a los veracruzanos.
Por qué permitió que un imberbe impreparado tomara las riendas del poder y dispusiera a su libre albedrio de una bolsa anual de 128 mil millones de pesos que año con año termina devolviendo buena parte por no saber qué hacer salvo repartirlo entre sus cómplices.
¿Es qué en el 2018 cuando el hoy presidente de México era candidato presidencial no encontró algo mejor que al payaso “Cuícaras” que animaba los mítines políticos?
De verdad ¿No hubo alguien mejor entre los 8 millones 300 mil veracruzanos?
Se llega a la mitad del camino y a lontananza se ve muy, pero muy lejos el final del camino que tomó Veracruz en el 2018 cuando el efecto Peje ungió a Cuitláhuac García Jiménez.
Faltan aún tres larguísimos años para que concluya el señor gobernador de quien no se sabe si tiene un rancho como el de López Obrador o vaya a construir en su terrenito de Banderilla.
Tres años para que, según se avizora, venga una zacatecana -Rocío Nahle- a gobernarnos y la tragedia continue.
Es que ¿de verdad este noble pueblo mercere tanto mal?
Hoy, el otrora animador se ha convertido en un déspota con poder. En un tipo mal geniudo que regaña y se altera al primer reclamo, desobediencia o postura contraria a sus “sabias” decisiones.
Es un abusivo del poder que busca congraciarse con su pueblo chapeando, pintando fachadas, comiendo tacos de tripa gorda, bailando salsa o danzas autóctonas y contando chistes malos ante los periodistas de Palacio que cubren la fuente.
A la vuelta de tres años y con tanto poder se convirtió en el dueño de la verdad que lo mismo opina de los trenes aéreos, que llama a la ciudadanía a la Revocación del Mandato propuesta por López Obrador, una propuesta que rechazó aplicar a su persona bajo la filosofía aristotélica de que se haga la voluntad de Dios, pero en los bueyes de mi compadre.
Llegamos al tercer año de gobierno y obligado recordar que teniendo tanto recurso presupuestal desde el arranque de su gobierno resulta altamente sospechoso que aún no tenga para pagar los aguinaldos y tenga que acudir a empréstitos que a la vuelta de tres años rebasan los diez mil millones de pesos.
Suma tres años de gobierno y aun no hay explicación digamos razonable, del por qué los repetidos subejercicios que han obligado a la devolución del dinero a la federación; del por qué se empeña en engañar a la población presumiendo la inauguración de pequeños tramos carreteros cuando miles de kilómetros están como sus calzones antes de que llegara a la gubernatura.
Por qué tanta presunción sobre el combate y disminución de la escalda delincuencial e inseguridad pública cuando las cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública nos colocan en gravísimo quinto lugar.
¿Por qué hablar de la lucha contra el feminicidio cuando estamos en segundo lugar nacional?
Vaya, por qué presumir un combate contra el crimen organizado cuando él mismo admite que son siete Cárteles los que controlan Veracruz.
Cuando rinda su informe, su tercer informe, seguramente hablará -en ese su singular modito cantinflesco- de que se acabó la corrupción, una escalada que, en los hechos, es una forma de vida entre quienes se mueven en las esferas del gobierno.
El nepotismo muy seguramente no ocupará ningún capítulo de su III Informe ¿Para qué si desde que arrancó su gobierno echó la culpa a su abuelita Manuela de sus devaneos?
Es por ello que su papá, sus hermanos, medios hermanos, primos hermanos, cuñados, tíos, entenados y todo el frondoso árbol genealógico están incrustados en el gobierno permitiendo al mismo tiempo que sus colaboradores hagan lo propio.
Ya vemos a la “Reina del Nepotismo”, Rosalinda Galindo presumiendo sus 32 familiares incrustados o a la diputada Ana Miriam Ferraez, a la que dejó de darle “asquito” López Obrador, gestionando jugosos contratos para sus hermanos y sobrinos.
Lo mismo pasa en la Secretaría de Salud donde la familia de Ramos Alor -novio incluido- viven mejor gracias a los generosos salarios, o en la Secretaría de Finanzas donde el primo hermano de Cuitláhuac, Eleazar Guerrero, Subsecretario de Finanzas, pone el ejemplo de cómo ayudarse “como hermanos” dando cabida a la familia del hoy alcalde electo de Tuxpan, José Manuel Pozos -su hijo es subsecretario- y 28 más de la familiar que tienen buenas chambas en el aparato de gobierno.
Llega pues, a su fin la mitad del camino y como los bizarros somos el tercer lugar en muertes por Covid-19; cero en turismo extranjero; cero en inversión privada, y una división de poderes inexistente.
¿Qué más?
Pues, sólo encomendarnos a Dios para que esta pesadilla un día termine o de plano ¡Que Viva Zacatecas!
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo