La generación que destruye el medio ambiente no es la generación que paga el precio. Ese es el problema.
Wangari Maathai
Premio Nobel de la Paz en 2004.
En las líneas discursivas de prácticamente todas las ofertas político-partidarias en nuestro país existe un lugar común, una desagradable coincidencia de abandono de los temas medioambientales, la ausencia de proponer acciones concretas. En el mejor de los casos se encuentran posiciones declarativas sin compromisos concretos, a veces ni eso.
Tiene ya muchos años que la vida de nuestro planeta viene presentándose en los hechos con mayores niveles de complejidad y crudeza; hechos que nos ponen en riesgo como especie, un predicamento de crisis planetaria, pero que no consiguen captar la atención del humano para atenderlos.
La incapacidad de las clases políticas para dimensionar el nivel de nuestra crisis respecto del deterioro ambiental y sus consecuencias, se explica frente a los intereses inmediatos que les justifican su inacción. La absurda banalización de los compromisos ambientales muestran la patética ignorancia e irresponsabilidad de personas y gobiernos que destrozan áreas que deberían ser protegidas, menospreciando propuestas ciudadanas para la sostenibilidad al son de su soberbia administrativa que para atender temas torales recorta los presupuestos para salvaguardar nuestro ecosistema.
Este desprecio no es nuevo, viene de mucho tiempo atrás, con clases políticas que pasaron y pasan de largo. Otros no, como mi estimado Francisco Mora Domínguez y sus iniciativas legislativas entre 2000 y 2004, que fueron desdeñadas por las mayorías de ese momento, aunque con esas propuestas se pudo haber contado con municipios proactivos para los resguardos de zonas naturales y la prestación de los servicios ambientales correspondientes de la mano de esquemas institucionales y legales que podrían habernos dado en Veracruz mucho mejores condiciones de cara al calentamiento global.
Otro ejemplo de desprecio es la experiencia que desde hace 22 años ha sostenido contra viento y marea el FIDECOAGUA como primera gran iniciativa en Latinoamérica para el pago de servicios ambientales hídricos. Frente a ese acierto municipal, en lugar de fortalecerlo y replicarlo, se han enfrentado los abandonos estatales y asumir que los ayuntamientos de nuestra entidad carecieron de la visión para replicar un concepto como el que se impulsaba desde Coatepec.
Todos somos responsables de esta crisis climática. Nadie puede hacerse de lado frente a este problema porque a todos nos toca jugar un papel aportando en su crisis y también en su solución. Pero sortearla y enfrentarla debe ser un imperativo de los gobiernos y de las representaciones políticas a quienes debemos exigir acciones puntuales para resarcir el daño ambiental y frenar su deterioro, porque para eso son quienes dicen representarnos, no más pero tampoco menos.
- Gracias querido Ludolfo. Va mi recuerdo de ti y contigo en mi modesta incursión en tus espacios de vida y trabajo. Tu seriedad y solvencia intelectual de la mano de un humor ácido que me sabía a abrazo fraternal, siempre serán un privilegio que la vida me brindó. Llegó el momento en que tu cruce por estas tierras se hace verdad para que digas sonriente: “me da hueva y me hago guaje”.
DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
El asalto al Poder Judicial se impondrá sin moverle una coma.