Si alguien pensó que diría algo nuevo en su enésimo discurso trimestral, qué poco conoce a Andrés Manuel. El hombre sigue en su mundo y en lo suyo. Dijo que el país está en paz y volvió a recalcar que ya no hay masacres cuando basta asomarnos en Zacatecas, Guanajuato y Tamaulipas convertidos en carnicerías.
Volvió a decir que se acabó la corrupción cuando la corrupción ha aumentado 9 por ciento en su sexenio en relación al sexenio anterior, considerado el más corrupto de los últimos ochenta años. Sobre el manejo del Covid-19 afirmó: “En cuando a nuestra actuación hemos hecho todo lo que humanamente es posible para enfrentar esta pandemia y salvar vidas”. Aunque los 233 mil 47 muertos hasta ayer, no estuvieron muy de acuerdo que digamos.
Y siguió con sus fantasías. “Aun cuando en estos sensibles y tristes acontecimientos no es correcto hacer comparaciones, me limito a decir que nuestro país no está colocado en América ni en el resto del mundo en los primeros lugares en mortalidad por Covid”. Pero los datos duros dicen que México ocupa el tercer lugar en América después de Estados Unidos y Brasil. Y es cuarto a nivel mundial después de esos dos países y la India.
Luego vino un dato vago, huero e inexacto: “En el campo se está produciendo sin limitaciones; el año pasado la producción agropecuaria aumentó 2 por ciento y lo ha hecho otro tanto en lo que va de este año”. El dato habría sido correcto de haberlo dicho al revés porque la producción agropecuaria disminuyó un 2 por ciento (aunque algunas estimaciones aseguran que fue el 4 por ciento) y este año ha crecido 0 por ciento.
“El sector industrial está en franca recuperación y lo mismo el comercio, el turismo, los restaurantes, la aviación y otros servicios”. Falso, el sector industrial aún no se puede sacudir el ramalazo del coronavirus, turismo no hay, comercios y restaurantes tardarán en recuperarse, la aviación comercial perdió a Interjet y ojalá hubiera especificado cuáles son esos “otros servicios” que según él han repuntado.
“Casi todos los pronósticos para este año coinciden en que la economía crecerá alrededor del 6 por ciento”. ¿Quién lo engañaría tan feamente?, o lo que es peor ¿a quién pretende engañar? Si eso fuera verdad el crecimiento económico andaría rondando el 2.5 o el 3 por ciento y no estaría en el hoyo como se encuentra.
Lo que sí ha subido un 6 por ciento es la inflación y si sube un punto más será inmanejable. Pero López Obrador dijo que se mantiene estable.
Una vez más el presidente se vanaglorió del monto de las remesas. En mayo se recibieron 4 mil 514 millones de dólares, una cifra récord. Pero en lo que va de este año han sido del orden de los 19 mil 500 millones de dólares, más mucho más que las ganancias de Pemex, las exportaciones y el turismo.
Sin esas remesas no sé cómo estaría nuestro país y quién sabe si el gobierno de la 4T estaría en pie. De ahí que AMLO haya dado públicas gracias a nuestros paisanos.
Del proceso electoral comentó: “Aún con la crisis de la pandemia y la económica pudimos celebrar unas de las más numerosas y competidas elecciones de la historia de México, sin problemas mayores… además no hubo masacres, no se desató la violencia contra ciudadanos inocentes para infundir miedo…”.
A ver, en efecto no hubo masacres el día de la elección, pero sí durante el proceso electoral y posterior a éste. Del 7 de junio para acá se tienen registradas al menos 12 masacres.
Y en cuanto a que no hubo violencia contra los ciudadanos ni les infundieron miedo por Dios, ¿a qué clase de tarugos cree que está gobernando? Cómo piensa que vamos a creer en semejante sandez.
López Obrador cierra tercamente los ojos al hecho de que el proceso electoral que culminó el 6 de junio ha sido el más violento en la historia y que ese periodo corresponde a su gobierno. Pero por mucho que los cierre la historia lo va a registrar.
De acuerdo con la consultora Etellekt la violencia electoral se extendió a todas las entidades, llegó a 29 de las 32 capitales estatales, a 570 municipios y cobró la vida de 106 políticos o actores políticos.
Pero todo eso lo obvió o lo tapó con una mentira. Nada dijo de las medicinas para los niños con cáncer que se supone iban a llegar ayer y otra vez no llegaron, nada sobre los feminicidios ni la violencia contra las mujeres. Ni una palabra de aliento a los familiares de los desaparecidos y menos para los 10 millones de pobres que ha fabricado su gobierno.
El de ayer fue un discurso rollero y chorero para conmemorar el tercer aniversario de su triunfo apoteótico en las urnas sobre la oligarquía, los ladrones de cuello blanco, los conservadores, los fifís, los clasemedieros aspiracionistas y la derecha.
Un discurso donde los reales problemas del país se fueron mucho al diablo.