*Peña descuidó a la PF y AMLO la eliminó
*Ley Federal de Seguridad afianza a milicia
A NADIE gusta en casa la intromisión de extraños, sin embargo, a los vecinos tampoco les agrada que en su propiedad se introduzcan los de al lado a cometer desmanes, o que ni siquiera les avises cuando algo así sucede. Por ello, el 9 de Abril de 2015, el Senado aprobó agentes extranjeros armados en México, propuesta que fue avalada por el Pleno y enviada al, entonces Presidente Enrique Peña Nieto y, posteriormente a la Cámara de Diputados para su análisis. El dictamen reformó de esa manera la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos con el fin de autorizar la portación de armas en territorio mexicano a servidores públicos extranjeros de migración, aduanas, así como a los agentes de seguridad en el marco de las visitas oficiales de jefes de Estado, gobierno, ministros o equivalentes, esto con la intención de generar una nueva regulación que fortalezca procesos de cooperación migratoria y aduanera de México con el mundo, principalmente en lo referente a los procesos de preinspección aduanera, bajo el principio de reciprocidad, aunque estos mismos informaban a sus países de cuanto ocurría en México. También se planteó que funcionarios aduanales mexicanos que lleven a cabo funciones de preinspección de mercancías en otros países, estén autorizados para llevar consigo, fuera del territorio nacional las armas con las que cuentan para el desempeño de sus funciones. Y fue a partir del principio de reciprocidad que la Secretaría de la Defensa Nacional (la que encabezaba en ese tiempo Salvador Cienfuegos Zepeda) autorizó la portación temporal de armas a los agentes extranjeros de migración o aduanas –que participen en la revisión migratoria en los puntos de tránsito internacionales o en el despacho conjunto de mercancías en las aduanas nacionales– así como a los agentes de seguridad, que acompañen visitas oficiales o equivalentes, siempre que se trate de revólveres o pistolas de funcionamiento semiautomático, cuyo calibre no sea a superior a .40 o equivalente. Y hasta ahí todo iba bien, hasta que a la DEA se le ocurrió investigar, sin informar al Gobierno mexicano, a Cienfuegos Zepeda, un militar de enorme prestigio al interior de las fuerzas armadas mexicanas, y en reciprocidad, tras entregarlo a México, el Presidente Andrés Manuel López Obrador envió al Congreso de la Unión reformas a la Ley de Seguridad Nacional para limitar la actuación de agentes extranjeros en México y que no tengan inmunidad en caso de verse involucrados en la comisión de delitos o infracciones.
PERO LO cierto es que todas las naciones requieren tener representantes de agencias de investigación en sus embajadas para saber, ante la tibieza mexicana, por decir algo, que ocurre en las fronteras que pudiera afectarlos. Y es que en México, con el arribo del nuevo Gobierno Federal se ha destruido lo poco que aún quedaba de las policías investigadoras o científicas contenidas en la Policía Federal, y todo porque fueron impulsadas por un adversario del actual Presidente Andrés Manuel López Obrador que siente que le robó la elección del 2026, algo que no perdona, y por lo cual desearía meter en prisión a quien ahora dirige México Libre junto con su esposa Margarita Zavala.
LA POLICIA Federal en tiempos de Felipe Calderón, se consolidó bajo un nuevo modelo basado en tres ejes: desarrollar las capacidades humanas de los policías, construir infraestructura tecnológica y ejercer facultades de investigación e inteligencia. De esta manera, se organizó en seis divisiones, incluyendo las de investigación, inteligencia y científica, que fueron centrales para transformar la operación policial, pasando de un modelo meramente reactivo, a uno preventivo basado en el análisis delictivo, esto es, adelantarse a los acontecimientos. El papel que jugó la corporación al frente del combate y desmantelamiento de distintas organizaciones criminales fue crucial. La lista de operativos, aseguramientos de drogas, vehículos, armas y personas detenidas es larga y ha sido debidamente documentada. Destacan los enfrentamientos y debilitamiento de organizaciones criminales como la de Amado Carrillo Fuentes y Pacífico, los Zetas, la Familia Michoacana y los Caballeros Templarios, el cártel de los Arellano Félix y Nueva Generación. También las detenciones de “el Chapo” Guzmán, “la Tuta” y “la Barbie”, entre cientos de operadores destacados de organizaciones delictivas. Esos resultados fueron respaldados por la misma sociedad, ya que acorde a los datos del INEGI, la Policía Federal se colocó como una de las instituciones en las que más confiaba la ciudadanía, superando a los cuerpos de policía locales, procuradurías e incluso a los jueces. El gobierno de Enrique Peña Nieto heredó un proyecto que estaba en pleno desarrollo pero decidió abandonarlo. El sexenio comenzó con la eliminación de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, colocando a la Policía Federal al interior de la Secretaría de Gobernación dando como resultado que: la política de seguridad se subordinó a objetivos políticos, y la corporación y sus procesos de desarrollo fueron relegados. La supuesta Gendarmería quedó en una simulación, pues se construyó canibalizando al resto de las divisiones, sin tener un objetivo definido, y todo porque el presidente se había comprometido con su creación. Es decir, se cumplió con un capricho para tener una nueva división que sirvió únicamente para propósitos de mercadotecnia, en detrimento de toda la corporación. Tan es así que, en 2012, el estado de fuerza de la Policía Federal era de 38 mil 285 elementos, y para 2018, de 37 mil 545.9.
CONCATENADO CON lo anterior, las condiciones de vida y de trabajo de los policías federales se deterioraron de manera alarmante. Fueron públicas las imágenes de las condiciones deplorables en las que tenían que operar, así como las de sus desalojos de hoteles por la falta de pago. En paralelo, se interrumpieron todos los procesos para seguir contando con tecnología e infraestructura de primer nivel. Uno de los ejemplos más claros fue el abandono de la Plataforma México, y los sistemas asociados a los penales de máxima seguridad, y a la llegada de Andrés Manuel López Obrador, por alguna razón que no ha emergido pero que se sospecha, entregó la seguridad al Ejército y creo la Guardia Nacional cuyos resultados han sido exiguos, y ahora con la detención –y liberación- del general Cienfuegos, AMLO, presionado por las fuerzas armadas ordenó regular la presencia de agentes extranjeros en México por no haberle informado de lo que venían indagando, peor aún con la desaparición del Cisen.
COMO FUERE, el deterioro de la Policía Federal durante el sexenio de Peña Nieto, dice la organización Causa en Común, le sirvió la mesa al gobierno de López Obrador para profundizar la militarización del País. La demolición del proyecto se ha hecho con premura para simular la creación de una Guardia Nacional, que no es otra cosa que un cuerpo militar adscrito a una secretaría civil. Se trata, ante todo, de la derivación en seguridad de un proyecto político sustentado en el despliegue de una fuerza armada de corte militar a la que estorban agentes extranjeros que podrían informar a sus naciones de lo que está ocurriendo en México o lo que se pretende sin que conozca de ello los vecinos países del norte. Así de simple. OPINA carjesus30@hotmail.com