*La de Yunes y Pérez Dayán son apenas ´peccata minuta´
*Que a nadie sorprenda si AMLO resultara ser traicionado
NO DEBERIA sorprendernos la traición de los Migueles: Yunes Linares-Márquez a sus electores y al pueblo de Veracruz y de México, como tampoco la perpetrada por el ministro Alberto Pérez Dayán, quien para consumar su felonía al no apoyar la inconstitucionalidad de la Reforma al Poder Judicial, asumió que, “por más que me trate de convencer a mí mismo de lo contrario, resolver en el sentido que propone la propuesta -del ministro ponente, Juan Luis González Alcántara Carrancá-, sería, lo digo con todo respeto y exclusivamente en el fuero de mi propia persona, responder a una insensatez llevada irresponsablemente al texto supremo con otra insensatez equivalente al forzar el ejercicio de una facultad que no me fue conferida en el conocimiento de una acción de inconstitucionalidad”. Palabras huecas, pues de acuerdo al periodista Enrique Hernández Alcázar, egresado de la UNAM y creador, conductor y director de El Weso, la Fiscalía de la Ciudad de México impulsa dos expedientes contra el ministro Alberto Pérez Dayan: en un caso, por supuesto abuso contra una trabajadora de escasos recursos, rescatada incluso de un centro de atención a víctimas, para ser re-victimizada; y, en otro asunto, igual de grave, la víctima sería una magistrada federal. Refiere el comunicador que, el pasado 23 de octubre, la Fiscalía de la CDMX ha hecho contacto ya con la Cámara de Diputados para empezar el proceso de desafuero contra Pérez Dayan, a efecto de que pueda perder su “fuero” y ser arrestado, de tal manera que el clima entre la 4T y la Corte Suprema no puede ser peor, algo similar al aplaca delirantes que le recetaron a los Yunes, al ser puestas sobre el tapete jurídico ordenes de aprehensión por fraude, uso de documentación falsa, enriquecimiento ilícito y daño al erario, entre otros, lo que motivó que se doblaran y negociaran con la Cuarta Transformación votando a favor de la Reforma al Poder Judicial, traicionado inicialmente al PAN y, paralelamente a esa sociedad que se oponía a semejante disparate, por considerar que la reforma termina con un PJF independiente para elegir a otro sometido por el Ejecutivo, como ya lo son el legislativo, por lo menos la mayoría calificada que integran MoReNa, sus aliados y Miguel Ángel Yunes Márquez. Pérez Dayan sintió el fuego en los aparejos, y poco le importo el calificativo de traidor si puede salvar el pellejo como los Yunes, a quienes, por obra y gracia del poder, les desaparecieron las carpetas pendientes.
AHORA QUE, viéndolo con serenidad, está nación fue construida a base de felonías. De esa manera, la gran Tenochtitlán fue derrotada a partir de traiciones de las propias tribus que habitaban el México precolombino. Porque quienes realmente guerrearon contra el imperio Mexica azuzados por los españoles, fueron los nativos de esta patria, cansados de las guerras floridas que organizaban los tenochcas para capturar prisioneros y ofrendarlos a sus dioses mediante terrible sacrificio como era, extirparles el corazón en vida, o de los altísimos tributos que les cobraban, muy parecidos a los del derecho de piso actuales. Como fuera, las tribus originarias traicionaron a su propia raza y acabaron con un imperio para imponer a otro que fue peor y los convirtió en servidumbre o esclavos, despojándolos de sus tierras e, incluso, imponiéndoles virreyes y hasta emperadores que costó mucha sangre derrocar, asesinar o expulsar del País, y después de aquello surgieron los funestos cacicazgos de los triunfadores que se apoderaron de grandes predios, tornándose en latifundistas que nuevamente usaron a los indios o campesinos para enriquecerse, al explotarlos como si fueran animales. Mientras que en las ciudades los hombres y mujeres terminaron de obreros o sirvientas de las grandes mansiones.
