Recuerdo ahora que cuando cursaba el sexto año de primaria, el maestro encargado del grupo decía en su clase de historia universal, refiriéndose a la Segunda Guerra Mundial, que “…todas las guerras a lo largo de la historia, habían tenido un trasfondo económico…”, ya fuera que tuvieran un origen político, religioso, étnico, territorial expansionista, o de otra índole; para el caso, lo que trataba de resaltar el mentor, era que el origen siempre había sido la ambición de poder de algunos líderes, que de una u otra forma definían la ruta de la historia del mundo. De hecho, no estaba equivocado, ya que el lado económico siempre gravitó fundamentalmente, en el peso de las decisiones, haciéndose a un lado, las razones humanitarias, de democracia, derecho internacional, libertad o de otra naturaleza.
Lo anterior lo palpamos con tristeza en el último conflicto bélico, que se lleva a cabo en estos días entre Rusia y Ucrania, donde este último país, está siendo bombardeado inmisericordemente por el poder bélico del más fuerte, de una manera indiscriminada, sin respetar niños, ancianos y población civil en general, que en casos como este son sufridos terriblemente, por las decisiones de los bloques de poder en el mundo, alineados principalmente a Rusia, China y Estados Unidos de América. Así una vez más, somos testigos de la barbarie a la que son sometidas, las poblaciones civiles de muchos países, en las que su único pecado ha sido, estar en el lugar equivocado, en la época equivocada.
Volviendo a la Guerra entre Rusia y Ucrania, los costos materiales para estas economías en guerra son enormes, en el tiempo de casi tres semanas desde que Rusia provocó la invasión a Ucrania, no han cesado los bombardeos y la metralla que ha recibido esta última población. Lo principal es que nada justifica las pérdidas humanas y los múltiples heridos, aunque los costos materiales para ambos países, incluyendo a todo el Occidente, ya suman también decenas de miles de millones de dólares y contando por hora. Lo que se comienza a manifestar directa e indirectamente en todo el mundo.
Estos costos, se seguirán incrementando al paso de los días, semanas, meses y tal vez años por venir. Las repercusiones económicas por devaluaciones, desabasto de bienes y servicios, e inflación, ya se palpan por doquier, no tan solo derivadas por las represalias económicas en contra de Rusia y sus aliados, sino por el incremento a los precios de los energéticos y derivados del petróleo, que como se están dando, se observan en casi todos los países del mundo, donde México no es la excepción.
Los costos para el mundo pueden llegar a ser astronómicos, porque se contabilizan decenas de miles de millones de dólares que ya le han costado a ambos países en esta guerra, donde el ejército ruso cuenta con más de ciento cincuenta mil soldados que le han provocado al país invadido, miles de pérdidas humanas y materiales, que están resultando desvastadoras para el pueblo ucraniano, que no cabe duda también lo han sido para los rusos, que son producto y derivadas de la enorme devastación y bombardeo terrestre, aéreo y marítimo, de día y de noche a personas, ciudades y pueblos enteros. Asimismo, han provocado el éxodo de civiles, que ya se cuentan por millones, hacia países colindantes. Lo peor es que la barbarie continúa.
En esta lógica mundial, adentrándonos en las razones a las que atiende el inicio de este conflicto, se puede decir que la invasión del ejército ruso a Ucrania, por parte de la poderosa potencia militar, más no económica, ya que en este sentido solo se podría ubicar a Rusia en el rango de países, con tamaño similar al de México, España o Turquía, según su líder Vladimir Putin está justificada, porque la intervención “especial”, se debe a reivindicaciones históricas, con la intención de recuperar, lo que históricamente fue del antiguo imperio ruso. La información factual es abundante y ratifica lo aquí asentado.
Por ello, se dice que el gran error de que muchos países europeos y Estados Unidos, que ya denominan a este conflicto bélico, la “Guerra de Putin”, de achacarle a este poderoso líder ruso el inicio de esta guerra, que como se dijo anteriormente, la invasión trata de reivindicar territorios que históricamente pertenecieron a su actual país, con regiones que, con similares características étnico-religiosas, también debían de servir para contener el avance europeo y estadounidense, hacia sus fronteras. Esto se estaría dando a través de su brazo armado, la OTAN (NATO por sus siglas en inglés), que seguirían apostando más tropas en países que como Ucrania, se unirían a la Unión Europea y a la Organización del Atlántico Norte, por lo que tendrían fronteras armadas colindantes con el país ruso, lo que para ellos resulta inaceptable.
Esta interpretación en su decir, ha orillado a su país a tomar la decisión de invadir a su vecino, ya que además considera, que se trata de desnazificar a Ucrania, donde su presidente es judío. Lo que viene a ser una nueva realidad, es que el problema que se le presenta ahora a Rusia, es que no puede permitir, en su decir, que siga la expansión del poderío y ampliación bélica de Occidente, a través de la OTAN, para defender militarmente sus fronteras, lo que en realidad pareciera ser el principal leitmotiv para la intervención en Ucrania. Ello también implica, que no permita tampoco la autodeterminación de Ucrania, como nación libre y soberana, para ejercer su derecho a pertenecer al bloque económico y militar que prefiera.
Por una parte, se tienen las aspiraciones de un país hegemónico, aunque en realidad se convierta en un efecto boomerang, ya que por ejemplo tanto Suecia como Finlandia, están tomando la determinación de integrarse también militarmente a la OTAN, que al igual que otros países aliados, consideran también incrementar sus presupuestos bélicos en su totalidad para fortalecerlo, resultando un efecto contrario y contraproducente a los deseos de Rusia; es decir, se está logrando precisamente una mayor unidad entre europeos y estadounidenses, lo que parecía antes del conflicto armado muy difícil de lograr.
Por el lado económico, conviene señalar que siempre han existido muchas medidas para someter a los adversarios; sin embargo, ahora y aunque no se habían utilizado anteriormente, por primera vez en casi cien años, se van a comenzar a tomar medidas en una escala sin precedente, que cambiarán el mundo de hoy y del futuro inmediato, con implicaciones diversas en las relaciones políticas y económicas entre los países del mundo, que incluirán a otros participantes como China, India, Japón, Indonesia y Brasil.
Lo que es evidente, es que los Estados Unidos siguen siendo la economía más importante del mundo y en segundo lugar China, que tecnológicamente, junto con la India, Japón y la Unión Europea, van a marcar el rumbo económico digital, donde las economías utilizarán energías más abundantes, limpias, baratas, unipersonales y amigables, que las actuales, lo que hará obsoleto y arcaico el uso y los motivos de las guerras con y por el petróleo.
Mientras esto sucede, para responder la pregunta de quién gana y quien pierde en una guerra, valdrá la pena citar la teoría de juegos, que indica que un juego suma cero, si lo que un jugador gana, se equilibra con lo que pierde el otro, lo que no aplica al caso de esta nota, ya que con la guerra que hemos comentado, nadie gana ni nadie pierde, si no que todos perdemos.
Comentarios: linopereaf@yahoo.com (*) Maestro en Ciencias y Doctor en Economía por la London School of Economics and Political Science, de la Universidad de Brunel y la Universidad de Londres, Inglaterra.