El pasado mes de junio del presente año, la prestigiada revista británica The Economist publicó como artículo principal, el tema relacionado con “La Próxima Catástrofe y Como Evitarla”, haciendo alusión a macro eventos catastróficos de diversa índole, que habían sido considerados hasta ahora como poco probables, pero que nadie puede negar la posibilidad de que se vuelvan realidad, considerando que algunos de ellos, ya se han manifestado en menor escala, en forma de tsunamis, o volcanes que pudiesen hacer erupción en cualquier momento ubicados cerca de áreas urbanas como el Popocatépetl y el Pico de Orizaba en México y otros países, huracanes cada vez más desvastadores, terremotos de muy alta magnitud, inundaciones y otros.
Posibles cataclismos que hemos olvidado o dejado de percibir, pero que pueden venir por ejemplo del cielo, al ser la Tierra impactada por grandes asteroides, posibles conflictos nucleares, o efectos climáticos, eléctricos y electromagnéticos de gran magnitud, ocasionados por las radiaciones y explosiones de la superficie del Sol, que pueden ocasionar trastornos eléctricos o radioeléctricos hasta por varios años, sin dejar de considerar los daños a los ecosistemas ocasionados por el deterioro del medio ambiente como el calentamiento global, o el impacto de enfermedades desconocidas hasta ahora, como la pandemia de Covid-19 producida por el Sars-CoV-2, que ya vimos ha generado pérdidas enormes a los países de todo el mundo, además del peligro que representan diversos microorganismos letales para toda la humanidad y, del que virólogos, epidemiólogos y científicos en general continúan advirtiéndonos.
En nuestro país cualquier contingencia de la naturaleza que sea, se minimiza y se trata de una manera que, sin restarle importancia a los resultados, estos sugieren que algo no se ha atendido como debiera haberse procurado desde el principio. Es el caso de la pandemia que aqueja al mundo en estos momentos, que coloca ya en esta semana a México, como el tercer país con mayor número de contagios, cerca del medio millón de contagios y con casi cincuenta mil defunciones reconocidas oficialmente, más una cantidad muy grande de “sospechosos”. Es decir, alrededor del 11% de tasa de letalidad con respecto al total de contagiados, que nos dice que son un poco más del doble promedio de la tasa de letalidad a nivel mundial, lo que ya en sí debiera ser un dato inquietante. De todas formas, es nuestra realidad y debemos enfrentarla de una manera que produzca los resultados que todos esperamos.
Desgraciadamente, estos efectos devastadores en nuestro sistema de salud poblacional, son preocupantes, pero no los únicos. Otro fenómeno que dista mucho de haberse terminado o disminuido, es el problema tan grave de violencia que aqueja a nuestro país, que pareciera agudizarse en lugar de remitir. Sin embargo, centrándonos en las secuelas económicas que está dejando en el mundo, donde México no es la excepción, la pandemia de Covid-19, observamos cómo hemos sido impactados severamente por este flagelo, en términos económicos. Las repercusiones se comienzan a manifestar con gran severidad.
Por estos motivos, no se requiere ser un experto en la materia, para deducir que la situación económica en un horizonte mínimo de un año por lo menos, va a decaer todavía más, antes de mejorar. Las secuelas que ya se observan en el declive de las inversiones hacia este país, la pérdida masiva de empleos productivos, la contracción del gasto público, la baja de nuestra oferta exportable que ha ocasionado el gran descenso en nuestras exportaciones, en lo que va del año, las pérdidas en el sector turístico, financiero, comercial y en muchos otros, son secuelas que ya se comienzan a manifestar como consecuencia de la pandemia ocasionada por el coronavirus mencionado.
Dentro de este sombrío panorama, lo rescatable en términos económicos es la capacidad que tiene todavía la economía mexicana, que sin duda es su mejor fortaleza, representada por su mano de obra calificada, su sólida fuerza productiva y su capacidad exportadora que no es nada despreciable, lo que permite esperar que, del presupuesto aprobado para este año, de 6.1 billones de pesos, todavía se logren llevar a cabo algunos de sus propósitos propuestos. Sabíamos, por ejemplo, que del presupuesto aprobado en el Congreso de la Unión, el 60% (3.66 bpd) se dedicaría al pago de pensiones, para el pago de la deuda pública y, para ejercer el gasto federalizado.
Del 40% restante (2.44 bdp), 600mdp, eran apoyos para Pemex, los programas de bienestar social y para soportar la creación de la Guardia Nacional, mientras que el billón ochocientos mil cuatrocientos millones de pesos restante (1.84 bdp), serían para cubrir el gasto corriente del gobierno, lo que nos habla del escaso margen de maniobra, con las que cuenta el Ejecutivo Federal para lograr sus objetivos y metas. Imprimir billetes o ampliar la deuda soberana no parecieran ser alternativas muy viables, aunque a juzgar por los eventos de este año, no habrá más remedio que acudir a los mercados de capital para financiar los proyectos de gobierno, amén de también apuntalar a las empresas, para evitar el desplome de la economía y la pérdida masiva de más empleos.
Sin embargo, los márgenes de maniobra no dejan de ser extremadamente estrechos, por lo que la atención prioritaria al sector externo de México, es una de las pocas alternativas que le quedan a nuestro país, que ya está sumido en la más grande recesión de los últimos cien años. No hacerlo sería una acción de lesa patria, pues aumentará el número de pobres todavía más. (Ver la Estimación Oportuna del PIB Trimestral del Inegi 2020-2T, https://www.inegi.org.mx/
Por otro lado, veamos las alternativas del comercio exterior mexicano, que es pilar del sustento económico de México, ya que por sí solo representa en términos nominales redondos, cerca de 4 veces el monto del presupuesto nacional aprobado para 2020, o alrededor del 65% del PIB nacional, aunque también representa un poco más del 2% del PIB mundial, con porcentajes similares de importaciones y de exportaciones, de México con el resto del mundo. Las exportaciones de México han crecido más de veinte veces en las últimas tres décadas, siendo México uno de los principales exportadores en el mundo, que sin lugar a dudas es a raíz de la entrada en vigor del TLCAN entre Canadá, Estados Unidos de América y Canadá.
En los años setenta del siglo pasado, las exportaciones de crudo y derivados representaban alrededor del 70% de las exportaciones de México; sin embargo, las manufacturas el día de hoy han llegado a representar un poco más del 85% de las exportaciones del país, ascendiendo las transacciones internacionales del comercio exterior, a un poco más de un millón de millones de dólares (bdd).
Resumiendo, el comercio exterior ha sido y sigue siendo un factor de crecimiento y palanca del desarrollo del país, por lo que hasta ahora las manufacturas mexicanas se siguen integrando a las cadenas de producción global, donde el comercio de bienes intermedios generado por las cadenas globales de valor, ya es mayor al de bienes finales, que ya representan más del 60% de los flujos mundiales de comercio. Obviamente, como ya se enfatizó, el sector de comercio exterior ya es el sector más relevante de la economía mexicana, donde la entrada en vigor del nuevo T-MEC, representará el pilar fundamental para seguir con este impulso.
Comentarios: linopereaf@yahoo.com (*) Maestro en Ciencias y Doctor en Economía por la London School of Economics and Political Science, de la Universidad de Brunel y la Universidad de Londres, Inglaterra.