QUINCE AÑOS DE LIBROS, ARTÍCULOS Y CONTINUAMOS. (IV)

’21/05/2025’
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Gustave Flaubert: “La educación sentimental”. Cuarta parte y última parte de la novela.

Mtro. José Miguel Naranjo Ramírez.

La novela de Gustave Flaubert tiene un amplio componente político. Al momento de la lectura, si esta es lineal, el lector podría pensar que la historia sólo gira alrededor del joven Frédéric, sus amores y toda la sociedad francesa con la que convivió, pero, si el lector es más acucioso, detectará que parte importante de los sucesos de los protagonistas tienen en el fondo una influencia política. Además, los hechos políticos que aparecen en la novela, fueron sucesos fundamentales en la historia de nuestra civilización, les señalo el primer ejemplo: Frédéric por fin se encuentra disfrutando de su amante, la señora Marie de Arnoux. Como se señaló en los artículos anteriores, Flaubert nunca describe las pasiones eróticas, más el lector puede imaginar esos largos encierros llenos de pasión. Por diversos motivos, Frédéric no había podido estar con la señora Arnoux, entonces un día acordaron verse en un lugar que Frédéric había rentado en el centro de París. El joven ilusionado arregló lo mejor que pudo la estancia, se imaginaba el enorme placer de poder seguir disfrutando a esa señora que tanto amaba. El día y la hora acordada llegó, pero la señora Arnoux no acudió a su esperada cita.

Existen dos motivos por los que la señora Arnoux no pudo acudir a la cita, uno familiar y otro social. De entrada, su hijo pequeño enfermó y se agravó tanto que la señora se vio obligada a cuidarlo e intentar salvarle la vida. E incluso, cuando su hijo logró estabilizarse, Marie Arnoux juró que por mucho que disfrutaba y amaba sus encuentros con Frédéric, a partir de esta prueba de vida que vivió junto a su hijo donde casi pierde la vida, como agradecimiento a Dios por haberle salvado, renunciaba a su amor pecaminoso. Frédéric creyó que su amante no asistió a la cita por lo convulsionado que se encontraba París. Resulta que en el año 1848 estallaron simultáneamente varias revoluciones en Europa. En el caso de Francia, la revolución de la clase obrera de ese lejano 1848 provocó la caída del reinado de Luis Felipe de Orleans, y con esta caída, el nacimiento de la segunda república francesa. Debemos recordar que la primera república francesa se originó con la revolución de 1789, después Napoleón el grande se convertirá en emperador, a su caída regresaron a las monarquías tradicionales, empero, las luchas por las libertades ya nunca se detuvieron en este pueblo y nuevamente soñaban con vivir bajo una república democrática.

Este hecho es pilar en la parte final de la novela, porque los personajes hablarán del gobierno provisional, algunos están en contra, otros a favor, de pronto; los conservadores se convirtieron en demócratas liberales, muchos conservadores radicales se mantuvieron firmes contra los valores que defendía un sector del gobierno republicano, sin dejar de mencionar que al interior de los revolucionarios existía una gran división, es más, allí estaban también los socialistas que propugnaban por seguir las ideas de Joseph Proudhon de eliminar la propiedad privada, ideas que después desarrollará Marx y Engels ampliamente en sus obras, en fin, si bien la república quitó del poder a los odiados monarcas, la realidad es que se vivía en un total desorden que los conducía a una nueva época de terror como la que vivieron en la no tan lejana etapa de Robespierre y como siempre en el caos, en la confusión, los arribistas no pierden tiempo: “Se veía también a veces a un aristócrata de modales humildes que decía expresiones plebeyas y que no se había lavado las manos para hacerlas parecer callosas…Todos los realistas –escribe Marx –se transforman entonces en republicanos, y todos los millonarios, en obreros. Pues, en fin, más o menos todos somos obreros, dice el señor Dambreuse.” Dambreuse era un banquero, amigo de Frédéric, que originalmente odiaba a los revolucionarios.

Desde luego que no podía faltar dentro de estas manifestaciones la posición y postura de la mujer, Flaubert a través de Vatnaz, aborda el movimiento emancipador e igualador con las siguientes palabras: “La emancipación del proletariado, según la Vatnaz, no era posible sino a través de la mujer. Ella quería la admisión de la mujer en todos los empleos, la investigación de la paternidad, otro código, la abolición o, al menos, una reglamentación más inteligente del matrimonio. Entonces cada francesa estaría obligada a casarse con un francés o la adopción de un anciano. Era necesario que las amas de crías y las comadronas fuesen funcionarias asalariadas por el Estado; que hubiese un jurado para examinar las obras de las mujeres, editores especiales para las mujeres, una escuela politécnica para mujeres, una guarda nacional para mujeres, todo para las mujeres. Y puesto que el gobierno desconocía sus derechos, ellas debían vencer a la fuerza por la fuerza.”

