No fue un infarto, fue la fallida estrategia de seguridad

’27/07/2025’
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Héctor Yunes Landa
ARTICULISTA INVITADO

La maestra Irma no murió de un infarto; murió a manos de un grupo criminal que gobierna en la región de Álamo, como sucede también en Tuxpan, Coatzacoalcos o Minatitlán.

Murió por la fallida estrategia de seguridad pública; murió por la incapacidad de la Fiscalía para investigar; murió por la incompetencia y complicidad de la policía; también de los políticos que todo lo niegan; murió por la impunidad que priva en Veracruz.

La maestra Irma no murió de un infarto, como decenas de personas no mueren por un shock hipovolémico, sino porque son decapitadas por manos criminales.

La muerte de la maestra Irma no fue una muerte natural, fue un acto criminal. Reducir la explicación de su muerte a un tecnicismo pericial, sólo lastima la memoria de la víctima y acrecienta el dolor de la familia.

La maestra Irma no era rica. Después de 40 años enseñando a leer, sumar y soñar, Irma tuvo que manejar un taxi para sobrevivir. Era una mujer, como millones en este país, que deben trabajar todos los días para sacar a su familia adelante.

Así era hasta que la tragedia la alcanzó. El 18 de julio un comando la privó de su libertad en el municipio de Álamo Temapache. Fue secuestrada a plena luz del día, frente al mercado municipal. Sin la intervención de nadie, sin la ayuda de nadie.

No se supo nada de ella hasta que apareció en un video donde se la ve arrodillada, esposada y rodeada por hombres armados. El video recorrió el mundo ante la parálisis de las autoridades federales y del estado.

El mensaje fue brutal. Fue su sentencia de muerte. “Compañeros taxistas, con la mafia veracruzana no se juega. Paguen su cuota como debe ser (…) o van a terminar como yo”, dijo en la grabación de apenas 23 segundos de duración.

Diversas fuentes identifican a la “Mafia Veracruzana”, antes Grupo Sombra, como el principal cártel el norte del estado. Actúan con total impunidad. Se escindieron del Cártel del Golfo en 2017. Operan en Tuxpan, Poza Rica, Álamo y 10 municipios más. Todos lo saben, menos las autoridades.

Se negó a ser extorsionada. La mataron “para dar ejemplo”.

El mensaje es una enseñanza desafiante: en este país, como señala el periodista Salvador Camarena, resulta más creíble la amenaza de los criminales que la promesa de seguridad de las instituciones. La delincuencia sí cumple el gobierno no.

El caso de la maestra Irma es uno entre miles. Veracruz suma 450 asesinatos en el primer semestre de este año. El delito de extorsión en la entidad de Veracruz aumentó 60.7 por ciento entre enero y junio de este 2025. Cinco de cada diez pequeños negocios son extorsionados.

Es el infierno que nos dejó Cuitláhuac García. Es la herencia maldita que entregó a Rocío Nahle.

Mientras Morena y su gobierno estaban ocupados en blindar a su coordinador en el senado Adán Augusto López, en un paraje solitario de Álamo un ejército de sicarios atestiguaba las últimas palabras de la maestra Irma.

Tabasco, Sinaloa, Guerrero, Tamaulipas… todos gobiernos de Morena.

¿Será que muy pronto volvamos a saber que altos funcionarios del gobierno estatal están involucrados, que ofrecen protección a los grupos delictivos y que todos lo sabían… menos la gobernadora?

La puntita

En México, la crítica al poder les lastima más que la muerte de personas como Irma. La censura se extiende desde la hipócrita indignación y el desvarío de tribunales que sancionan con disculpas interminables, multas… y arrestos.

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