POSTERIORMENTE VINO una revolución que se significó por las tracciones, los asesinatos, la ingratitud que, para entonces, ya era el signo del ser mexicano y la plataforma para crecer. A Francisco I Madero, el apóstol de la Revolución lo traicionaron sus propios revolucionarios, y terminó por asestarle el golpe final un soldado a su servicio, el entonces, general Victoriano Huerta en un golpe de Estado que costo muchas vidas, entre otras la del propio Madero, entonces, Presidente, de su hermano Gustavo Madero y la José María Pino Suárez, Vicepresidente, y en contra del dictador resurgió otra revolución que terminó por derrocarlo para que ascendieran los ambiciosos de poder como Venustiano Carranza a quien, se dice, lo traicionó y mando matar el general Álvaro Obregón usando al general
Rodolfo Herrero, quien encabezó a un grupo de hombres armados que disparó sobre la choza donde descansaba el presidente aquel 21 de mayo de 1920 en Tlaxcalaltongo, Puebla, cuando huiamrumbo a Veracruz. Al propio Álvaro Obregón lo asesinaron, y aunque buscaron culpar al clero y hasta pasaron por las armas a varios sacerdotes y una religiosa terminó en las Islas Marías, hay quienes dicen que el autor intelectual de aquel crimen fue el, todavía Presidente Plutarco Elías Calles, quien tras deshacerse del manco de Celaya impuso un Maximato desde donde manipuló a tres presidentes de dos años cada uno que manejó a su antojo, hasta que llegó al poder Lázaro Cárdenas del Río y lo expulsó de México junto con los generales que le seguían y al líder obrero Luis Morones, consumándose otra traición.
Y ES que sobre las traiciones se fue construyendo el México posrevolucionario, pues a Emiliano Zapata, el caudillo del Sur, lo traicionó el militar Jesús Guajardo y el ejército constitucionalista de Venustiano Carranza cuando acudía a la Hacienda de Chinameca, Morelos, el 10 de abril de 1919. Guajardo engañó a Zapata, haciéndole creer que se quería unir a él para asesinar a Carranza, ofreciéndole armamento y municiones. Pablo González, miembro del ejército constitucionalista participó en la emboscada. Zapata, conocido como el “Caudillo del Sur”, era un líder principal de la Revolución mexicana. Su muerte fue parte del plan de Carranza para acabar con la agitación en el Sur.
EL GENERAL Francisco Villa, también conocido como el Centauro del Norte, fue asesinado por un grupo de 15 hombres en la ciudad de Hidalgo del Parral, Chihuahua, el 20 de julio de 1923. El ataque fue planeado por el diputado Jesús Salas Barraza y ejecutado por Melitón Lozoya en una traición que buscaba vengar a los terratenientes despojados de sus predios. Se dice, sin embargo, que Villa fue asesinado por órdenes del poder supremo, tras declarar que su candidato a la Presidencia era Adolfo de la Huerta, y que si este no resultaba ganador tenía a 40 mil hombres armados que estarían dispuestos a hacer otra revolución. Del México contemporáneo podríamos hablar de muchas otras traiciones, y llegar hasta el crimen de Luis Donaldo Colosio, y no hay que olvidar que era común que un sucesor presidencial traicionaba siempre a su antecesor para afianzarse en el poder, y ahí están los casos de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, de Ernesto Zedillo contra Carlos Salinas y así, sucesivamente, y no se descarta una traición contra Andrés Manuel López Obrador por parte quienes ven en su imagen una figura muy pesada que no los dejara crecer.
POR ELLO no deben sorprender las traiciones si revisamos los orígenes de un país que se formó en esa ingrata conducta, y que seguramente mantendrá vigente como una forma de ascender y sepultar a sus adversarios. Somos una nación de ingratos, traidores y convenencieros, pues en aras de llegar al poder, hay políticos que han mandado asesinar a sus propios hermanos sin el mayor remordimiento. Familias que terminan divididas por ambiciones desmedidas, pero nos sorprendamos cuando Yunes y Pérez Dayan consuman una más de las muchas traiciones a México, cuando lo único que buscan es salvarse así mismo de un desprestigio que pudieron evitar, pero el poder les hizo creer que eran infalibles. Así las cosas. OPINA carjesus30@hotmail.com