Como la señora Arnoux no acudió a la cita, Frédéric molesto y desesperado se fue a la casa de Rosanette. Esta mujer libertina lo recibió con los brazos abiertos y por fin se entregó de cuerpo entero al joven que tanto la deseaba. Mientras la revolución del 48 dejaba muertos, causaba desorden, Frédéric fiel a su estilo de indiferencia y desinterés, decidió irse con su nueva amante a pasar unos días a la hermosa ciudad de Fontainebleu. Allí admiraba los bellos castillos de esta histórica ciudad, así como su inigualable bosque. El mundo que luchaba por valores fundamentales como la libertad, la igualdad, la democracia, poco le importaba a Frédéric, por ahora se regocijaba en el bello cuerpo de Rosanette. Un día Frédéric leyó en un periódico que su amigo Dussardier había sido herido y no dudó en abandonar a Rosanette para ir a apoyar a su amigo. De vez en cuando Frédéric tenía este tipo de actitudes de solidaridad y empatía, sin dejar de mencionar que ya se había hastiado un poco de su nueva amante y, aunque estaba molesto con la señora Arnoux, no dejaba de pensar en ella.

La revolución de 1848 estalló en el mes de febrero, más la resistencia al nuevo régimen se mantuvo ininterrumpidamente. En junio hubo otras manifestaciones que llenaron de muertos y heridos a la ciudad de París. Frédéric manifiesta una desilusión ante la república: “Faltaba la chispa. Vosotros erais simplemente pequeños burgueses, y los mejores entre vosotros unos pedantes. En cuanto a los obreros, bien pueden quejarse, pues si se exceptúa un millón arrancado a la lista civil y que se lo habéis otorgado con la más baja adulación, no habéis hecho por ellos más que frases. La libreta de trabajo continúa en manos del patrono, y el asalariado continúa siendo inferior a su amo, incluso ante la justicia, puesto que su palabra no es creída. En fin, a mi la república me parece vieja. ¿Quién sabe? Tal vez el progreso sólo sea realizable por una aristocracia o por un hombre. ¡La iniciativa viene siempre desde arriba! El pueblo es menor de edad, dígase lo que se quiera.”

Las palabras de Frédéric son profundas, sin olvidar que él no tiene autoridad moral alguna para decirlas. Frédéric es el fiel representante de esa sociedad burguesa falsa, sin valores. Si tienen que mentir, mienten, si tienen que ser conservadores, lo son, y, les da lo mismo al instante ser liberales. Los años pasaron y fiel al presagio y deseo de Frédéric, el sueño de la segunda república francesa quedaba truncado, porque el 2 de diciembre de 1951, un nuevo Napoleón, apodado el pequeño, llamado Luis Bonaparte, asestaba un golpe de Estado y al igual que su tío, muy pronto se declararía emperador de los franceses y la historia se repetía. Ante semejantes hechos, Frédéric buscó ser diputado, se alió con los ricos y poderosos, basta con decirle que se hizo amante de la señora Dambreuse, la esposa del banquero millonario. Después, al no recibir los beneficios que esperaba de su nueva amante, se desilusiona y así va acabando la historia. Fastidiado decide regresar a su pueblo, se acordó de la pequeña Louise, la única mujer que desinteresadamente lo había amado, no obstante, la joven se acaba de casar con Deslauriers, quien había sido el mejor amigo de Frédéric.

En la parte final, Gustave Flaubert narra el desenlace de cada personaje. Los tres amores de Frédéric terminan así: Rosanette al ser abandonada por Frédéric, regresa con su antiguo amante, éste muere y parece que ella se queda con cierta herencia y un hijo adoptado, quizá, producto del trauma que le ocasionó perder a su único hijo que había procreado con Frédéric. La señora Dambreuse se consiguió a otro amante, su esposo ya había muerto y todo indica que seguía viviendo muy campante en ese mundo de doble moral. En cuanto a la hermosa señora Arnoux, pasaron muchos años, ya estamos allá por 1867, un día se le apareció a Frédéric, platicaron de todo, recordaron los bellos momentos que vivieron, se lamentaron de no haberse conocido antes de que ella estuviera casada, ella se le acercó, Frédéric descubrió que su cabello era blanco:

Frédéric tuvo la sospecha de que la señora Arnoux había ido para entregarse; y se sintió poseído de un deseo más fuerte que nunca, furioso, tremendo. Sin embargo, sentía a la vez algo inexpresable, una repulsión y como el horror de un incesto. Otro temor le detuvo, el sentir asco más tarde.” (Nada sucedió) …la hora de partir llegó: “Adiós, amigo mío, querido amigo mío. Ya no le veré nunca más. Era mi último acto de mujer.” Eso fue todo. Fine.

 

 

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