Esta es una historia de colas.
Ora que viene a cuento la “cola de las tortillas” de Cuitláhuac, bien vale reflexionar que hay de colas a colas.
Nos hace reflexionar en las cosas buenas, regulares y malas que traen las colas y evocar aquellas que nos gustan y las que no; las que usamos para una cosa y no para la que fue creada por Dios, o para regresar en el tiempo a las viejas plumas fuente confeccionadas con las terminales que tienen las aves en la rabadilla, igualitas a las que usó Cervantes para escribir su obra cumbre.
Pero no, no.
No hay que ser tan rebuscados. Pensemos en otras colas como la de tortillas que evoca Cuitláhuac, en abierta mofa al reclamo ciudadano en la Plaza Lerdo el pasado fin de semana reunidos para “defender a delincuentes” (sic).
El meollo de esa cola es que, para la sociedad civil significa una cosa y para los pervertidos políticamente otra.
Algo así como “lo mismo digo una cosa que otra”.
Porque ha de saber usted que hay colas que apestan, al igual que colas largas y otras que puedes ver y pisar, o aquellos dichos de que para tener la lengua larga hay que tener la cola corta.
Habrá, sin embargo quien se quede con la definición científica en torno al apéndice que desempeña funciones de dirección y propulsión… en algunos animales como los de la 4T.
Sin embargo, ya entrados en colas, para la cúpula del poder, más que ser la parte del cuerpo humano del cual se hace uso para expulsar heces por el ano –aunque otros lo usen además para otras cositas- les sirve para comparar la lucha social con la cola de las tortillas.
Ayer Cuitláhuac García ¿en qué ocupará su cola? se llevó el rabo con la torpe explicación sobre el reclamo ciudadano en torno a los presos políticos y los 2 mil 400 presos en diversas cárceles.
Más que una explicación, porque no se sabe explicar, el mandatario estatal mezcló la cola de las tortillas con el manifiesto reclamo ciudadano en favor de la porteña Alicia “N” que lleva 6 años por mentarle la madre a un policía; otra, Yolly García, con dos años tras las rejas por revelar, desde el IVAI, las pillerías del gobierno; otro más, Rogelio Franco, 8 meses en prisión de alta seguridad por rasgarle la playera a un ministerial y, el colmo, José Manuel del Río Virgen por ser el autor intelectual de un homicidio en donde el mismo juez reconoce que no tuvo nada que ver.
Como ellos están más de 80 víctimas de la “Ley Garrote” todos documentadas, al igual que los más de mil 600 encarcelados por lo mismo cuyos archivos andan por ahí perdidos en algún juzgado o en el basurero de la Fiscalía General del estado que encabeza Verónica Hernández Giadans.
La cola del gobernador no se ve muy limpia cuando se burla del reclamo ciudadano asegurando que “se ve más gente en la cola de las tortillas que en el “Movimiento de la Justicia por Veracruz” olvidando que representa el reclamo de miles de ciudadanos encarcelados por tan abusiva Ley de Ultrajes que se niega a derogar a pesar del mandato de la Comisión Nacional de Derechos Humanos.
“Una comisión patito busca hacer un frente de reciclaje; son personas cínicas e hipócritas retrato de la corrupción. Se trata de políticos viejos que intentan reciclarse, porque el pueblo los rechazó de manera generalizada y contundente en las urnas de la pasada elección”, sostiene el ocurrente mandatario mientras un hilillo de sangre corre por la comisura de sus labios ya que bien sabe la forma ilegal en que llegaron al poder a través de la compra de votos, amenazas y muerte a la oposición y el “Efecto Peje” que los llevó al poder.
“Faltó en la foto Fidel, Duarte y Yunes”, dijo Cuitláhuac al referirse al encuentro opositor del sábado pasado acaso pensando que mejor deberían estar las fotos de López Obrador y sus hijos y hermanos o Bartlet, Noroña, Bejarano o, a nivel local, el “Carón” Cazarín, el Bola #8, su medio hermano Eleazar Guerrero, Ladrón de Guevara y toda esa fauna señalada no precisamente por tener la cola limpia.
Lo más grave, sin embargo, fue su irresponsable advertencia de que 40 jefes de carteles quedarán en libertad una vez que se abrogue la Ley de Ultrajes.
¿Eso es una amenaza a las familias veracruzanas, amedrentamiento o crear un estado de pánico social?
Fácil, muy fácil, se le hace a quien ha sido en los últimos tres años uno de peores gobernadores de la república, advertir que los capos regresarán a delinquir al solar veracruzano al quedar libres no por su escalada de negocios salpicados de crímenes y muertes, sino porque le rasgaron la camiseta a los polis y les dijeron ojetes.
No hay que ser muy duchos para entender que lo que busca Cuitláhuac no es echar abajo la Ley de Ultrajes a la autoridad, solo maquillarla para mantenerla vigente desoyendo así el mandato de la CNDH que por cierto le dio 15 días para echar abajo dicho mandato constitucional el cual hoy cumple 27 días.
No cabe duda que las colas en estos tiempos de libertad y diversidad se han vuelto todo un tema.
Son el escenario del debate, la justificación para que en su nombre se ofenda a la ciudadanía y para que dichas colas se luzcan y usen en las fiestas privadas en acatamiento al viejo dicho de vicios privados y virtudes públicas.
¡Que pena!
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo