Cartas a la redacción:
En pleno siglo XXI, cuando el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) requiere de profesionales capacitados en todas sus áreas, persiste una práctica lamentable: el compadrazgo. La costumbre de colocar en puestos clave a personas sin la preparación necesaria parece ser, aún hoy, el pan de cada día.
Recientemente se otorgó la titularidad de la Coordinación de Informática a José Antonio Huerta, personaje que desde su llegada al Instituto ha estado respaldado más por sus amistades que por sus méritos. Su cercanía con el exdelegado Benítez Lucho lo mantuvo durante años en la sombra de una oficina en decadencia. Sin embargo, su suerte volvió a cambiar cuando entabló relación con Javier Melgoza, funcionario de oficinas centrales, descrito por muchos como un personaje nefasto.
Ambos formaron mancuerna, y fue así como Melgoza encontró la oportunidad de desplazar a la licenciada Aracely Velasco, no por cuestiones profesionales, sino simplemente por diferencias personales. La solución impuesta: colocar a José Antonio Huerta en su lugar.
Lejos quedó la idea de abrir un concurso transparente para que diversas personas pudieran participar, ser evaluadas por un panel de expertos y que la titularidad recayera en quien demostrara experiencia y dominio del área. En lugar de ello, se privilegió a un improvisado, con el riesgo evidente de afectar la calidad de los servicios, particularmente en informática, lo que repercute de manera directa en los derechohabientes que dependen de esta institución.
Resulta doloroso constatar que, con decisiones de esta naturaleza, el IMSS no avanza. Por el contrario, retrocede.
Quizá estas palabras no consigan modificar la situación. No obstante, al leerlas, se espera que al menos quede claro el hartazgo que provocan acciones como estas dentro del Instituto.
