“Algunas personas aman el poder, otras tienen el poder de amar.” (Bob Marley).
“Que va a soltar la sopa, pero del plato a la boca… O quizás no cante mal las rancheras. Ah, pero eso sí, hay de padrinos a padrinos… ¿o no, Salinas de Gortari? Ese Lozoya y la comparsa. Para qué nos hacemos tontos o cómo ve mi jefecito”, me dijo mi amigo el taxista Crisóforo, informado el cabrón, a quien hacía rato no lo veía, y mientras me trasladaba a un centro comercial, ambos dos con cubrebocas y hablando despacio pa’ no salivar la conversación –primero lo primero: cuidarse, luego el compañerismo, la amistad, el amor. Sonreí y él agregó: “Ahora resulta que alguien por ahí, de esos que no tienen nada que hacer más que aventar ocurrencias para quedar bien con el patrón, usted sabe, propone que se decrete el 1 de julio como el Día de la Cuarta Transformación. Hágame usted el favor. Pienso que así a como van las cosas pronto estaremos celebrando el natalicio del presidente Andrés Manuel López Obrador e incluso, Dios no quiera que pronto, recordaremos su aniversario luctuoso. Que el hambre y el desempleo queden para después, ya no digamos los otros pinches males que nos estamos chutando. ¿O como ve, jefecito?” Le contesté: “Tienes la boca atascada de razón”. Al bajarme, oí que se carcajeaba quedo, y me comentó: “Atascada de hambre estamos muchos, jefecito, ahí la vamos pasando, espero volver a servirle. Dios lo bendiga”. Con un hasta pronto me adentré al centro comercial. Luego del sufrimiento por la compra de la despensa alimenticia y etílica –hay que hacerlo en días y horarios fijados, caray, seamos buenos ciudadanos, con todas las precauciones recomendadas-, me regresé a casa y escribí, mis fans, lo que leerán, si llevo el honor de que así sea.
Es de humanos equivocarnos, rectificar, darlas…digo ofrecer disculpas y, simplemente, esperar el perdón o la aceptación para que la vida siga su rumbo, aunque sabemos que somos los únicos que tropezamos dos veces o más con la misma piedra. Tan sencilla que es la vida, pero muchos la seguimos cagando hasta el final. Incluso hay quienes llegan demasiado tarde a su velorio, según me comentó mi amigo el taxista Crisóforo. Lo cual no sé por qué se los comparto, quizás porque prefiero no tomarme la vida tan en serio, mucho menos en estos tiempos de aciago, ustedes ya saben por qué. El chiste es que muchas veces nos complicamos la existencia, a sabiendas de que es tan sencilla, fácil, reconfortante, siempre y cuando no nos llegue el agua al cuello, por decir lo menos, porque entonces sí, ni hablar, los días se tornan difíciles, angustiantes, tenebrosos. Cada quien en estos días sobrevive a su manera y con lo poco o mucho que tiene, o puede conseguir. Es un mundo desigual, en todos los sentidos, pero seguimos luchando por vivir en un mundo feliz, lo que ahora resulta de la chingada conseguirlo. Pero para eso están los perdones, las condolencias y homenajes a los muertos, ahora por motivos más cruentos. Sabemos que una vez ahogado el niño, a tapar al pozo, aunque se “hubiera” evitado si…
Como les comentaba, nos fastidiamos en complicarlo casi todo, porque es más complicado que ponerle un cascabel a un tigre, comer galletas en el desierto, escupir para arriba. Creo que me entienden. A veces es más difícil solucionar algún problema que cobrarle la renta a don Ramón, bañar a un gato, toser con diarrea, hacerle la permanente a un calvo. Vaya que es más difícil solucionar los problemas de salud, inseguridad, pobreza, desempleo, etcétera, a que nuestros representantes populares ganen el sueldo mínimo (¿?); más difícil que la tabla del 1; más difícil levantarse temprano, sobre todo ahora en tiempos de enclaustramiento.
Es más fácil prometer, jurar y perjurar que comer arroz con palillos chinos, al menos pa’ nosotros los mexicanos. Eso de cumplir, ahí se verá, tenemos mucho tiempo por delante y no hay “purrum”. Que Amlo haya prometido y jurado que cumplirá con por lo menos diez compromisos ante la pandemia por la que estamos sufriendo, se queda corto y un poquito retrasadito de tiempo –aunque se vale toda acción, tarde o temprano, para enfrentar las adversidades-, porque desde que tomó posesión como presidente de México, protestó “guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión, y si así no lo hiciere que la Nación me lo demande”. ¿Luego entonces, Quimosabi?
De los diez compromisos –es su deber y obligación-, uno es el que rige a los demás: “Hacer valer el artículo 4º constitucional para garantizar el derecho del pueblo a la salud con atención médica, pruebas, análisis, vacunas y medicamentos gratuitos”. Pa’ luego fue tarde, ¿o no?
Bueno, hay que esperar… ¿Sentado? ¿Acostado? ¿Intubado? Si bien nos va… Alfred Rosenberg dijo que toda esperanza es un breviario de patologías. De acuerdo: “Entreteneos aquí con la esperanza”, escribió Jaime Sabines. ¿No hay de otra?
Sí, coqueteo con el escepticismo; dije “coqueteo”, a la manera de S. J. Lec, cuando dice: “¿El escepticismo es una cómoda concepción del mundo? Los escépticos tienen sobre esto un punto de vista escéptico”.
O como expresó el escritor Xandru Fernández: “Hay fanáticos y escépticos, sí, pero hay una tercera especie que es el fanático del escepticismo, el escéptico fanático que vive inmerso en el dogmatismo del no hay salida, del nada cambia, de la aceptación de lo que viene tal como viene porque la historia nos demuestra que nunca se ha encontrado solución a esos supuestos grandes problemas que nos aquejan. Yo creo que las supuestas enseñanzas de la historia no nos permiten ser tan absolutamente dogmáticos en ese escepticismo. En todo caso, si la historia es así, peor para la historia. La historia es muy corta: dos mil años, en realidad, no son nada”. (lavozdeasturias.es, 07/06/2016).
Quien entendió, entendió.
Los días y los temas
Si de esperanzas hablamos, el periodista y escritor Amin Maalouf declaró: “Creo que estamos en un periodo crítico, hay un mundo que está desapareciendo. Por lo tanto, es comprensible este sentimiento de tristeza. Este mundo del que hablo tuvo de todo, cosas muy positivas y muy negativas. Pero está el mundo que no ha llegado todavía. Nos encontramos entre ambos, en una tierra de nadie. Tenemos que creer en este mundo futuro. De ahí la esperanza. Porque ciertamente no existe una fuerza que llegue y nos lo vaya a imponer, sino que nosotros somos los que lo estamos construyendo. Y cada uno de nosotros puede contribuir a hacer un mundo mejor que el que está muriendo”. (letraslibres.com, 01/07/20).
Ahí ‘ta.
De cinismo y anexas
Va un chiste con explicación (¿?):
*Cuatro ingenieros van en un coche que de repente deja de funcionar. El ingeniero mecánico dice: “Supongo que algún engranaje habrá fallado”. El químico señala: “Se habrá quedado sin combustible y por eso nos hemos parado”. El electrónico declara: “El problema es la bobina”. Y, por último, el de software añade: “Creo que todos deberíamos salir y volver a entrar para ver qué pasa”.
Explicación: ¿Cuántos problemas informáticos habrás solucionado a base de reiniciar el sistema?
(Tomado de elconfidencial.com).
Ahí se ven.