“Toda ‘política’ se reduce a esto: quien tiene la fuerza, o se supone que la tiene, puede hacer lo que quiera”. (Paul Valéry).
De poquito en poquito, platicando de lejitos con familiares, amigos, compañeros y conocidos, me doy cuenta de que estamos perdiendo –no todos, claro; hay excepciones- el sentido de la vida (¿cuál?) y nos alejamos de la felicidad, enfrascados que estamos en hablar nomás de la pinche pandemia y sus derivados. Pareciera que es tema obligado de todos los días y no hay un mínimo de alegría agazapado siquiera en algún rincón del alma. Como canta Alberto Cortez:
“En un rincón del alma
donde tengo la pena
que me dejó tu adiós.
En un rincón del alma
Se aburre aquel poema
Que nuestro amor creó”.
Y aquí cabe cualquier tipo de amor, mis fans. Quizás les comparto esto por el insomnio que últimamente he sufrido a consecuencia de… Me lleva la que me trajo. En todo caso “cuando el pájaro del sueño pensó hacer su nido en mi pupila, vio las pestañas y le aterró la red”, escribiera E. M. Cioran. Bueno, Erich Fromm decía que la mayoría de los seres humanos finge ser feliz, pues si se es infeliz se es un failure, un fracaso. ¿Estamos de acuerdo?
Dicen que el dinero no lo es todo, pero cómo ayuda. Según un estudio del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB) y la Universidad McGill de Canadá, “los resultados sugieren que se pueden lograr niveles altos de bienestar subjetivo con una monetización mínima, desafiando así la percepción de que el crecimiento económico produce un aumento automático de la satisfacción vital entre las poblaciones menos desarrolladas económicamente”. Luego añaden que “en los sitios menos monetizados, vemos que las cosas que más felices les hacen sentir son pasar el mayor tiempo posible con su familia y estar en contacto con la naturaleza. Sin embargo, a medida que aumenta la monetización, encontramos que los factores sociales y económicos comúnmente reconocidos en los países industrializados juegan un papel más importante. En general, nuestros hallazgos sugieren que la monetización, especialmente en sus primeras etapas, en realidad puede ser perjudicial para la felicidad”. No, pos sí. ¿O no?
Concluyen que “las fuentes de felicidad no están relacionadas con la producción económica” y que “cuando las personas se sienten cómodas, seguras y libres para disfrutar de la vida dentro de una comunidad fuerte son felices, independientemente de si ganan dinero o no”. (sinembargo.mx, 24/02/21).
Pero he aquí que de acuerdo con el Barómetro de Confianza 2021 de Edelman, el 67% de los mexicanos teme perder su empleo, superando el miedo al cambio climático, a la pérdida de las libertades ciudadanas y al contagio del coronavirus, lo que conlleva implicaciones graves a la salud mental. (eleconomista.com.mx, 23/02/21). ¡Me lleva la chingada!
Mariana Frenk-Westheim escribió que hay medios litros, medias vueltas, hay trabajo de medio tiempo y la media luna. Pero no hay media gota, ni media felicidad. La media gota es una gota y la felicidad a medias no es felicidad.
Ustedes dirán.
Los días y los temas
Como versificó mi estimado Ismael Illescas, en su poema “Todo y nada”. “Puesto que somos nada en un todo/ y somos todo en la nada…/ pero…/ ¿Quién etiqueta el todo?/ ¿Quién etiqueta la nada?”.
De cinismo y anexas
Para reír, mis tristes fans:
-Hola, ¿está Félix?
-No, está Tristex.
***
Había una vez un hombre que dijo:
-Yo no supe lo que era la verdadera felicidad hasta que me casé… ¡¡¡Y entonces fue demasiado tarde!!!
Ahí se ven.