Aperitivo: “La plaga de la pérdida y del desperdicio de alimentos es tan alarmante y funesta como la tragedia del hambre que tan cruelmente aflige a la humanidad. Dos dramas juntos unidos por una única raíz de fondo: la cultura imperante que ha llevado a desnaturalizar el valor del alimento, reduciéndolo a mera mercancía de intercambio”. (Papa Francisco). ¿Entendimos?
No, no entendemos ni comprendemos, seguimos regándola –iba a decir “cag…dola”-, y se me viene encima la tristeza y el coraje. Somos necios. Fíjense nomás lo que Ignacio Manuel Altamirano escribió: “La vida es una cadena de necedades, de las que no es la menor no querer hacerlas”. ¡Válgame Dios! Ni cómo ayudarnos. Entre hacer y no hacer, prefiero hacer, dijera Alejandro Jodorowsky.
Pero no es fácil andar la senda del bien –sin ponernos religiosos-, porque el mal siempre nos induce hacia caminos escabrosos y nos perdemos. Ayudar al prójimo no es nomás soltar unas moneditas, es sobre todo dar todo. ¡Qué! Bueno, seamos cuerdos, aún dentro de la locura. Pero por favor, acuérdense de lo que dijo el monero Eko: “Aprovecha la oportunidad de utilizar al otro”. ¿Entendimos?
Se las pongo fácil, como escribió Enrique Canales, ha de ser fácil morirse, todos han podido hacerlo.
No sé a cuento y a cuenta de qué les suelto tanto rollo, quizás pa’ no enfermarme de tanta necedad, pero realmente es porque me dio gusto enterarme de algo que parece insignificante; sin embargo, resulta muy muy muy importante lo siguiente que les comparto. Del Comunicado de la LXVI Legislatura local: “Se une Congreso a campaña de la asociación Betito No Se Rinde”; “Inauguran el contenedor para tapas de plástico, las cuales servirán para gestionar tratamientos oncológicos”.
Y dice así en sus primeros dos párrafos: “Este 28 de septiembre el Congreso del Estado se sumó a la iniciativa de la asociación “Betito Meza no se Rinde” e inauguró un contenedor que servirá para el acopio de tapas de plástico a fin que con ellas puedan gestionarse los recursos o tratamientos para pacientes oncológicos infantiles.
“En el corte de listón, el presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), diputado Juan Javier Gómez Cazarín, reconoció el esfuerzo y valentía de los ciudadanos Alberto Meza y Dulce Gómez, papá y mamá de Betito, e invitó a la plantilla de personal del Congreso local y a las y los ciudadanos en general a sumarse a esta noble causa y traer las tapas de plástico para depositarlas en este contenedor.”
Bien. Ojalá, mínimo, sepamos escuchar. Me comentó mi estimado Aurelio Asiain que quizá todos tenemos grandes ideas y no sabemos reconocerlas. Las dejamos pasar, inadvertidas. Pensamos distraídamente. Pensamos sin pensar.
He ahí el detalle.
Los días y los temas
Me vino a la mente el libro Cuentos para entender el mundo, de Eloy Moreno, del cual les comparto “Algo he hecho”:
Un hombre paseaba por la calle cuando, al girar la esquina, descubrió a una niña pidiendo limosna en el suelo. La pequeña iba sucia, parecía hambrienta y no paraba de tiritar. Se aferraba a una vieja manta para entrar en calor.
Aquel hombre, al ver la escena exclamó:
-Señor, ¿cómo permites estas cosas? ¿Por qué no haces nada para ayudar a esa niña?
En cuanto giró la esquina escuchó una voz:
-Claro que he hecho algo: te he hecho a ti.
Ahí nos hablan.
De cinismo y anexas
En el mes décimo, pronto a terminarse el año –¿matar el tiempo o el tiempo nos mata?-, les dejo lo siguiente pa’ que no anden en malos pasos.
*Un ciego queda con otro amigo, también ciego, para tomar un café. Al rato, el primero saca un rallador de queso, se lo pasa al otro y dice: “Fíjate, Ramón, lo que me he encontrado hoy por la calle”. El otro toca un poco el utensilio y contesta: “¿Pero quién ha escrito esta tontería?”.
*Un hombre está hablando con Dios. “Dios, ¿cuánto tiempo es un millón de años?”. Dios responde: “Para mí, es un minuto”. “Dios, ¿cuánto es un millón de pesos?”. “Para mí, es un centavo”. “Dios, ¿me das un centavo?”. “Espera un minuto”.
Hasta la próxima.