La desesperación de López Obrador lo está llevando a pretender robarse la elección presidencial.
Con desbordada ambición y un apetito imperial por controlar la sucesión presidencial, se adelanta a una previsible deserción de sus corcholatas –Ebrard y Monreal- tras el destape de Claudia Sheimbaun o Adán Augusto López, con una elección de Estado.
Ya ve venir la fractura.
Del lado de Marcelo Ebrard, las repetidas quejas son por no tener piso parejo en sus legítimas aspiraciones al permitir que el dueño del balón deje que Sheimbaun ande en abierta precampaña.
Ello, al igual que otorgar carta abierta al titular de Gobernación en su gira por toda la república quien no para de hacer amarres y compromisos con organizaciones y grupos de poder.
Ambos amarran plazas, comprometen espacios de poder y disponen del dinero público, mientras que al Canciller lo mantienen prácticamente fuera del país so pretexto de su responsabilidad al frente de la política exterior.
Mientras, en la cancha de Ricardo Monreal las cosas no van mejor.
Desde su posición de liderazgo en el Senado de la República, se ve impedido institucionalmente a entrar en desacato legislativo al mandato presidencial y no puede avanzar en su proyecto por sus repetidos desencuentros con López Obrador.
Ambos no son más que el relleno de AMLO.
Han sido, por tanto, objeto del coqueteo opositor, más Monreal, pero no menos Ebrard quienes tras una eventual deserción de Morena, podrían retirarse del proyecto de la 4T llevando consigo su capital político acumulado en casi medio siglo de andar en la política.
El senador de la República bien que sabe los secretos del Peje.
Conoce de sus alianzas criminales y de dónde procedieron los patrocinios. El mismo operó múltiples amarres y acuerdos con Peña Nieto y la gente del PRI y sabe de compromisos en donde López Obrador está metido.
Ebrard dejará la plaza, pero no para tirarse a la milonga al saber en estos momentos que podría ser la punta de la lanza de la Alianza opositora.
El caso Monreal.
Conocedor los sótanos del poder de López Obrador puede hacer tanto bien como mal. El senador fue fundador de Morena y ha sido patrocinador, en repetidos momentos, de la causa pejista.
Ya mismo, Monreal trae un largo y añoso diálogo con su par Dante Delgado, en la misma proporción que con el viejo PRI, con la nomenklatura y con los hombres del dinero, muchos de los cuales estarían dispuestos a invertir para hacerle la faena a López Obrador.
El zacatecano es conocido en todo el país y es muy respetado. Cuenta con liderazgo y ha sido bien recibida su postura de víctima del lopezobradorismo.
La bomba.
Pero la fórmula Ebrard-Monreal llevaría a la república a la hecatombe.
Detonaría la alternancia resultante del bajo capital electoral de Morena -15 millones de votantes- y capitalizaría la inconformidad de una ciudadanía dividida y confrontada por las intrigas presidenciales. En resumen: llevaría a las urnas a una sociedad civil hasta la madre de López Obrador.
El “Plan C” del Peje.
Partamos del razonamiento presidencial del lunes pasado donde en la Mañanera el solitario de Palacio, tras mofarse y minimizar la “Marcha en Defensa del INE”, adelanta, advierte y amenaza de manera reiterada que Morena ganará la Presidencia.
“Les vamos a volver a ganar ya que la población seguirá apoyando la transformación de México”.
¿Les vamos a ganar?
Si damos por sentado que el electorado lo va a llevar de nuevo a la victoria en el 2024, entonces por qué el afán de destruir al INE?
Simple.
López Obrador, viejo y mañoso priista, sabe que las corcholatas que mande a la basura –Ebrard y Monreal- se van a inconformar, van a desertar y se van a unir en su contra.
Sabe que se aliarán con los conservadores y ya, del otro lado del mostrador, concitarán a la sociedad civil para que se sume a su proyecto de alternancia por la vía de proyectos atractivos como serían un futuro gobierno parlamentario o un presidente acompañado de un jefe de gabinete.
Veneno puro será para un disminuido presidente, un candidato prototipo como Luis Donaldo Colosio o Enrique de la Madrid a los que se sumen Ebrard y Monreal.
De ahí, la urgencia del Peje por un “Plan C”. De ahí la necesidad de planear desde ahora una elección de Estado.
Tiempo al tiempo
*Premio Nacional de Periodismo