No hay que olvidarlo: ¿somos o no somos?, ¿estamos o no estamos?, ¿seguimos o no seguimos?, ¿vivimos o morimos? Vamos a medio camino… ¿de terracería? ¿Aún no estamos en el primer mundo? ¿México es un campo minado? ¿Mañana seremos? ¿O somos hoy? ¿Estamos de la chingada o somos muy cabrones? ¿Le entramos o no le entramos? ¿Aguantamos o nos hacemos “pénjamos”? ¿Pa’ dónde jalamos? En fin, no hay que olvidar porque el mundo se va acabar, dicen. Ramón Gómez de la Serna escribió: “Tenía tan mala memoria que se olvidó de que tenía mala memoria y se acordó de todo.”
Entonces, para no olvidarnos, conviene repetir las palabras del secretario general de la ONU, António Guterres, pronunciadas este martes 21 de septiembre, al abrir la Asamblea General de dicha organización, cuando nos alertó que el mundo “nunca ha estado tan amenazado ni tan dividido”. Y señaló que “el mundo debe despertar. Estamos al borde de un abismo y moviéndonos en la dirección equivocada.” Luego dijo que “nos enfrentamos a la mayor cascada de crisis de nuestra vida. Temo que nuestro mundo se dirige hacia dos conjuntos diferentes de reglas económicas, comerciales, financieras y tecnológicas, dos enfoques divergentes en el desarrollo de la inteligencia artificial y finalmente dos estrategias militares y geopolíticas diferentes.” Sí, eso dijo ante los líderes mundiales y refiriéndose, especialmente, a Estados Unidos y China. ¿En manos de quiénes estamos? Y a esta crisis mundial le agregamos la situación de México con sus dimes y diretes, mientras la sobrellevamos en un terreno minado y donde parece que se apuesta por el olvido o sólo recordamos lo que a nuestros intereses conviene.
Pero ya lo dijo el genial Groucho Marx: “Nunca olvido una cara, pero con la suya voy a hacer una excepción.” No todo está perdido. El polémico escritor Mario Vargas Llosa expresó: “Tenemos que aceptar que tenemos muchísimos problemas, que nos hemos ido quedando atrás, pero también que esos problemas tienen una solución, y condicionar nuestra acción en el campo político para solucionarlos.” Y consideró: “Sin embargo, digamos, no creo que los problemas de América Latina sean insolubles, siempre y cuando la mayoría de latinoamericanos acepte una realidad, una realidad que en el campo político significa que hay un solo modelo de desarrollo.”
Afirmó que este modelo está vinculado “a la libertad, a la diversidad, a la libertad de opinión”. Creo que se entiende. El chiste es no olvidar. Porque, dijera Milan Kundera, la lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido.
Y ya saben, “es tan corto el amor y tan largo el olvido”, escribiera Pablo Neruda.
De cinismo y anexas
Por cierto, este martes 21 de septiembre es el Día Mundial de Alzheimer. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos 30 millones de personas se ven afectadas en todo el mundo. ¿Cuál mundo?
No olvidemos. A veces no sé ni dónde dejé las pinches llaves y mucho menos cómo me llamo: si Jorge, Arturo, Georges, Arthur, Koki… Porque a veces me llaman: “Mi amor”, “Mi tigre”, “Mi todo… para nada”. O simplemente: “Inche pendejo”. Tons no es Alzheimer; es pendejez.
Ya en serio: no olvidemos.
De cinismo y anexas
Con el debido respeto, va lo siguiente:
Con la nueva tecnología aplicada para la fertilidad, una mujer de 65 años dio a luz a un bebé. Cuando salió del Hospital y fue a su casa, llegaron sus familiares a visitarla.
-¿Podemos ver al bebé?, preguntó uno de ellos.
-Todavía no -dijo la flamante madre de 65 años-, dentro de poco.
Pasó media hora y otro de los familiares preguntó:
-¿Ya podemos conocer al nuevo bebé?
-Todavía noooooo -dijo la madre.
Pasó otro rato, y volvieron a preguntarle, impacientes:
-Pero bueno, ¿cuándo vamos a ver al bebé?
-Cuando llore -respondió la madre.
-¿Cuándo llore? –exclamaron-. ¿Por qué tenemos que esperar hasta que llore?
-PORQUE NO ME ACUERDO DÓNDE LO PUSE.
Ahí se ven.