Aperitivo: “Si después de morirme quisieran escribir mi biografía no hay nada más sencillo. Tiene sólo dos fechas la de mi nacimiento y la de mi muerte. Entre una y otra todos los días son míos”. (Fernando Pessoa).
La pregunta anterior podría no tener respuesta o quizás una que otra. No es una interrogante retórica. Nada más lejos de esto, pues hasta da miedo contestarla. George Christoph Lichtenberg escribió: “En mi opinión, la pregunta “¿debe filosofar uno mismo?” ha de responderse con una semejante: “¿debe afeitarse uno mismo?” Lo cual me lleva a pensar que uno mismo debe de responderse, pa’ que no haya malentendidos ni causar daño a nadie, sobre todo en estos tiempos.
Hace años, Juan Villoro escribió la crónica “La alfombra roja” que hoy no pierde vigencia, sino todo lo contrario, parece que profetizó lo que ahora con más odiosidad padecemos.
Dice Villoro: “El narcotráfico suele golpear dos veces: en el mundo de los hechos y en las noticias donde rara vez encuentra un discurso oponente. La televisión acrecienta el horror al difundir en close up y cámara lenta crímenes con diseño “de autor”. Es posible distinguir las “firmas” de los cárteles: unos decapitan, otros cortan la lengua, otros dejan a los muertos en el maletero del automóvil, otros los envuelven en mantas. En ciertos casos, los criminales graban sus ejecuciones y envían videos a los medios o los suben a YouTube después de someterlos a una cuidadosa posproducción. La mediósfera es el duty-free del narco, la zona donde el ultraje cometido en la realidad se convierte en un “informertial” del terror.”
Luego afirma: “Hemos llegado a una nueva gramática del espanto: enfrentamos una guerra difusa, deslocalizada, sin nociones de “frente” y “retaguardia”, donde ni siquiera podemos definir los bandos. Resulta imposible determinar quién pertenece a la policía y quién es un infiltrado. El trato con el crimen ha derivado en un decisivo desplazamiento simbólico. Si durante décadas nos protegimos de la violencia pensándola como algo ajeno, ahora su influjo es cada vez más próximo.”
¡Caramba! ¡Le atinó! Sí, pero más que eso, a leguas se veía lo que vendría a apoderarse de México. Villoro finaliza su comentario -que recomiendo leer o releer-, diciendo que “el terror se ha vuelto más difuso y más próximo. Antes podíamos pensar que la sangre derramada era de “ellos”. Ahora es nuestra.”
¡La sangre es nuestra! Y no es retórica. En este México ensangrentado -¿quién lo puede negar?-, casi es mejor exclamar: “¡Ábrete Sésamo: quiero salir!”, dijera S. J. Lec.
O, si lo prefieren, lo digo con John Dos Passos: “Acabo de sacrificar un pequeño insecto y miro la sangre. ¡Dios mío, qué infinito mar de sangre!” Vaya, Joan Báez expresó que la no violencia en sí puede no producir los cambios necesarios, pero por lo menos produce menos cadáveres.
¿Cuánta más sangre nos costará? ¿Saldremos adelante? Ojalá, ojalá, ojalá… El periodista Javier Moreno, autor del libro ¿Quién manda aquí?, en entrevista expresó: “Esa permanencia de la violencia no es una lluvia fina sobre México, no es ni fina ni es lluvia: es sangre, son muertos, y es brutal, pero las sensibilidades se van abotargando… Hay expresiones de condena institucionales y de las autoridades. Pero cuando rascas, cuando te sientas con la gente, sí encuentras que la gente lo vive con angustia… Hay manifestaciones contra las muertes, muros de silencio, se dice que todo se va a aclarar, pero luego otra atrocidad tapa la anterior.” (nexos.com.mx, 29/07/2025).
Una atrocidad tras otra. ¿Por qué el empeño en ocultar la verdad? ¿Quién manda en México? Yo no lo sé de cierto, pero lo supongo…
En la misma entrevista, que el entrevistador Juan Cruz tituló “México tan lindo y tan querido, tan violento”, Javier Moreno, cuando se le preguntó sobre Trump, señaló: “No pinta bien y llega en el peor momento posible. Yo cuento en el libro cómo Colombia salió de las peores épocas de la violencia, de las peores cifras, en parte por un esfuerzo propio, por unos liderazgos capaces y por la ayuda de los Estados Unidos. México tiene esta última parte muy complicada por el recelo histórico tan comprensible y que viene de antes de la guerra por la que Estados Unidos le arrebató el 55% del territorio al país del sur. A partir de ahí es difícil construir una relación de confianza con el vecino del Norte. Eso sucedió en el siglo XIX… Entiendo los recelos y las heridas históricas, pero se podría volver a empezar. Pero con Trump este no es el momento de empezar. Es más: es imposible empezar lo que no se pudo en los últimos veinte o treinta años. Hasta en eso ha tenido México mala suerte, encontrarse con Trump ahora.”
¡Agárrense! Pase lo que pase con los dichosos aranceles. O, ¿qué se estará negociando?
Claro, todos los días me doy ánimos y me digo, con Friedrich Nietzsche, vivir es inventar. Además, como lo escribió Adolfo Bioy Casares, qué agradable sería la vida si concluyera un poco antes de la muerte.
Los días y los temas
Entretanto, el embajador de Estados Unidos en México, Ronald Johnson, señaló en su cuenta de X: “Para anticiparnos al crimen y proteger a nuestras naciones, necesitamos tecnología, coordinación y alianzas sólidas. El uso de drones y sistemas antidrones nos permite tomar la delantera. Junto con nuestros socios, reafirmamos que la colaboración público-privada será clave frente a los retos y oportunidades compartidos rumbo a la Copa Mundial 2026.”
Dijo que “La seguridad es una prioridad compartida para @POTUS @realDonaldTrump
y la presidenta @ClaudiaShein. Trabajamos juntos para enfrentar a los cárteles y a los grupos narcoterroristas que no respetan fronteras. Ellos explotan todas las rutas para envenenar comunidades, sembrar miedo y desestabilizar vecindarios. ¡La justicia prevalecerá!”
Pregunta: ¿Hay justicia en México?
De cinismo y anexas
En una escala de 1 al infinito y más allá, ¿qué tan seguro se siente usted en México?, ¿sabe quién manda en México?
Por lo pronto, les comparto estos versos de Berthold Brecht, pa’ darles una pista:
“Para ganarme el pan, cada mañana
voy al mercado donde se compran mentiras.
Lleno de esperanza,
me pongo a la cola de los vendedores.”
Hasta la próxima.