Cuánto me gustaría cantar, trastocando la letra de José Alfredo Jiménez: “Diciembre me gustó pa’ que te vayas…”, pandemia, pero es un hecho que nones, que se quedará a nuestro lado vaya usted a saber cuánto tiempo, y seguro es que también el temor y el miedo a contagiarse, enfermarse, morir… Nada poético en estos casos, como los versos de Manuel Gutiérrez Nájera: “Quiero morir cuando decline el día, /en alta mar y con la cara al cielo; /donde parezca sueño la agonía, /y el alma, un ave que remonta el vuelo”. No, pos sí, pero no, casi es imposible. Vaya, que es pura literatura, pero cuánto nos hace falta, para alentarnos y continuar la vida.
Recuento de los daños de 2020: daños, daños, daños… por donde se le mire. Y de pilón, lo aceptemos o no, o queramos tapar el sol con un dedo, en poco o nada ayudan nuestras autoridades y políticos, hechos bolas que están por desenredar la madeja de estupideces construida por años y pareciera que esto no tiene final. La culpa es del compadre; el indio que se joda. Pero de los avatares anunciados año con año, temerosamente dizque puestos en marcha, como pa’ que no se enoje la abuelita, ya estamos hartos. Lo sabemos, pero a veces más vale hacernos de la vista gorda, no sea la de malas y nos caiga el chahuistle, más mal de males.
Por lo menos que no se nos muera la esperanza de que el próximo año 2021 mejoren las cosas, puesto que pa’ los buenos deseos los mexicanos somos cabrones, aunque últimamente nos estemos mandando a la chingada mutuamente: ese otro virus de la envidia, intolerancia y sálvese quien pueda.
Mil formas, tiene la muerte. La vida, solo una: pongámosla en práctica y no dejemos que nuestros prójimos se desvanezcan en la desesperanza, porque entonces, en consecuencia, el mundo se acaba. Reflexionemos tantito, sintamos más, actuemos. ¿Quién tira la primera flor?
¿A qué se debe nuestra desesperada desesperanza? Fernando Pessoa escribió las siguientes palabras que aún no he logrado entender. Si alguien dio en el clavo… Bueno, que alguien me lo explique: “No es el amor, sino sus alrededores, lo que vale la pena…”
Los días y los temas
En entrevista, a propósito de la película Wander Darkly, un drama que protagoniza junto con Sienna Milles, Diego Luna expresó: “Es esta idea de la muerte: cuando pierdes algo, empiezas a entenderlo, empiezas a valorarlo, empiezas a respetarlo de una forma que quizá no te diste la oportunidad cuando estaba presente”.
Luego, cuando se le pregunta: “Estamos en un año de luto compartido, de tragedia universal. ¿Ha cambiado nuestra relación con la muerte por la pandemia?”, el actor mexicano contestó: “Creo que sí. Lo que ha cambiado es nuestra relación en términos de conciencia con el otro, en general. Una pandemia nos recuerda que no estamos solos, que de nada sirve qué tan sano, protegido o seguro creas que estás. Esto es algo que está pasando en todos lados y hasta que no sane en todos lados no podrás estar bien. Es una conciencia de que la realidad del otro tiene todo que ver contigo. Creo que, dentro de todo lo negativo que esto ha traído, esto puede ser una gran herramienta de cambio. Hemos estado muy aislados buscando todo eso que nos aleja en lugar de entender que estamos mucho más cerca de lo que queremos aceptar. Y que, por ende, lo que le pasa al otro debería ser importante para ti. Creo que este momento nos ha traído ese nivel de conciencia y espero que podamos utilizarlo para construir una realidad mejor y más sana”. (cronica.com.mx, 09/12/20).
De cinismo y anexas
Y ya que andamos con el nacimiento de Jesucristo, escribió Fernando Pessoa: “Cristo es una forma de emoción”.
Ahí se ven. O ahí nos vemos el próximo año… ¡Gulp! ¡Ay, nanitas!